Con el paso de los años, distintos animales y plantas se han extinguido por diversas causas, tales como el cambio climático, la destrucción de los ecosistemas y la participación de los humanos en la reducción de las poblaciones de animales y plantas. Pero hay una empresa estadounidense que planea desextinguir varios animales famosos.
Colossal Biosciences es una empresa que se dedica a crear tecnologías innovadoras para la restauración de especies, la protección de especies en peligro de extinción y la repoblación de ecosistemas críticos. Hace poco, esta empresa estadounidense logró un avance para revivir al mamut, pero ahora es el turno del tilacino, o también llamado el tigre de Tasmania.
En octubre del 2024, se informaba que un equipo de Australia encontró, en el fondo de un viejo armario del Museo de Melbourne, una cabeza de un animal extinto de hace más de 100 años. Dicha cabeza se encontraba en etanol, lo que permitió que se conservara en un muy buen estado.
Restos del tigre de Tasmania hallado en un balde en un museo (Andrew Pask)
Dentro de esta cabeza, se encuentra material genético que es muy valioso para los científicos, encontraron ARN, la cual es una molécula que contiene información acerca del funcionamiento del cuerpo del animal cuando estaba vivo.
El ARN es muy importante si se trata de revivir a un animal extinto, ya que no suele conservarse muy bien con el tiempo. Además, el ARN encontrado le permite a los expertos saber cómo olía, cómo se veía o hasta que podía saborear el animal.
Colossal Biosciences ha invertido bastante dinero en el laboratorio de genética en la Universidad de Melbourne para lograr más avances y desextinguir al tigre de Tasmania. Sin embargo, los científicos han podido crear el genoma más detallado de este animal extinto, pero el nuevo reto que se presenta es encontrar a un animal vivo que sea genéticamente más cercano al tigre de Tasmania.
Los expertos consideran que el animal más cercano al tilacino es el dunnart de cola gorda, un marsupial que vive en Australia. Por lo que planean usar células madre de este animal y modificarlas para que se parezca lo mayor posible al tigre de Tasmania. Los científicos creen que pueden revivir a este animal en unos 3 o 5 años.
Es posible “revivir” al tigre de Tasmania, ya extinto
Agosto de 2022.- En los últimos años, una idea radical para apoyar la recuperación de ecosistemas dañados ha cobrado fuerza: resucitar especies que se han extinguido y reintroducirlas en la naturaleza. Los defensores de la “desextinción” sostienen que regiones enteras podrían beneficiarse al devolver a sus antiguos hábitats especies que desempeñaban un papel ecológico importante.
Los animales creados en laboratorio no serían las especies exactas que se extinguieron, sino híbridos de esas especies con sus ADN completados por parientes vivos. El proyecto de desextinción más conocido es el intento de recuperar una versión del mamut lanudo a partir de empalmar su genoma con el del elefante asiático.
El trabajo ha sido un proyecto de larga duración del genetista de Harvard George Church, quien recientemente cofundó la empresa de biociencia Colossal, con 75 millones de dólares de financiación privada, para acelerar la investigación.
Colossal ha anunciado recientemente su asociación con un grupo de investigadores de la Universidad de Melbourne (Australia) para trabajar en la desextinción de otro animal: el tilacino, también conocido como tigre de Tasmania. Este marsupial depredador australiano se extinguió hace menos de un siglo.
Andrew Pask en el laboratorio (Colossal Biosciences)
“Trabajamos en la extinción del tilacino desde hace unos diez años en mi laboratorio, pero la asociación con Colossal, empresa que tiene una riqueza increíble de conocimientos y una enorme cantidad de tecnología, puede aportar mucho al trabajo realizado”, cuenta Andrew Pask, jefe del laboratorio de restauración del tilacino en la Universidad de Melbourne.
Los científicos que están detrás del proyecto creen que traer de vuelta a la criatura restablecería el equilibrio ecológico en la isla de Tasmania al reintroducir un depredador superior que mantenía controlados a otros animales. El trabajo también podría ayudar a desarrollar tecnología, como herramientas de ingeniería genética y vientres artificiales, que podrían apoyar otros trabajos de conservación.
Pero los escépticos sostienen que los problemas de ingeniería genética que han frustrado anteriores intentos de recuperar el tilacino siguen presentando importantes obstáculos, y que el trabajo de desextinción podría distraer de otros esfuerzos de conservación para ayudar a los animales que se enfrentan actualmente a la extinción. La ética de traer de vuelta a una criatura extinguida también es objeto de un acalorado debate.
“No veo ninguna dificultad en reinsertar al tilacino en los ecosistemas modernos. Hay un espacio que sigue esperándolo”, argumenta Chris Johnson, ecologista de la Universidad de Tasmania quien estudia la extinción. “Pero ya hemos pasado por esto. La desextinción del tilacino ha sido un tema en Australia durante al menos 20 años, y no ha llegado a ninguna parte”.
