Por: Juan Miguel Ramírez Sánchez / @juanmiguel_ofic
En las familias celayenses existen fuertes indicios de que la familia y la comunidad, está en un alto grado de destrucción, propiciando la descomposición gradual del conjunto de la sociedad. Diversos factores han confluido a deteriorarla desde sus cimientos. Un factor de desintegración ha sido el mal gobierno. Desde hace tres décadas Celaya, ha sido gobernado por el mismo partido (PAN) que ha impactado en el deterioro del nivel de bienestar social de los habitantes de nuestra ciudad.
Los programas asistenciales gubernamentales, también, han influido en el aumento de la pobreza; así mismo la entrega de cobijas, bastones, despensas u otro regalo. Las diversas fábricas que se han promovido en Celaya, que han dado empleo a la ciudadanía –con salarios más bajos de los que se entregan a los trabajadores Chiapanecos- no trajo por sí mismo un mejoramiento de los vínculos comunitarios y en general del tejido social. Las y los trabajadores que tienen que ganar el pan nuestro de cada día, hace que estén ausentes del hogar, del cuidado de sus hijos por cerca de 10 horas al día, contribuyendo a la desunión familiar, al desencuentro entre vecinos.
La violencia campea por todo Celaya
Las viviendas de interés social, las vecindades, la falta de agua, drenaje, pavimentación, y la falta de un empleo bien o regularmente remunerado, la falta de oportunidades. Todo combinado, uniforma, precariza y masifica, primero a los niños, después a los adolescentes y luego a los jóvenes, que son obligados a salir a la calle a “convivir”, a contribuir a la descomposición social.
A lo anterior se le sumo en las colonias, los barrios, zonas suburbanas y rurales la pandemia, que ha favorecido el encierro de las personas, generando precariedad, conflictos al interior de las familias, como lo muestran los datos estadísticos: incremento de la violencia en los hogares, y aumento del consumo de droga y alcohol.
La desintegración de las relaciones familiares y comunitarias basados en el respeto, la confianza y la solidaridad, empuja a los individuos a acercarse a los grupos delincuenciales. La violencia campea por todo Celaya. Día a día se incrementan los robos y homicidios. Somos una de las sociedades más violentas de México, y la primera en que su alcaldesa es la peor evaluada de todos los municipios de la República.
Se reconstruye el tejido social, por las relaciones entre personas, instituciones y los entornos, facilitando la organización comunitaria y atendiendo las necesidades sentidas y priorizadas por la población misma. Necesitamos estimular la regeneración del tejido social a partir de reconstruir la solidaridad, la comunicación, la unión y la ayuda mutua. La mayoría de la población celayense no hemos perdido la esperanza.