Instinto de conservación
Por: Juan Miguel Alcántara Soria / @jalcants
El busto de Tatik (papá, en tzotzil), fue develado por gobernador y alcalde en la explanada remodelada del Mercado Irapuato. Frente a la casa en que de niño vivió. Aquí nació el 3 de noviembre de 1924. Sus padres, Lupe y Maclovio, se conocieron en EU, inmigrantes ilegales. Primero de sus cinco hijos, Samuel, a los 13 años se fue de al Seminario de León. Estudió Teología, en la Universidad Gregoriana, en Roma. Allá ordenado sacerdote en 1949. Rector del Seminario diocesano de León, en 1954. En 1959, a los 35 años, Juan XXIII lo hace obispo -el más joven del país- y lo envía a San Cristóbal de las Casas (permaneció hasta 1999). El Papa también lo convocó a Roma al Concilio Vaticano II (1962-1965), que tenía, entre otros ejes: diálogo con el ateísmo, unidad de las iglesias, y los pobres. La Conferencia del episcopado en Medellín lo llevó a explicitar en 1979 su compromiso de “opción por los pobres”, fusionando religión católica y cosmovisión indígena, y dialogar el sentido de lo divino de los pueblos originarios con la Biblia. Y es que, así como la Iglesia Católica aprendió en siglos a ser un “aparato digestivo, come-piedras de todo el mundo”, Samuel aprendió igual, a reconocer los “signos de los tiempos”. Y buscó, en lo posible, encarnar al “Signo de Contradicción”, en su circunstancia.
Mi padre-coetáneo y de barrios colindantes- convivió con él en el seminario de León 8 años. “Le disgustaba lo calificaran abajo de 10”. Los indígenas le enseñaron a ser humilde: “a mirar no solo el Cielo, sino hacia abajo y hacia adentro”. Y reconoció: “Es urgente una conversión personal y un cambio profundo en la estructura de la sociedad, porque no se da una cosa sin la otra” (Confirmó y apadrinó a mis dos hermanos).
Como Bartolomé de Las Casas-obispo también en Chiapas, 500 años antes-, fue igual radical defensor de la dignidad y de los derechos de los pueblos indígenas. En 1989 al fundar el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, expuso: “Yo soy yo y mis circunstancias, yo soy yo y mis causas, que son las de ustedes (…) No podemos limitar nuestra preocupación a los derechos individuales, sino colectivizar nuestra organización a niños, mujeres, presos…”. Aprendió latín, griego, hebreo, italiano, francés, alemán; y tzotzil, tzeltal, chol y tojolabal: ser puente-paciente-escuchador. Mediador clave en los diálogos de paz, luego del levantamiento del zapatismo el 1º de enero de 1994. (Ese abril Luis Álvarez, presidente del PAN, me pidió ir a recoger testimonios en San Cristóbal de las Casas, y pulsar en lo posible levantamiento. Entrevisté al obispo, lo que fue insumo para posicionamientos de Luis). Promovió una Iglesia incluyente, donde todos tienen lugar, especialmente pobres y marginados.
Atacado, también distinguido: Los premios Simón Bolívar, (Unesco), de Derechos Humanos (Nüremberg). Bartolomé de las Casas, de España. Doctorados Honoris Causa. Dos veces nominado al Nobel de la Paz. En febrero de 2016, a cinco años de su muerte, el Papa Francisco rindió tributo a Tatik: le llevó flores y rezó en su tumba en la catedral de San Cristóbal de las Casas. Bendijo su apertura a otros legados culturales, a la digestión del “monstruo come-piedras”. Apreciado en distintas confesiones por sus aportes al diálogo interreligioso.
No fue ángel ni comandante guerrillero. Fue pecador estándar buscando traducir a términos de vida las Bienaventuranzas de los más marginados en sus circunstancias. Siguen vigentes: su “llamado a la congruencia y al cambio personal; la paciencia y capacidad de escuchar al otro y la otra; la no violencia activa como alternativa para construir una sociedad donde quepan todas y todos; el no tener miedo y afrontar las consecuencias de las opciones que debemos de asumir. Y a mantener la esperanza en alto, a pesar de los pesares”. Honroso participar en concretar, aquí y ahora el busto-obra de Laura Badillo-, para hacer memoria ¡de un irapuatense universal!
Tomada de Milenio León.