Características del tigre de Tasmania
El tilacino (Thylacinus cynocephalus) era un marsupial que llevaba a sus crías en una bolsa como la de un canguro (Thylacinus viene de la palabra griega thulakos que significa bolsa), pero se parecía más a un perro delgado con una cola rígida y gruesa.
El animal recibió el apodo de tigre de Tasmania por su característica espalda baja rayada. Vagó por la Tierra durante millones de años, probablemente desde principios del Pleistoceno, recorriendo gran parte de Australia y Nueva Guinea.
Seminocturno y principalmente solitario, el tilacino era probablemente un depredador de emboscada que cazaba presas de tamaño pequeño o mediano por la noche.
La recuperación del tigre de Tasmania puede impactar en los ecosistemas
Hoy los ecosistemas de Tasmania están amenazados por la desaparición de su “tigre”. La pérdida de un depredador de primer orden ha dejado una sobreabundancia de pequeños macrópodos, una familia de marsupiales como los wallabies de cuello rojo y los pademelones de Tasmania. Estos animales han dañado la vegetación local por el sobrepastoreo, creando inestabilidad ecológica y amenazando a otros herbívoros.
Recuperar el tilacino podría, en teoría, ayudar a mantener bajo control a estos animales más pequeños. Los depredadores ápice también ayudan a frenar la propagación de enfermedades entre sus presas, como la enfermedad del tumor facial del diablo, un cáncer transmisible que se está extendiendo entre los “demonios” de Tasmania. Pero resucitar una especie de la extinción presenta importantes retos científicos.
Cómo se recupera a una especie extinguida
Cualquier proyecto de desextinción debe empezar por el pariente vivo más cercano al animal en cuestión, afirma Pask. El del tilacino es el numbat, un pequeño marsupial insectívoro originario de Australia Occidental cuya secuencia genómica se descifró a principios de este año.
Los numbats y los tilacinos compartieron un ancestro hace entre 40 y 35 millones de años, y las dos especies comparten hasta el 95% de su ADN. El genoma del numbat podría, por tanto, servir como una plantilla que, utilizando la tecnología de edición de genes como CRISPR, podría ser retocada para parecerse al genoma del extinto tilacino, que fue secuenciado por primera vez en 2017 utilizando muestras de museo.
“Somos muy buenos sintetizando grandes fragmentos de ADN, por lo que ahora diseñamos genéticamente esa célula viva (de numbat) para convertirla en un genoma de tilacino”, explica Pask. “Luego solo hay que volver a convertir esa célula en un animal vivo”.
Sin embargo, el genoma disponible del tilacino es fragmentario y rellenar algunos de sus vacíos sigue siendo un reto. Podría ser más complejo diseñar genéticamente un tilacino proxy que un mamut lanudo proxy, por ejemplo, porque este último está más relacionado con su molde vivo, el elefante asiático, que el tilacino con el numbat.
Sin embargo, los esfuerzos por recuperar el tilacino tienen una ventaja, según Pask, y es que la extinción del animal fue relativamente reciente. Los científicos disponen de un amplio biobanco de información sobre la especie, así como de muestras de museo y de laboratorio, que incluyen cráneos, esqueletos, excrementos e incluso crías embrionarias conservadas, encontradas originalmente en las bolsas de sus madres.
Tom Gilbert, genetista de la Universidad de Copenhague, quien no participa en el proyecto del tilacino, cree que la desextinción es una idea intrigante y que puede beneficiar a la investigación, pero es escéptico sobre la viabilidad del trabajo.
A principios de este año, el equipo de Gilbert publicó un estudio sobre su intento de recuperar el genoma de la rata de la Isla de Navidad (un territorio sin autogobierno de Australia situado en el Océano Índico) que se extinguió a principios del siglo XX. Para ello utilizaron como plantilla el genoma de la rata parda de Noruega, que está estrechamente relacionada.
Incluso con muestras biológicas de la rata de la Isla de Navidad y un genoma de alta calidad de una especie similar, fue imposible recuperar por completo casi el 5% del ADN de la rata extinta. Esa cantidad de información genética perdida dificultaría los esfuerzos de desextinción, según cuenta Gilbert, y cualquier animal resucitado podría diferir significativamente de la especie original.
“El numbat no se parece en absoluto a un tilacino”, sostiene Gilbert. “Están cambiando el numbat para que se parezca más al tilacino”. Y completar la información genética que falta, dice, implicaría tomar decisiones sobre cómo modificar el animal. “En última instancia, te ves obligado a ser extremadamente parcial en lo que decides cambiar”.
Uno de los riesgos, señala Gilbert, es que esos cambios podrían hacer que el animal estuviera mal equipado para sobrevivir en la naturaleza.
Nacido en un laboratorio
Aunque se puedan superar estos retos de la ingeniería genética, para conseguir que un animal vuelva a la vida después de la extinción sería necesario cultivar una cría a partir de una célula viable. La tecnología para hacerlo en el caso del tilacino aún no existe, pero podría resultar más fácil que en el caso del mamut lanudo, que tiene un período de gestación de 22 meses. En comparación, un tilacino es mucho menos complicado, ya que se desarrolla tras un mes en el útero y otras 12 a 16 semanas en la bolsa.
