Cada 6 de enero, luego de la visita de los Reyes Magos, el elemento imprescindible es la rosca. Se trata de una tradición que se ha arraigado de forma profunda entre la sociedad mexicana, sin embargo su origen se registra en Europa y es, como ocurre con otras celebraciones decembrinas, profundamente religioso.
La rosca simboliza el pasaje bíblico entre el encuentro de los Reyes Magos con el niño Dios y se le conoce como Epifanía.
Su forma ovalada o circular, relatan, tiene que ver con el círculo infinito del amor a Dios, ya que no tiene principio o fin.
También evoca las coronas de los Reyes Magos, cuya fruta de múltiples colores simboliza un mensaje de paz, amor y esperanza.
La Rosca de Reyes tiene tras sí una bella historia de fe y sacrificio de tres hombres que siguieron una estrella luminosa hasta Belén para adorar al Niño Dios, tradición que tiene sus comienzos en la Edad Media y llegó a México durante el Virreinato.
La tradición de partir la Rosca de Reyes surgió en Francia durante la Edad Media. En aquel tiempo, la gente tenía la costumbre —considerada pagana por la Iglesia— de elegir un rey para las fiestas. El proceso de elección era sencillo: se escondía un haba en una rosca de pan dulce adornada con azúcar y frutas. Quien la encontrara era proclamado, de manera simbólica, como rey.
El muñeco escondido dentro de la Rosca de reyes simboliza al Niño Jesús que los reyes no encontraban porque la estrella desaparecía.
La estrella de Belén
Cuenta la leyenda que los tres Reyes Magos siguieron la estela de la estrella de Belén para llegar hasta el pesebre en el que se encontraba el Niño Jesús. Una vez allí lo obsequiarían con oro, mirra e incienso. La historia de los Reyes Magos es quizás una de las más famosas dentro de la cultura española. No obstante, nunca se ha tenido claro cuál era la verdadera naturaleza de la estrella de Belén.
Partiendo de que esto es una leyenda y, por tanto, no se ha podido probar que fuese real, a lo largo de los años los científicos han querido dar explicación al origen de la estrella de Belén. Los hay que opinan que efectivamente se trataba de una estrella, un punto luminoso en medio del cielo del que los Reyes Magos decidieron guiarse.
La historia cuenta que de Persia salieron los tres Reyes Magos para ir a adorar al Niño Jesús y según la tradición en México, son ellos quienes traen los regalos a los niños, como alguna vez lo hicieron con el niño Jesús al llevarle tres dones que incluían oro, incienso y mirra.
Es así que hoy en día, en la madrugada del día 6 de enero, los niños reciben regalos que los reyes les dejan en sus casas, en representación de los obsequios que los Reyes Magos le llevaron al Niño Jesús.
Según un códice de la biblioteca de París, durante el Siglo VII, estos magos se llamaban Melchor, representado por un hombre anciano de barbas blancas; Gaspar, con apariencia de un joven rubio, y Baltasar, de tez negra y barbas onduladas.
Regalos de los Reyes Magos
En México, los Reyes Magos fueron conocidos por los misioneros católicos, quienes difundieron desde el Siglo XVI, el episodio protagonizado por estos sabios e introdujeron más tarde el hábito de dar obsequios a los pequeños, como lo hicieron los Magos con Jesús.
La tradición mexicana que pone fin al denominado ciclo Guadalupe-Reyes (12 de diciembre-6 de enero) permanece, así que en algunos hogares los niños siguen dejando sus zapatos cerca del árbol de Navidad, esperanzados en encontrar el obsequio deseado al amanecer el Día de Reyes.
La costumbre de partir la Rosca de Reyes se origina en la Edad Media en Francia que cristianizó la costumbre pagana de “elegir un rey de las fiestas” inspirado en el Eclesiastés. Entonces se escondía un haba en una rosca de pan dulce adornada con azúcar y frutas.
En la tradición católica, dicha haba oculta simbolizaba la huída de José y María para esconder al niño Jesús y ponerlo a salvo de la persecución del rey Herodes; los dulces o frutos cristalizados son las distracciones del mundo que nos impiden encontrar a Jesús.
Hoy en día, el haba ha sido sustituida por una figurilla de plástico escondida en el pan, al que cada persona corta con un cuchillo, instrumento que simboliza el peligro en el que se halla el niño Jesús.
Se desconoce a partir de cuándo se empezó a esconder dentro de la rosca un niño Dios de porcelana, pero la persona que encuentra la figurilla al cortar el pan, se convierte en anfitrión de otra celebración posterior, ya que se considera el padrino del mismo.
Cuando comemos el pan, se relaciona con la comunión con Dios, con lo sagrado del personaje recién nacido, el tamaño de la rosca depende de la cantidad de muñecos que se insertan en la misma, se parte el día 6 de enero por la tarde o noche en compañía de la familia.
La tradición oral señala a algunas personas que han sido capaces de tragarse la figurilla para eludir el compromiso que dicta la tradición y que da paso a la celebración del Día de la Candelaria, donde los padrinos confeccionan un “ropón” al niño Jesús, lo visten de gala y regalan a los comensales atole y tamales el 2 de febrero.
Con información de: Milenio, La Voz de Galicia y El Universal