Síntesis Obrera

Foto del día: Un año después del inicio de la pandemia que sacudió al mundo, el corte de caja indica que América Latina y el Caribe tuvo pérdidas fuertes en su mercado laboral. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la crisis sanitaria dejó sin empleo a 26 millones de personas en la región. La tasa de ocupación promedio en la región fue de 51.7% en 2020, lo que equivale a seis puntos menos que lo observado en todo 2019. “Ello constituye un valor mínimo histórico y significó una disminución de orden del 10% de la ocupación total”, resaltó el organismo internacional en su nota técnica Transitando la crisis laboral por la pandemia: Hacia una recuperación del empleo centrada en las personas. (Vía El Economista)

 

Producción de autos cae 12% en el primer trimestre

 El Sol de México

La producción y las exportaciones de autos ensamblados en México cayeron 12 y 14.1 por ciento en el primer trimestre del año, respectivamente, afectadas por el desabasto de semiconductores y el paro técnico de plantas debido a la crisis energética de febrero.

Las contracciones del primer trimestre fueron incluso mayores a las registradas en el mismo periodo del año pasado, cuando la industria tuvo que cerrar plantas en marzo debido a la pandemia, de acuerdo con datos del Inegi.

La industria automotriz mundial se ha enfrentado este año a la escasez de semiconductores, necesarios para distintas partes de los vehículos.

La Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) advirtió desde enero que la producción nacional continuaría a la baja hasta mayo o junio debido a la falta de insumos.

Aunado a ello, las caídas de producción y exportaciones en febrero, debido al corte de suministro de gas desde Texas a México, a causa de un frente frío, afectaron a las cifras de la industria en el primer cuarto de este año.

A mediados de febrero, 13 de las 24 plantas automotrices del país tuvieron que realizar paros técnicos no programados por la falta de gas y por los apagones que hubo en todo el país como consecuencia del desabasto de este energético.

Pero los paros continuaron en el tercer mes del año. Nissan, General Motors, Audi y Volkswagen, entre otras, tuvieron que detener actividades por la falta de semiconductores.

Esto llevó a que las exportaciones de unidades cayeran 13.2 por ciento respecto a marzo de 2020, para sumar 256 mil 119 unidades, la cifra más baja para un tercer mes del año desde 2016.

Pese a ello, la producción nacional de autos creció 12.5 por ciento a tasa anual, la primera cifra positiva en el año, esto debido a la base comparativa de marzo de 2020, cuando las armadoras detuvieron la producción por la crisis sanitaria.

“El tema de los semiconductores ha afectado los ritmos de producción de las diferentes marcas”, dijo el director general de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), Fausto Cuevas.

Tanto la AMIA, como la Industria Nacional de Autopartes (INA) mexicana prevén que en la segunda mitad del año se resolverán los efectos de la escasez de chips en el sector, aunque advirtieron que ello también dependerá de la situación política y social en el gran fabricante Taiwán.

Por su parte, Oscar Albin, presidente de la INA, prevé que durante las próximas dos semanas la industria seguirá sufriendo los impactos que tuvo el clima gélido en Texas en la producción de resinas plásticas, que obligó a cerrar plantas y afectó a la fabricación de algunos componentes como tableros y puertas. Con información de Reuters

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De 300 empleos perdidos por la crisis, Amexme León ha recuperado 80 con la reactivación

 Zona Franca

León, Gto. De los 5 mil empleos que generan las empresas agremiadas a la Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias (Amexme) en León, trescientos fueron recortados a causa de la crisis de la pandemia. Ahora, con los cambios de semáforo de reactivación, sólo han podido recontratar a ochenta.

Así lo detalló la presidenta de Amexme, Leticia Venegas Ramírez, quien expuso que si bien han recibido distintos financiamientos y créditos para que las empresas no cierren, el golpe económico ha sido muy fuerte, en particular para el sector cuero calzado.

Leticia Venegas consideró que ahora que avanza el proceso de vacunación contra la COVID, esperan que no exista un retroceso en el semáforo de reactivación.

