Dos problemas mundiales: el techo de deuda de EEUU y la crisis del modelo económico chino

Por: Alejandro Gómez Tamez / @alejandrogomezt *

Son  días de gran nerviosismo a nivel mundial. Son muchos los temas que mantienen la atención de inversionistas y analistas. Más allá de ver cómo se ha debilitado el proceso de recuperación económica en la mayoría de naciones, hay dos temas que deben ser resueltos en el corto plazo, mismos que abordo en esta entrega: necesidad de elevar el techo de endeudamiento público en los Estados Unidos y el caso de la inmobiliaria china Evergrande. A continuación explico en qué consisten y las implicaciones de cada uno de estos temas:

Techo de endeudamiento de los Estados Unidos

Cómo lo señalé líneas arriba, uno de los principales factores de preocupación a nivel global es que se acaba el tiempo para que el Congreso de Estados Unidos eleve el techo de endeudamiento del sector público. Es verdad que después de la elección presidencial, en la cual fue derrotado Donald Trump, persiste una gran disputa partidista entre legisladores Demócratas y Republicanos. Sin embargo, por el bien económico del país, le corresponde al Congreso dejar de lado dichas disputas partidistas y autorizar el dinero para que Estados Unidos pueda pagar sus deudas, mismas que nunca se han dejado de pagar, pero esta podría ser la primera vez.

Como referencia tenemos que en 2011, Standard & Poor’s rebajó la calificación crediticia triple A de los EE.UU. Por primera vez, después de que el Departamento del Tesoro llegara a estar a pocos días de no poder pagar ciertos beneficios como el Seguro Social. En 2013, durante otro enfrentamiento, el gobierno de EE.UU. cerró durante 16 días hasta que el Congreso aprobó un proyecto de ley que financiaba al gobierno y aumentaba el límite de la deuda.

Hasta ahora los Senadores Republicanos han dicho que no votarán para elevar el techo de la deuda. Esto es evidente ya que no cooperan con los Demócratas dado que no les gustan los planes de crecientes y excesivos gastos por parte del presidente Biden. Es verdad que parece que lo más sensato es no permitir mayor endeudamiento, pero la realidad es que elevar el techo de la deuda en esta ocasión no es para pagar gastos futuros, sino que es para pagar las cosas que tanto demócratas como republicanos ya acordaron, como los recortes de impuestos de la era Trump, por ejemplo. Al mes de agosto de 2021 el saldo de la deuda del sector público de Estados Unidos asciende a 28.427 billones de dólares (trillions en inglés).

Los analistas Matt Egan y Phil Mattingly de CNN, nos muestran su desglose de lo que consideran son el mejor y peor escenario, respecto de lo que podría pasar en caso de que no se autorice el aumento al techo de endeudamiento:

Mejor caso: la economía estadounidense entraría en una recesión leve. E incluso eso provocaría un cortocircuito en la frágil recuperación de la pandemia de formas que no podemos anticipar por completo.

En el peor de los casos: un desastre financiero absoluto que durará meses. Se cerraría el flujo de  decenas de miles de millones de dólares en ayuda para la recuperación económica por el Covid-19. Los precios de las acciones se desplomarían. Los mercados crediticios se paralizarían. Se perderían hasta 6 millones de puestos de trabajo, según estimaciones de la calificadora Moody’s.

Si el escenario del peor de los casos parece más un problema para Wall Street que para la economía real, esto se debe pensar dos veces. Y es que si no aumenta el límite de deuda, también se detendrían los cheques de pago a los trabajadores federales, los beneficios de Medicare, los salarios militares, los reembolsos de impuestos, los cheques del Seguro Social y los pagos a contratistas federales.

En otras palabras, “nadie se salvaría”, dijo Maya MacGuineas, presidenta del Comité para un Presupuesto Federal Responsable. “Sería un desastre autoimpuesto del que no nos recuperaríamos, todo en un momento en el que nuestro papel en el mundo ya está siendo cuestionado”.

Caso Evergrande de China

En un artículo editorial publicado en el Wall Street Journal el pasado 22 de septiembre, titulado “Evergrande representa la economía de China en pocas palabras”, escrito por James Mackintosh, se hace mención de que el emproblemado conglomerado inmobiliario de Shenzhen, China, Evergrande, es una buena representación en miniatura de lo que es la economía china. Ambos han funcionado durante décadas sobre el principio de que valía la pena pedir prestado para crecer artificialmente a través del sector construcción; en el caso de Evergrande principalmente viviendas, en el caso de China no solo apartamentos, sino carreteras, ferrocarriles, aeropuertos y cualquier otra infraestructura.

