Por: Alejandro Gómez Tamez / @alejandrogomezt *
Mucho se ha comentado respecto de la vigorosa recuperación económica de Estados Unidos con una proyección de crecimiento económico de 7% para este año. Ésta se sustenta en un incremento sustancial de la oferta monetaria por parte del Banco de la Reserva Federal (FED), así como por los agresivos paquetes de estímulo por parte de su gobierno federal. En total, los estímulos aprobados por parte de Estados Unidos entre 2020 y lo que va de 2021 totalizan casi 5 billones de dólares, cifra que representa el 24.46% de su Producto Interno Bruto (PIB) de este año. Lo más destacable de estos apoyos es que a las personas se les dieron cheques de 1,200 dólares en abril de 2020, otro de 600 dólares entre diciembre de 2020 y enero de 2021, y uno más en marzo de este año por 1,400 dólares. Es así que en el año fiscal 2021 los Estados Unidos registraran un déficit fiscal de 3 billones de dólares, equivalentes al 13.4% de su PIB. Con todo esto queda claro que nuestro vecino del norte está haciendo todo lo posible por resucitar su economía y abatir el desempleo.
Mientras eso sucede en Estados Unidos, sabemos bien que en México los apoyos por parte del gobierno federal para hacer frente a la pandemia del Covid19 han sido casi nulos. De hecho la recuperación económica que ahora sentimos está sustentada en dos pilares: las exportaciones a los Estados Unidos y la recepción de remesas enviadas desde Estados Unidos. Para ilustrar la importancia de esto tenemos que en los primeros cinco meses de 2021 las exportaciones totales de México se encuentran 29.2% por arriba del valor de las exportadas en los mismos meses de 2020 y también están 2.1% por encima del valor de los primeros cinco meses de 2019. Por su parte, las remesas alcanzaron entre enero y mayo de 2021 un total de 19 mil 178.35 millones de dólares, un aumento del 21.75% respecto al mismo periodo de 2020.
La evidencia muestra que, a diferencia de otros países, en especial respecto a Estados Unidos, el gobierno federal mexicano ha hecho muy poco para que la economía nacional se recupere y lo que vamos avanzando este año es gracias a los empresarios y a lo que los migrantes envían a sus familias. La realidad es que no se sabe si la omisión de México fue por falta de recursos para hacerlo o porque al gobierno federal simplemente no le importa la economía nacional. Pero no obstante lo anterior, pese a que no ha habido apoyos, la situación fiscal del país se sigue deteriorando en términos absolutos con una deuda del sector público federal que no deja de crecer, como veremos a continuación.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) dio a conocer los saldos de la deuda del sector público federal al 31 de mayo de 2021, y a dicho mes el saldo total de la deuda neta fue de fue de 12.310 billones de pesos, de los cuales 7.838 billones correspondieron a deuda interna y 224.191 miles de millones de dólares (mmdd) fueron de deuda externa.
La deuda interna neta y la externa han aumentado un 14.1%
De esta manera, pese al discurso oficial de que no se ha endeudado al país, la realidad es que en el periodo del 1 de diciembre de 2018 al 31 de mayo de 2021 (lo que va de la presente administración federal), la deuda interna neta ha aumentado en 1.149 billones de pesos, mientras que la deuda externa creció en 26.127 mmdd. Ambos conceptos suman deuda adicional de 1.579 billones de pesos, equivalente a un crecimiento nominal de 14.1%. Esto implica que el sector público federal se ha endeudado en lo que va de la presente administración federal a un ritmo equivalente a 1,731 millones de pesos adicionales al día en promedio. Esta es una tasa de endeudamiento escandalosa y de hecho es superior a la observada durante el sexenio pasado (2012 – 2018), misma que fue de 1,425 millones de pesos diarios dado que pasó de 5.172 billones de pesos el 1 de diciembre de 2012 a 10.731 billones de pesos el 30 de noviembre de 2018.