“Ahora que empezó la vacunación todas estamos contentas porque viene una luz al final del túnel. En esa parte económica hemos tenido un avance importante, algunas (empresarias) han manifestado que tienen un 20% de recuperación, otras han manifestado que tienen un 70% de recuperación.

“En la recuperación económica los empleos no se han recuperado del todo, los casi 300 empleos que se perdieron entre directos e indirectos de los cinco mil que nosotros conformamos, se han recuperado solamente 80 de ellos”, detalló.

La presidenta de Amexme recordó que han tenido pérdidas económicas superiores a los 50 millones de pesos, por lo que esperan este año recuperarse un poco.

“Ahora con esta vacunación que ya se escuche que se van a empezar a atender otro tipo de edades para venir otra tanda pues nos da un respiro. Sin embargo, el daño económico esta y hemos tenido pérdidas de más de 50 millones de pesos. La recuperación está muy lenta”, advirtió.

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Un año de pandemia: 26 millones de personas perdieron su empleo en AL

 El Economista

Un año después del inicio de la pandemia que sacudió al mundo, el corte de caja indica que América Latina y el Caribe tuvo pérdidas fuertes en su mercado laboral. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la crisis sanitaria dejó sin empleo a 26 millones de personas en la región.

La tasa de ocupación promedio en la región fue de 51.7% en 2020, lo que equivale a seis puntos menos que lo observado en todo 2019. “Ello constituye un valor mínimo histórico y significó una disminución de orden del 10% de la ocupación total”, resaltó el organismo internacional en su nota técnica Transitando la crisis laboral por la pandemia: Hacia una recuperación del empleo centrada en las personas.

Si bien, la contracción en el empleo generó una migración a la desocupación, el mayor tránsito de trabajadores se concentró en la salida de la fuerza de trabajo, es decir, personas que perdieron la esperanza en reincorporarse al mercado y se quedaron en la inactividad laboral. De las 26 millones de personas que perdieron su empleo, poco más de 20 millones estuvieron en esta situación.

“Estas salidas de la fuerza laboral contuvieron fuertemente el impacto de la pérdida de puestos de trabajo sobre la tasa de desocupación. Por lo tanto, en comparación con crisis anteriores, la tasa de desocupación ha reflejado solamente en forma parcial la magnitud de las dificultades por las que han venido atravesando los mercados laborales de la región”, acotó Roxana Maurizio, autora del informe.

Sin embargo, el maquillaje que le dio la fuerte transición a la inactividad laboral a las tasas de desempleo podría desvanecerse a lo largo del 2021. La especialista advirtió que este año podría registrarse “un aumento importante de la tasa de desocupación cuando retornen a la fuerza de trabajo las millones de personas que habían dejado de participar en la fuerza laboral”.

De acuerdo con la OIT, el fuerte impacto de la covid-19 en el mercado laboral de América Latina fue agravado por problemas estructurales preexistentes como la alta informalidad, la desigualdad, la escasa cobertura de protección social, la baja productividad, el trabajo infantil y el trabajo forzoso, algunas de las características que tenía la región antes de vivir los efectos de la pandemia y que continúan siendo una asignatura pendiente.

Pero los efectos en el empleo no son la única “marca de agua” que dejó la pandemia, a nivel global se perdió el 8.8% de las horas de trabajo. En la región de América Latina y el Caribe esa cifra fue casi el doble, con una baja de 16.2 por ciento.

Esta combinación entre empleos y horas trabajadas pérdidas dieron como resultado una caída en los ingresos laborales de la región. Dado que los recursos provenientes del trabajo representan alrededor del 80% de los ingresos totales familiares en la región, la contracción de los mismos, especialmente en la parte baja de la distribución, impactó fuertemente y de manera desigual a los hogares.

Informalidad, válvula de escape

La crisis tuvo repercusiones tanto en el empleo formal como en la ocupación informal, aunque el segundo tuvo un impacto más fuerte. Sin embargo, la realidad ha comenzado a cambiar y la informalidad se posiciona como la válvula de escape para sortear el impacto económico de la pandemia.

