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¿Podría ser esta losa grabada hallada en Bretaña el primer mapa de la historia de Europa?

Esta noticia hará las delicias de todos los amantes de la cartografía: ha sido identificada lo que podría tratarse de la representación geográfica más antigua de un territorio en Europa.

Grabado en una losa de piedra de esquisto, el vetusto mapa data de la Primera Edad del Bronce, entre el 2150 y el 1600 a.C. Un equipo de arqueólogos franceses dedicó varios años a su estudio tras ser desenterrado originalmente en 1900 en el departamento de Finisterre, en Bretaña, al oeste de Francia.

La historia de este mapa prehistórico es singular porque se trata – más que de un hallazgo – de un redescubrimiento. En efecto, esta losa de esquisto -de 2,20 m de largo por 1,53 m de ancho y 0,16 m de grosor- había sido descubierta por primera vez en el túmulo de Saint-Bélec en 1900 por Paul du Chatellier y trasladada por este a su casa.

Allí el arqueólogo bretón había construido un museo privado para exponer las piezas halladas durante sus numerosas excavaciones. Tras su muerte, su familia vendió su colección, incluida la famosa losa, al Museo Nacional de Arqueología de Saint-Germain-en-Laye, cerca de París.

Almacenada en el foso y luego en las bodegas del castillo que alberga este museo, la piedra se desvaneció más o menos en el olvido hasta su redescubrimiento décadas después, en 2014, tras una auténtica búsqueda del tesoro.

Yvan Pailler y Clément Nicolas, los responsables de este rescate del olvido, realizaron numerosos análisis y digitalizaron la losa en 3D. Gracias a este trabajo y al estudio de otras representaciones elaboradas por pueblos prehistóricos y más contemporáneos (tuaregs, papúes, aborígenes australianos), pudieron comprender mejor los motivos reproducidos en el esquisto.

De este modo, se puso de manifiesto una red de formas diferentes unidas entre sí por líneas. Algunas de estas formas están grabadas más profundamente, como para resaltarlas y marcar su importancia, como el dibujo trapezoidal del centro de la estela.

Los arqueólogos sugieren que la estela representa el espacio dominado por una “entidad política” de la época, donde los centros de poder se identifican por estas formas más pronunciadas. Los miembros de esta comunidad de la Edad del Bronce probablemente reprodujeron en el mapa el espacio mental que les correspondía.

El siguiente paso fue vincular esta representación con un entorno real. Los dos autores supusieron que la losa había sido desenterrada en un lugar muy concreto, el túmulo de Saint-Bélec. En este lugar funerario, la piedra ocupaba una posición también bastante singular, ya que era uno de los muros del recinto funerario.

Por ello, los arqueólogos han “georreferenciado” los grabados para tratar de encontrar una resonancia en el espacio geográfico cercano al túmulo. Así, según ellos, la losa correspondería a una zona de unos 30 km de longitud que sigue el curso del Odet, un río que nace en las Montañas Negras.

Varios elementos siguen interrogando a los investigadores. Se preguntan por qué se encontró esta losa en una tumba y plantean varias hipótesis.

Esta tumba podría ser la del último representante del linaje, desaparecido a finales de la Edad de Bronce, de los príncipes que reinaron sobre Armórica y este territorio de las Montañas Negras. O bien, podría tratarse de la sepultura de un escribano, autor de este mapa que habría sido enterrado como estos príncipes en un túmulo, en un último gesto de la tradición.

La leyenda del mapa sigue siendo enigmática. Según los arqueólogos, ciertos motivos recurrentes podrían representar minas o manantiales. Ya en el siglo pasado, Paul du Chatellier, el primer descubridor, ante estas formas, había expresado cautela: “no nos dejemos llevar por la fantasía”.

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