Desde hace más de un año, Colossal trabaja en dos dispositivos diferentes para la gestación del tilacino: un útero artificial para convertir el embrión en feto, y una bolsa artificial para pasar de cachorro a cría independiente. “Ninguno de los dos está completo, pero ahora mismo estamos avanzando en ellos”, precisa Ben Lamm, cofundador y director general de Colossal. La gestación subrogada, es decir, que otro animal albergue el embrión, es también una posible solución.
Si todo funciona como se pretende, aún se necesitarían años para que los tilacinos progenitores salgan del laboratorio. Lamm no tiene un calendario disponible, pero cree que el proyecto podría ser más rápido que el esfuerzo del mamut lanudo, que requerirá al menos seis años.
Una vez desarrollada, dice Lamm, esta tecnología puede tener varias aplicaciones. El desarrollo de dispositivos de gestación y maduración artificial podría ayudar a la conservación de otros marsupiales en peligro, como la repoblación de los koalas muertos por los incendios forestales de los últimos años.
Michael Archer, paleontólogo especializado en vertebrados australianos de la Universidad de Nueva Gales del Sur, dirigió en 1999 un intento de recuperar al tilacino, pero el proyecto se interrumpió porque el ADN de la muestra estaba demasiado degradado. Aunque no está involucrado en el nuevo esfuerzo de Colossal, Archer se siente entusiasmado con el proyecto.
“Estoy encantado, por supuesto, de ver que otra persona comparte mi misma convicción, y deberíamos ser capaces de hacerlo cuando la tecnología se ponga al día con la imaginación”, asegura Archer.
Video del año 1935, revela últimas imágenes del extinto tigre de Tasmania
Un equipo de restauración digital del Archivo Nacional de Cine y Sonido de Australia (NFSA, por sus siglas en inglés), que revisaba un registro australiano de 1935 sobre experiencias de viajes descubrió que en su contenido se encontraban las últimas imágenes que se conocen de un tigre de Tasmania. Cabe recordar que el último tigre de Tasmania en cautiverio murió en el zoológico de Hobart en 1936.
En el material, recientemente restaurado y digitalizado en 4k, se puede observar a un ejemplar macho de tigre de Tasmania que pasea tranquilamente por su recinto.
La grabación fue hecha a finales de marzo de 1935, solo año y medio antes de que este también llamado lobo marsupial o tilacino, el último miembro viviente de su género, muriera.
Dado que son muy pocos los vídeos existentes, las grabaciones de tigres de Tasmania son consideradas extraordinariamente raras. Tanto así, que todas no alcanzan a sumar los 3 minutos. Con esta nueva escena, se añaden 21 valiosos segundos a ese total.
El desconocido narrador de la película habla sobre la rareza del animal. De hecho, este es el único vídeo con sonido producido profesionalmente y proyectado al público mientras un espécimen aún vivía en cautiverio.
El tigre de Tasmania, que se distingue fácilmente por su parte trasera a rayas, también es un oponente peligroso. Aunque como ocurre con el diablo, se ha convertido en un espécimen muy raro, ya que el avance de la civilización le obliga a abandonar su hábitat natural. Este es el único que existe en cautiverio en todo el mundo.
En el video aparece Benjamin
Realmente resulta fascinante ver en movimiento a este marsupial carnívoro al que llamaron ‘Benjamin’ luego de que muriera. Su apariencia podríamos describirla como una especie de híbrido entre perro y tigre.
El material ha sido hallado dentro de un diario de viaje titulado Tasmania the Wonderland, que se dice fue grabado por el cineasta australiano Sidney Cook (1873-1937). El filme de 35 mm de nueve minutos está incompleto y no contiene créditos finales.
La grabación del metraje inició el 17 de enero de 1935 y su rodaje tuvo lugar en gran parte en la isla de Tasmania. Lamentablemente, solo pudieron ser recuperadas escenas al interior y en las cercanías de la ciudad de Hobart, donde estaba situado el zoológico de Beaumaris, lugar donde Benjamin vivía junto a otras especies.
El último conocido
El último tigre de Tasmania conocido murió en el Zoológico de Hobart en 1936. La especie fue perseguida hasta la extinción deliberada por los agricultores indignados ante el número de ovejas muertas por esos animales carnívoros.
Sin embargo, en décadas posteriores se han reportado miles de avistamientos en Tasmania y de Australia continental.
En 2005, la revista The Bulletin ofreció una recompensa de un millón de dólares por la captura de un tigre de Tasmania vivo.
Algunos científicos incluso han hablado de la resurrección de la especie a través de patrones de clonación que recuerdan a la película “Parque Jurásico”.
Fuentes: El Informador, Infobae, National Geographic, Grandes Medios, BBC.