Evergrande es un desarrollador de 25 años ubicado en la metrópolis sureña de Shenzhen. Tiene proyectos —unos 800 en progreso y distribuidos en más de 200 ciudades— en todas las provincias de China continental, según su informe anual más reciente.

El negocio de Evergrande se ha quedado sin acceso al crédito, en gran parte debido a los cambios de política pública por parte del gobierno chino. Xi Jinping, el líder más poderoso de China en décadas, ha enfatizado un papel más importante para el estado en la búsqueda de distribuir la riqueza de manera más equitativa. Los esfuerzos de su gobierno para frenar el alza en los precios de la vivienda empeoraron el problema de escasez de efectivo de Evergrande. Es así que los inversionistas han visto con preocupación cómo sus bonos, y los de otros desarrolladores inmobiliarios con problemas, han colapsado. De acuerdo con Mackintosh, el modelo económico de China también se ha quedado sin rumbo, y es probable que el proceso de ponerlo en una nueva vía de crecimiento traiga más equivocaciones en las políticas gubernamentales, como las que se cometieron en perjuicio de Evergrande.

A nivel mundial, ahora tendremos que lidiar con los riesgos a corto plazo de los posibles efectos de contagio de la caída de Evergrande, mientras evaluamos los efectos a largo plazo del cambio en el modelo económico de China. Ambos podrían tener serias implicaciones para el resto del mundo.

El peor escenario de impacto a corto plazo de la caída de Evergrande sería que provocaría un efecto dominó de quiebras a medida que los capitales huyen de otras compañías inmobiliarias chinas, que los precios de la vivienda y la tierra se desplomen, y los ahorradores chinos encuentran que los apartamentos vacíos en los que invirtieron valen menos de lo que pagaron. Los proveedores de hormigón, acero, alambre, tuberías y otros materiales de construcción colapsarían y el desempleo se dispararía. El impacto global comenzaría con los países que proporcionan el carbón, el mineral de hierro y otros productos básicos que China necesita, como Australia y Brasil, pero no se detendría allí.

Mientras tanto, el contagio financiero podría provenir de problemas por parte de aquellos que hicieron inversiones riesgosas concentradas en activos como acciones o bonos chinos, algo similar al colapso de Long-Term Capital Management en 1998.

Los mercados occidentales hasta ahora han mostrado poca preocupación de que pudiera ocurrir la situación  descrita en el peor escenario, ya que nadie cree que el gobierno de China lo vaya a permitir. Sin embargo, es imposible saber qué apoyo brindará la dictadura comunista de China a Evergrande. El camino más factible es que se opte por proteger a los proveedores, compradores de vivienda, pequeños inversionistas y ahorradores, a expensas de la dirección de Evergrande, los prestamistas, los inversores institucionales y, especialmente, los acreedores extranjeros.  En este sentido, de acuerdo con el WSJ, los participantes del mercado esperan que el gobierno de China permita que Evergrande no pague al menos parte de su deuda, dejando que los inversores extranjeros paguen gran parte de la factura. También esperan que China proteja a los muchos compradores y proveedores de viviendas a los que el desarrollador debe apartamentos y dinero.

En este sentido, los inversionistas que poseen los bonos en dólares estadounidenses de China Evergrande Group no recibieron un pago de intereses por parte del gigante inmobiliario este pasado jueves 23 de septiembre, dijeron personas familiarizadas con el asunto. Evergrande estaba en disposición de hacer $83.5 millones de dólares en pagos de intereses antes de la fecha mencionada, respecto de bonos en dólares con un valor nominal de $ 2.03 miles de millones. La empresa podría realizar los pagos con retraso y tiene un período de gracia de 30 días antes de que los tenedores de bonos puedan declarar un incumplimiento. Por lo tanto se mantiene la incertidumbre.

En cuanto al contagio financiero que pudiera ocurrir, no hay forma de saberlo ahora con certeza. Es verdad que los grandes bancos en ocasiones hacen cosas tontas, como lo demostraron las pérdidas multimillonarias de los préstamos a Archegos Capital Management a principios de este año. El sistema estadounidense es más resistente ahora de lo que fue en 1998 o 2007, por lo que cualquier explosión de un fondo de cobertura o un banco chino tendría que ser realmente grande o estar interconectada para representar una amenaza.

El contagio psicológico es más probable. Los inversionistas internacionales ansiosos por las altas valoraciones de prácticamente todo podrían volver a centrarse en el riesgo, en lugar de la recompensa.

