Por Fidel Ramírez Guerra / @periodistafrg
Hay una clara indiferencia social en México:
Los medios con cada vez menos penetración (el diarismo impreso en vías de extinción) y los gobiernos, los partidos y los políticos, con menos credibilidad.
La ausencia de auditorios en eventos culturales se agudiza.
La sociedad cada vez menos proclive a la organización social.
Hasta los eventos deportivos pierden convocatoria.
La ciudadanía cada vez alejada de ese todo.
México no es un país politizado. Así, el llamado de los partidos, de los gobiernos y de los políticos para la participación ciudadana surte poco o nulo efecto.
A México le llegó tarde la democracia.
Un reflejo claro es la escasa votación en las elecciones.
La del pasado 6 de julio se tomó como buena pero en realidad votó menos de la mitad.
El caso de Irapuato es alarmante: votaron 3.8 de cada diez.
Este domingo es la consulta y el pronóstico no pinta bien: se prevé escasa votación y hay signos de que la consulta del 22 sobre la revocación de mandato tampoco entusiasma.
La indiferencia social frente a los temas públicos es muy seria.