Según los datos disponibles de siete países de la región, la recuperación del empleo en la segunda mitad de 2020 ha estado impulsada casi por completo por el crecimiento del empleo informal. Estas ocupaciones estarían dando cuenta de más del 60% del aumento total del empleo.

“Existe un alto riesgo de informalización que se suma a los ya elevados niveles de informalidad laboral que tenían los países antes de la pandemia”, advirtió Roxana Maurizio.

El déficit de empleo formal afectará con mayor fuerza a algunos grupos, tal es el caso de jóvenes, mujeres y adultos con menor preparación, poblaciones que estructuralmente presentan mayores dificultades para insertarse en el mercado formal, agregó la especialista.

Por otra parte, el colapso macroeconómico en la región y la contracción del mercado laboral amplió las brechas que ya se experimentaban, en especial las de género.

Vinícius Pinheiro, director de la OIT para América Latina y el Caribe, afirmó que la recuperación del mercado de trabajo requiere de “acciones ambiciosas”. El reto no es sólo generar más empleo, también mejorar las oportunidades laborales que se creen.

“Ahora toca volver a generar los empleos perdidos por la pandemia y crear nuevas oportunidades de trabajo decente”, dijo el dirigente regional, al señalar que pese a las adversidades se deben tomar medidas y lograr consensos para que “2021 sea el año de la vacunación y de la recuperación económica con generación de más y mejores puestos de trabajo”.

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La industria de chips tiene otro problema: su huella de carbono

 El Financiero

Día y noche, cientos de camiones llegan al Parque Científico del Sur de Taiwán para verter concreto en lo que será la fábrica de chips más avanzada del mundo.

Es una tarea gigante que se adapta a las ambiciones descomunales de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), el fabricante de chips preferido del mundo. El costo estimado de la instalación de TSMC será de 20 mil millones de dólares, aproximadamente tres veces más grande que el costo de la gigafábrica de Tesla, de Elon Musk, cerca de Berlín.

Y su huella de carbono estará a la altura.

A medida que la vida se vuelve cada vez más digital, la demanda de semiconductores aumenta, y los chips son el componente clave de aplicaciones, desde lavadoras hasta inteligencia artificial.

Pero toda esa potencia informática tiene un coste. Silicon Valley habla mucho sobre sostenibilidad, pero la realidad es que la fabricación de chips es un negocio que requiere una gran cantidad de recursos.

En un artículo de octubre de 2020, investigadores dirigidos por Udit Gupta de la Universidad de Harvard utilizaron informes públicos de sostenibilidad de empresas como TSMC, Intel y Apple para demostrar que, a medida que la informática se vuelve cada vez más omnipresente, “también lo hace su impacto ambiental”.

Se espera que para 2030 la tecnología de la información y la computación represente hasta 20 por ciento de la demanda mundial de energía, y el hardware es responsable de más de esa huella que de la operación de un sistema, encontraron. “La fabricación de chips, a diferencia del uso de hardware y el consumo de energía, representa la mayor parte de la producción de carbono”, concluyeron los investigadores.

Como lo implica el título del documento, Persiguiendo el carbono: la elusiva huella ambiental de la informática, ese es un hecho poco conocido e incómodo para los gobiernos que impulsan la fabricación de chips de alta gama.

El impulso del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para establecer plantas de fabricación de vanguardia en EU corre el riesgo de chocar con su agenda amigable con el medio ambiente, en tanto que los planes de la Unión Europea para desarrollar la producción de chips podrían poner a prueba su compromiso de ser el primer continente que alcance la neutralidad climática para 2050.

Las compañías de semiconductores reconocen ampliamente que existe un problema de huella de carbono, aunque enfatizan en las acciones que están tomando para mitigar sus emisiones.