De esta manera se retirarían en el corto plazo de las acciones y los bonos más riesgosos, pero con el costo de oportunidad tan elevado que tienen los activos seguros y sus rendimientos extremadamente bajos (pérdidas garantizadas después de la inflación en los bonos del gobierno y el efectivo), resulta más caro buscar seguridad, lo que ayuda entonces a respaldar los activos riesgosos en el corto y mediano plazo. En este sentido se publicó unan nota en el WSJ del  22 de septiembre en la cual se menciona que algunos grandes inversores estadounidenses están mirando más allá del posible fracaso de Evergrande y están dando un voto de confianza a China como destino de inversión a pesar de los crecientes riesgos regulatorios y políticos que los inversores extranjeros enfrentan cada vez más allí.

El impacto a largo plazo podría ser aún más perturbador. China ha tratado repetidamente de reequilibrar su economía desde el impulso al sector construcción impulsado por la deuda hacia las industrias de consumo y servicios. Ha tenido cierto éxito, pero cada vez que hay una desaceleración, vuelve al modelo probado de aumentar la deuda y la inversión para impulsar el crecimiento doméstico.

Pero esta vez podría ser diferente, ya que el presidente Xi Jinping ha asegurado todas las palancas del poder estatal. Tal vez esté dispuesto a aceptar un crecimiento económico más lento a cambio de que éste sea más sostenible. La fuga de capitales físico es más difícil ahora que antes, ya que ha habido mayor vigilancia en las rutas que antes se usaban para sacar dinero del país, además de que el Covid-19 ha restringido los viajes internacionales.

La deuda china no puede seguir aumentando

Si China realmente está tomando medidas para dejar el modelo insostenible de  crecimiento económico basado en la deuda, se enfrenta a una serie de problemas delicados a medida que rehace su economía. Tendrá que apartar a la población de la idea de que los apartamentos vacíos son un buen vehículo para ahorrar dinero, sin destruir los ahorros de todos. Tendrá que persuadir a las personas de que deben ahorrar menos y gastar más. Tendrá que reubicar un gran número de trabajadores y capital desde el sector inmobiliario y de la industria de la construcción en general (que en conjunto representan alrededor de una octava parte de la economía y, junto con los proveedores, probablemente representan más de una cuarta parte del producto interno bruto), y tendrá que aumentar los impuestos para sustituir la venta de tierras como fuente de financiamiento. Peor aún, tendrá que hacer todo esto mientras agrega menos deuda y acepta una tasa de crecimiento más baja.

La deuda china no puede seguir aumentando al ritmo de la última década. China es uno de los tres únicos países en mantener deuda no financiera que asciende a más del 100% del PIB desde 2011, según el Banco de Pagos Internacionales (junto con Grecia y Singapur, mientras que el territorio chino Hong Kong también lo ha hecho). Ahora tiene aproximadamente el mismo nivel de deuda a PIB que Estados Unidos, a pesar de tener un sistema financiero significativamente menos desarrollado. Cabe señalar que la deuda no financiera consiste en instrumentos de crédito emitidos por entidades gubernamentales, hogares y empresas que no están incluidas en el sector financiero.

Las implicaciones de todo esto para la economía mundial son enormes, ya que si China tiene éxito, significará menos demanda de las materias primas que ha estado importando, más demanda de bienes de consumo y, probablemente, una mejor balanza comercial. Para el resto del mundo, eso significa precios más bajos para el acero, el cobre y la energía que se destinaba al cemento, y una menor necesidad de que China recicle dólares en bonos del Tesoro estadounidense y otras tenencias en el extranjero. Pero si China tiene éxito, también significa menos mano de obra china barata y más consumo chino impulsando hacia arriba la demanda global, las cuales son ampliamente inflacionarias.

La historia sugiere que es excepcionalmente difícil navegar tales cambios sin errores, y China es tan grande que los cambios deberán ser globales, no meramente domésticos. Es así que los siguientes, podrían ser unos años accidentados.

El reequilibrio intermitente de China no ha progresado mucho en los últimos años, pero me parece que el presidente Xi se lo toma cada vez más en serio, además de querer reafirmar el control sobre el sector privado. A medida que ese reequilibrio se filtre al resto del mundo, nos importará a todos. Evergrande es una llamada de atención.

Para muchos, los verdaderos riesgos derivados de los mercados de China van más allá de la deuda y los bienes raíces. Lo que hemos visto es una campaña continua de mayor regulación que se ha dirigido a los gigantes tecnológicos chinos, incluidos Alibaba Group Holding Ltd. y Tencent Holdings Ltd., por cuestiones que incluyen supuestas prácticas anticompetitivas, seguridad de datos y otros asuntos. Las acciones de Alibaba en Hong Kong han bajado alrededor de un tercio en el último año, mientras que las de Tencent, el fabricante de la popular aplicación WeChat en China, han bajado más de un 20%.

Director General GAEAP* 

alejandro@gaeap.com

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