Entrevista publicada en El Universal el 22 de marzo de 2023, en el marco del Día Mundial del Agua.
El ingeniero José Lara Lona, presidente de la Asociación Nacional de Entidades de Agua y Saneamiento nos habla de los retos y acciones realizadas para llevar este líquido a la casa de los mexicanos.
En el marco del Día Mundial del Agua, conversamos con José Lara Lona, presidente de la Asociación Nacional de Entidades de Agua y Saneamiento de México (ANEAS), A.C., acerca de los desafíos que enfrentan los organismos operadores para llevar agua a las casas, así como de las acciones mediante las cuales podemos sumarnos como población para administrar mejor y preservar este recurso.
¿Qué tan complicado es proveer de agua potable a los hogares?
Es un proceso complejo por las características que existen en todo el país. Hay zonas donde poder acceder al agua es muy sencillo y otras donde representa todo un reto hacerla llegar. El territorio mexicano tiene más de 650 acuíferos, de los cuales un poco más de 100 están sobreexplotados, es decir, se les extrae más agua de la que se les ingresa. Esto nos pone en una situación de mucha responsabilidad para hacer un buen uso de este recurso.
En los lugares donde existe sequía y el agua no es de otra índole más que subterránea, implica un gran reto subirla a la superficie. Hay instalaciones de pozos, algunos muy profundos, en la Ciudad de México. Esto conlleva a una serie de problemas de la calidad del agua, del proceso técnico para poder extraerla y llevarla únicamente a la superficie, sin hablar aún de poder conducirla a los hogares.
Una vez que se tiene el agua, debe dársele una cierta calidad que marca la propia normativa de la Secretaría de Salud. Además, al operar redes que tienen más de 50 años se desperdicia mucha agua.
¿Cuál es el mayor reto como población?
Principalmente, ser conscientes en el consumo de agua para poder aminorar su producción. Es un tema de congruencia con el ambiente, pero también con la ciudadanía. Los organismos operadores tenemos muchas campañas para fomentar el ahorro, así como una cultura en el
cuidado de este recurso.
En promedio, en nuestras redes se tira la mitad del agua que se produce. Además, si bien el desafío es llevar agua a los hogares, una vez que se usa hay que volverla a recolectar y, posteriormente, darle un tratamiento para que tenga una calidad adecuada con el ambiente y poderla regresar así a los cuerpos federales, los ríos, los mares o los acuíferos, para poder continuar con el ciclo del agua.
Como ciudadanos, ¿cómo podemos contribuir en su ahorro?
Provenimos de algunas generaciones en las que el cuidado del agua se veía como algo lejano; no obstante, el futuro ya nos alcanzó y el tema de no tener agua, a como estábamos acostumbrados, es una realidad hoy en día.
En nuestras manos está que el pequeño esfuerzo que hagamos, sume en esta lucha. En específico, hay acciones muy sencillas: lavarnos los dientes y no dejar la llave abierta, tener una cubeta para captar el agua de la regadera mientras sale la caliente, reutilizar el residuo de las lavadoras, no usar la manguera para lavar los vehículos, entre otras.
Algo que genera un consumo muy grande de agua, y que por lo general se utiliza agua potable, es el riego del patio. Hay zonas del país donde tener pasto atenta contra todo lo que hemos hablado. Un habitante por día debiera estar gastando entre 160 y 170 litros por día, y hay ciudades donde dicho número se eleva hasta más de 550 litros. Implementar estas acciones en el día a día permite garantizar el abasto en generaciones venideras, así como la calidad en el servicio de los prestadores.
En el marco del Día Mundial del Agua, debemos crear con ciencia en torno al esfuerzo que se requiere para tener agua: el solo hecho de poder abrir la llave y gozar de este “líquido vital”. Debemos de alentar a la población a hacer el ejercicio de vivir un día sin agua, para revalorizar este recurso”, José Lara Lona, presidente de la Asociación Nacional de Entidades de Agua y Saneamiento de México, A.C.
¿Cómo se desperdicia el agua comúnmente?
Si bien se pierde mucho líquido de manera física en las fugas, también hay mucha agua no contabilizada. Esto tiene que ver con el agua que perdemos en papel, es decir, aquella que no se mide. Cuando existen tomas clandestinas o consumos que no se registran por parte de los prestadores del servicio, se contabilizan como pérdidas.
El objetivo es identificar si estas pérdidas se deben a alguna toma clandestina o en realidad se está desperdiciando por una fuga. De igual manera, si al final del día se obtiene un balance de lo que se produce en comparación con lo que se paga, hay una gran diferencia.
¿Hay épocas en que se genera un mayor gasto de este recurso?
En mayo y junio se incrementa el consumo de este líquido hasta en un 20%, respecto a otros meses. Aunado a la escasez de agua, el gasto de las poblaciones es mucho mayor. Para no llegar a casos extremos como tandeos, lo ideal es administrar el agua de una manera diferente durante la temporada de calor.
Se habla mucho sobre sostenibilidad hídrica. ¿A qué se refiere esto?
A que los seres humanos no seamos un factor que afecte el ciclo hidrológico. A poder encontrar un punto donde pueda proveerse el servicio sin afectar al medio ambiente y, sobre todo, el proceso que conlleva. Esto es relevante dado que vivimos en un país donde cerca de 44 millones de habitantes no cuentan con la dotación diaria de agua y 8.8 millones no tienen acceso en sus hogares, por lo que deben que
caminar hasta seis kilómetros de distancia cargando el agua.
Respecto a las aguas residuales, ¿qué factores dificultan su tratamiento?
El primero es la recolección de las aguas negras. Poderlas conducir hasta un punto determinado resulta muy complejo. El drenaje trabaja por gravedad, es decir, que reconoce los cauces existentes. La sola recolección de las aguas residuales de las casas, las industrias o los comercios representa un problema técnico, y después sigue llevarlas a un proceso de tratamiento.
Una vez que están todas en un ciclo de disposición, llamado planta de tratamiento de aguas residuales, el propio proceso tiene sus dificultades. Todas las tecnologías empleadas cuestan mucho dinero, sobre todo si consideramos que la prioridad es dar agua, el tratamiento se ha desplazado a un segundo plano. Existen alrededor de tres mil plantas de tratamiento en todo el país, de las cuales operan cerca de mil 100. En muchos casos, no se encuentran en operación debido al alto costo de esta infraestructura, el cual se vincula principalmente con el costo de la energía eléctrica.
¿Qué usos se les da a este tipo de aguas?
En lugar de tirar al río o a la presa el agua ya tratada, se está comercializando también. El agua de reúso puede tener un alto número de clientes en la industria, la agricultura, así como usos deportivos, por ejemplo, para regar campos de golf que, al final del día, necesitan de este recurso. El objetivo es fomentar la economía circular del agua.
Tomada de El Universal.