Por: Darío Mendoza / @dariomendoza
Por primera vez en nuestra historia una mujer llegará a la presidencia, y la gran pregunta es: ¿podrá Claudia Sheinbaum imponer su estilo personal de gobernar? como lo definía el politólogo Daniel Cosío Villegas. ¿o mantendrá la ruta que le esté marcando el presidente López Obrador?, llamándola cada mañana como Luis Echeverría lo hacía con López Portillo, cuando Don José arrancó su sexenio; o si, una vez que se le impongan la banda presidencial, desplegará todo su poder, sus ideas y su estilo personal, rompiendo algunos comportamientos que se impusieron en el sexenio que llega a su fin.
Eso lo veremos muy pronto. Y ya se perciben las diferencias.
Pero en lo que se despeja esa incógnita, los analistas económicos y financieros del mundo, que ya habían previsto el triunfo de Claudia Sheinbaum, no habían dimensionado el tamaño del tsunami en favor del partido en el poder, que puede llevar a este grupo político a controlar el congreso y a crear nuevas reglas del juego con reformas que pongan fin a las certidumbres del Estado de Derecho. Es este el factor que puso nerviosos a los mercados financieros y a la Bolsa Mexicana de Valores esta semana, que empezó a registrar persistentes caídas en la BMV; mientras el peso mexicano perdía valor.
Esa inquietud inicial permanecerá por lo menos de aquí al primero de octubre, sobre todo porque hay un poder presidencial que ya anunció que no se irá fácilmente. Seguramente en estos meses, los mercados financieros prevalecerán inestables hasta que Claudia Sheinbaum despeje la incertidumbre, o la prolongue, con las decisiones que tome ya desde el Palacio de Gobierno.
La realidad es que, con los resultados electorales del 2 de junio, el partido Morena concentraría un enorme poder, teniendo bajo su control al Poder Ejecutivo, al Poder Legislativo y con ello, podría incluso cambiar las leyes y tomar también el control del Poder Judicial. Estos tres poderes estarían dominados y concentrados en una sola persona: La presidenta de México. De allí el nerviosismo, ante la falta de contrapesos que existen en las democracias y el mundo civilizado.
Después de la sacudida de los mercados, la virtual ganadora, reaccionó oportunamente cuando señaló:
Aunque muchos mexicanos no coincidan plenamente con nuestro proyecto, habremos de caminar en paz y en armonía para seguir construyendo un México justo y más próspero”.
Al menos, en principio, con estas líneas, Claudia tomaba distancia de la polarización que había dominado el discurso oficial. Y con ello, buscaba detener el nerviosismo que se suscitó, en un primer momento, en el mundo de los negocios y las finanzas, que por ahora se convierte en un contrapeso internacional ante la concentración del poder político en México.
El nuevo gabinete también contribuirá en dar certidumbre o a que se prolongue la inestabilidad, sobre todo por las reformas que quiere imponer el presidente López Obrador; que, aunque está de salida, se mantiene hablando de programas y proyectos para el futuro, con lo que busca mantener su agenda al siguiente gobierno.
Los retos son enormes, y la nueva presidenta tendrá que afrontar temas inmediatos de gran relevancia para el futuro, como son los asuntos con el vecino del norte, sobre migración, seguridad y comercio. De allí que, quien encabece las áreas de Relaciones Exteriores y Economía, serán perfiles fundamentales porque en este ámbito los desafíos son crecientes, y se deben atender cuanto antes; sobre todo, si las encuestas siguen apuntando a un triunfo del Partido Republicano para que regrese a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump.
¿Hasta dónde y hasta cuándo?
Con una mujer en la presidencia de México veremos hasta dónde llegará el intento de Maximato que pretende el presidente López Obrador, para que Él continúe siendo el presidente y Claudia sea su vicepresidenta. Un poco como ya ocurre en Honduras y en Guerrero. Donde se supone que gobiernan mujeres muy feministas, pero donde manda el “patriarcado”, para explicarlo en sus propios conceptos.
La pregunta es: ¿hasta dónde y hasta cuándo, se mantendrá ese poder tras el trono? Porqué silla sólo hay una y el poder no se comparte. Eso nos lo ha demostrado la historia en todas partes del mundo. No se puede servir a dos amos… Pregúntenle a Plutarco Elías Calles y al hartazgo de Lázaro Cárdenas.
Tomada de Periódico Central