Hay una paradoja en juego. La industria promociona los avances tecnológicos que han permitido que los chips se vuelvan increíblemente poderosos al tiempo que operan con una mucho mayor eficiencia, reduciendo drásticamente el uso de energía durante su vida útil. Sin embargo, con miles de millones de transistores ahora apiñados en un solo chip, producirlos es un trabajo cada vez más complicado.

Para que un disco de silicio pase por las múltiples etapas requeridas para procesarlas en el producto terminado se necesitan de tres a cuatro meses. Las obleas se abren paso a lo largo de filas de máquinas que se colocan en capas sobre materiales microscópicos, se queman en patrones y raspan las porciones innecesarias en procedimientos que están completamente automatizados. El enjuague con grandes cantidades de agua ultrapura es un componente clave. Y con cada nueva generación de chips, se va requiriendo más electricidad, más agua y se emiten más gases de efecto invernadero.

El resultado es que los fabricantes de chips más avanzados ahora producen una huella de carbono mayor a la de algunas de las industrias tradicionalmente más contaminantes. En 2019, por ejemplo, las divulgaciones de la compañía muestran que las fábricas de Intel usaron más del triple de agua que las plantas de Ford Motor y crearon más del doble de desechos peligrosos.

“La tendencia general es que el consumo de energía está aumentando, el consumo de agua está aumentando a medida que los chips se vuelven cada vez más complejos”, dijo Marie García Bardon, investigadora principal del centro de nanotecnología Imec en Bélgica, que realiza un trabajo pionero en la estimación de huella de carbono de la industria.

Gary Dickerson, director ejecutivo de Applied Materials, con sede en California, el mayor fabricante mundial de equipos para chips, dijo que la responsabilidad recae en los líderes de la industria para garantizar que los avances que hacen posible los semiconductores sean sostenibles.

El mundo está “en la mayor inflexión de nuestras vidas”, dijo, contrastando los desarrollos con la revolución industrial impulsada por el carbón y el petróleo. “Tuvo un impacto positivo y muy significativo en el mundo”, comentó en una entrevista. “Pero el legado no es tan grande desde el punto de vista del cambio climático”.

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GM y Ford reducirán producción en México y EU por escasez de chips

 La Jornada

General Motors Co y Ford Motor Co dijeron este jueves que recortarán más la producción de vehículos debido a la escasez de semiconductores que ha afectado a la industria automotriz mundial.

La Casa Blanca planea realizar una cumbre sobre el problema de la escasez de chips el próximo lunes, la que se espera que incluya a la presidenta ejecutiva de GM, Mary Barra, y al presidente ejecutivo de Ford, Jim Farley, y a los principales ejecutivos de firmas de tecnología.

Un grupo de la industria automotriz estadunidense instó esta semana al gobierno a ayudar y advirtió que una escasez global de semiconductores podría resultar en 1.28 millones de vehículos menos construidos este año e interrumpir la producción por otros seis meses.

El presidente Joe Biden quiere al menos 50 mil millones de dólares para ayudar a impulsar la producción de semiconductores en Estados Unidos, pero eso no abordará las necesidades a corto plazo.

“Esto es algo en lo que hay una gran atención al más alto nivel del gobierno”, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.

El mayor fabricante de automóviles de Estados Unidos señaló que recortará la producción durante dos semanas en su planta de ensamblaje de Spring Hill, que fabrica las populares SUV, a partir del lunes, y reducirá una semana de producción de Chevrolet Blazer en su planta de Ramos Arizpe, Coahuila, México, y su fábrica de Lansing Delta Township, en Michigan.

Lansing Grand River Assembly de GM extenderá su tiempo de inactividad hasta la semana del 26 de abril, mientras que sus plantas CAMI Assembly (Canadá) y Fairfax Assembly extenderán la suspensión de su producción hasta la semana del 10 de mayo.

Ford, el segundo fabricante de automóviles más grande de Estados Unidos, indicó que cancelará la producción la próxima semana en su planta de ensamblaje de Chicago, su planta de ensamblaje de Flat Rock y parte de su planta de ensamblaje de Kansas City. También operará su planta de ensamblaje de Ohio en un horario reducido.

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