La jardinería no solo acerca a los niños a la naturaleza, sino que los ayuda a tomar conciencia de su trabajo y a disfrutarlo. Dado que el cuidado de las plantas fomenta la curiosidad, el aprendizaje y el ejercicio físico, una vez que vean su planta desarrollada, sentirán la satisfacción del éxito conseguido.
10 beneficios
- Fomenta la implicación y la responsabilidad
Todo cultivo exige una constante atención en forma de cuidados, que se verán modificados en función de la etapa de crecimiento de la especie en cuestión. La adquisición de ese compromiso, con la atractiva recompensa final de ver a la planta alcanzar su plenitud algún día, implica una indispensable lección aplicable a otros entornos como el académico.
- Refuerza la capacidad de ser pacientes
El dilatado proceso de desarrollo de cualquier cultivo no deja espacio para la impaciencia, tan común durante los primeros años de vida. Para lidiar con este hándicap podemos recurrir, en las experiencias iniciales, a alternativas con una germinación y un desarrollo más rápidos, como los girasoles o la rúcula. Poco a poco, sería buena idea introducir otras que necesiten más tiempo y pedir a los niños que comiencen a centrar su atención en documentar el proceso, algo incluso más estimulante que el propio desenlace.
- Incrementa la seguridad y la autoestima
Otro de los beneficios de la jardinería radica en el hecho de que cuando se siguen las pautas adecuadas, se puede alcanzar el resultado deseado. Ya hablemos de una bella floración o de la satisfactoria cosecha de nuestras frutas, verduras u hortalizas, el éxito obtenido justifica con creces el sacrificio. Y, por supuesto, aumenta la confianza de cara iniciativas posteriores, tanto en este ámbito como en otros más trascendentales.
- Ayuda a interiorizar la importancia del trabajo en equipo
Sea cual sea el tamaño de la plantación, su diseño previo, su puesta en funcionamiento, los cuidados que conlleva y su posterior recolección son tareas susceptibles de llevarse a cabo mediante procedimientos colaborativos. El trabajo en equipo se traducirá en la consecución de objetivos colectivos, algo trasladable a otros contextos vitales para el desarrollo de los niños.
- Incentiva la creatividad y el sentido crítico
¿Dónde ubicaremos nuestro jardín? ¿Qué plantaremos? ¿En qué recipientes o terreno lo haremos? Para contestar a estas preguntas y a muchas otras, es necesario acudir a la imaginación y, en caso de haberlas, a experiencias anteriores, de cuyos errores habremos aprendido y podremos, por tanto, corregir aquello que no salió como pretendíamos.
- Reduce el estrés
Los cuidados cotidianos de cualquier variedad suponen un pretexto ideal para desconectar. Centrarse en estímulos sensoriales como el olor, los sonidos o los colores del entorno proporciona una sensación de calma imprescindible para seguir rindiendo al máximo en el resto de ocupaciones.
- Ilustra el funcionamiento de la vida animal y vegetal
Dependiendo de las opciones que hayamos escogido, los tiempos y métodos serán distintos. Aspectos como la época del año más propicia, el clima ideal, el ciclo de germinación de las semillas o las especies de insectos que podremos encontrar en cada planta (así como los que son o no perjudiciales para su crecimiento), representan un valioso espacio de aprendizaje sobre cómo funcionan la vida animal y vegetal.
- Aporta conocimientos gastronómicos
Si nos decantamos por alternativas comestibles, los niños podrán adquirir sólidas nociones en lo relativo a las aplicaciones culinarias existentes. Un buen punto de acceso para implicarles, por otra parte, en la alimentación de la familia, desde el momento de la planificación al de la compra y la posterior elaboración de los platos.
- Contribuye a una alimentación más saludable
Uno de los beneficios de la jardinería más evidentes se traduce en llevar a nuestra mesa alimentos más saludables que los que encontraremos en la mayoría de estanterías del supermercado. Libres de sustancias químicas y con un elevado valor nutritivo, los frutos de nuestra cosecha nos permitirán, de paso, ahorrarnos el coste que conllevaría comprar otros de calidad similar.
- Supone un buen entorno para poner en práctica otras enseñanzas básicas
Lejos de limitar el aprendizaje a un área concreta, cultivar nuestro propio recinto nos otorga la oportunidad de sumergirnos en otras disciplinas. Sin ir más lejos, cualquier tarea requerida fomentará la realización de diversos trabajos que depurarán la destreza manual de los niños. Con un poco de imaginación encontraremos excusas perfectas para ampliar otras enseñanzas aparentemente no relacionadas como los idiomas o las matemáticas. Por ejemplo, podemos rotular las plantas con su nombre en distintas lenguas o calcular, a partir de la estimación de la productividad de cada una, la cantidad total de productos que recolectaremos.
8 plantas que son fáciles de cuidar e ideales para los niños
Sansevieria
La sansevieria es una de las plantas más utilizadas por principiantes debido a su gran resistencia y pocos cuidados: necesita poco riego, poca luz y es muy fácil de multiplicar mediante la técnica de la división. Si tienes una en casa, definitivamente es una gran opción para los niños.
Cinta
Ésta es una de las plantas que más rápido crecen: basta con tomar algunos tallos largos desde la raíz, colocarlos en una nueva maceta y regarlos . Con ayuda de tu pequeño o pequeña, empezarás a ver como crece en menos de 15 días.
Bulbos
Los bulbos son una buena opción para los niños ya que ofrecen un gran espectáculo de cómo crece una flor desde cero, además de ser muy fáciles de cultivar. Basta con regarlos una vez por semana. Incluso, puedes enseñarles a tus hijos con los bulbos las diferentes partes de una planta.
Geranios
Los geranios son muy atractivos para los niños gracias a su gran variedad de tonalidades. Aunque necesitan mucha luz, su riego es moderado, simplemente hay que evitar pulverizar sus hojas y sus flores ya que pueden pudrirse.
Begonia rex
Las hojas grandes y coloridas de esta planta son sumamente atractivas para los pequeños. Aunque es muy resistente y fácil de cuidar, es importante que reciba sol todos los días, ya que, al no contener tanta cantidad de clorofila verde en sus hojas, su fotosíntesis es más lenta.
Petunias
Las petunias son otras de las plantas que más les gustan a los niños por sus diferentes colores. Además, son de lo más resistentes, crecen rápido y no son exigentes. Sólo hay que regarlas una vez por semana. Son un gran elemento decorativo que fascinará a los pequeños.
Suculentas
Estas plantas son la mejor opción para pequeños ya que almacenan el agua en sus tejidos para sobrevivir en ambientes secos y calurosos, por lo que no deben recibir luz directa ni demasiada agua. Además, existe una variedad de formas y tonalidades que resultan muy atractivas para los pequeños.
Kalanchoe con flores
Aunque existen muchos tipos de kalanchoe con flores, una de las más bellas y fáciles de cuidar Kalanchoe Pink Butterflies, con flores en tonalidades rosas. Entre sus cuidados hay que exponer al sol diariamente y regarla 1 o 2 veces por semana.
Con información de AD Magazine, Sapos y Princesas.
Fotografías tomadas de Internet.