El crecimiento de la deuda del sector público en México se debe a que en 2019 el déficit presupuestario fue de 1.6% del PIB, mientras que en 2020 fue de 3.5% del PIB y se espera que este año llegue a 2.8% del PIB. Este desequilibrio se debe esencialmente a que dejamos de tener superávit primario por lo que ahora el sector público federal se endeuda para poder cubrir el pago de intereses de la deuda
Si tomamos en consideración que el PIB de México en el primer trimestre de 2021 fue de 24.903 billones de pesos, entonces la deuda neta del sector público federal representa el 49.43% del PIB, lo que ubica a México entre los países relativamente menos endeudados; sin embargo, cuando consideramos que los ingresos presupuestarios estimados del sector público federal para el 2021 son de 5.713 billones de pesos, pues queda claro que la deuda del sector público equivale al 215.47% de dicha cantidad. Y es precisamente este dato el que más preocupa.
Este elevado peso de la deuda respecto de los ingresos del sector público es peligroso, sobre todo, en un contexto de alza en las tasas de interés. En 2020 el costo financiero de la deuda fue de 686.085 miles de millones de pesos (mmdp) y se estima que este año sea de 717.961 mmdp. Esto significa que el costo financiero de la deuda en 2021 será equivalente al 12.00% de los ingresos presupuestarios. En el caso de Estados Unidos, el gobierno federal pagará este año unos 300 mil millones de dólares de intereses, cifra que representa el 9% de sus ingresos totales, por lo que queda claro que bajo esta medida la situación fiscal de México está más comprometida, aunque tenga una deuda más pequeña en relación al tamaño del PIB.
Para el 2022 el gobierno federal mexicano estima en los Precriterios Generales de Política Económica que la tasa de interés promedio será de 4.0% y que el costo financiero de la deuda será de 761.981 mmdp, pero la realidad es que la tasa de interés estará en promedio en alrededor de 4.75%, por lo que el costo financiero podría ser cercano a los 800 mmdp. Este dato es muy relevante porque implica más presión a las finanzas públicas y que se destinen menos recursos para aspectos prioritarios como el desarrollo de inversión física directa, misma que fue de apenas 362.357 mmdp en 2020. Como referencia, cabe señalar que en 2018 la inversión física directa fue de 346.701 mmdp, por lo que resulta evidente el estancamiento en este indicador.
El país no ha logrado el dinamismo económico
Hasta ahora las calificadoras de riesgo han valorado el esfuerzo del sector público federal de mantener “finanzas públicas sanas” y dar certeza respecto de la capacidad de pago de los compromisos financieros, pero las perspectivas para el mediano plazo son negativas. Muestra de ello es que el pasado 16 de junio la calificadora de riesgo crediticio S&P Global Ratings informó que ratificó las notas de riesgo crediticio de México de “BBB” en moneda extranjera y de “BBB+” en moneda local, pero a ambas las puso con perspectiva “negativa”. Esto significa que existe la posibilidad de una baja de calificación durante el próximo año debido a un perfil fiscal potencialmente más débil, dados los riesgos provenientes principalmente de Pemex.
Y es que si bien, se mantiene cierta disciplina fiscal, nuestro país no ha logrado el dinamismo económico que si observan otros mercados emergentes, además de que enfrentamos serios problemas con la inversión fija bruta por parte del sector privado, dadas las pocas señales de certidumbre por parte del gobierno federal. De acuerdo con el INEGI, el nivel de inversión fija bruta por parte del sector privado durante el primer trimestre de 2021 es 4.93% más bajo que el del primer trimestre de 2020, pero se debe destacar que es 13.14% inferior al observado en el primer trimestre de 2018.
A manera de conclusión podemos señalar que resulta evidente que es falso que México no esté aumentando si deuda, y que contrario a lo que pudiera pensarse, de hecho la deuda ahora crece a un ritmo más elevado que en el sexenio pasado, lo cual ya es mucho decir. Sin una reforma fiscal que amplíe la base de contribuyentes y combata la economía informal los problemas fiscales del país van a seguir y es probable que perdamos nuestra calificación de deuda soberana con grado de inversión. De suceder esto en 2022 sería una pésima noticia para el país y pudiera ocasionar un fuerte ajuste en el tipo de cambio. El reto para el armado del Paquete Económico 2022 será enorme y los mercados estarán muy atentos. Por el momento, vemos que no habrá motor interno de recuperación económica impulsado por el gobierno federal y que seguiremos dependiendo de las exportaciones y de los paisanos que mandan sus remesas al país.
Director General GAEAP*
alejandro@gaeap.com