Por: Raúl Trejo Delarbre / @ciberfan
Si surgen nuevos partidos políticos tienen que conformarse, aunque sea de manera inicial, en los próximos dos meses. La Ley General de Partidos Políticos establece en su artículo 11 que la autoridad electoral solamente puede registrar el propósito para crear una organización de esa índole en el transcurso de enero del año siguiente al de la elección presidencial. A partir de entonces, los promotores del nuevo partido tendrán un año para organizar al menos 20 asambleas estatales con un mínimo de 3000 afiliados en cada una, o al menos 200 asambleas distritales con un mínimo de 300 afiliados en cada una. En total, el nuevo partido tiene que demostrar que cuenta con más de 261 000 afiliados, que es el 0.26 % del padrón de la elección federal más reciente que fue la de junio pasado.
Morena y la presidenta Sheinbaum quieren monopolizar el ejercicio de la política. Además de capturar y sobre todo liquidar instituciones que han sido claves para los equilibrios y la eficiencia del Estado mexicano, intentan acaparar y bloquear el espacio público. Los actuales partidos distintos al grupo en el poder, enredados en litigios internos y reacios a renovarse, apenas alcanzan a constituir una oposición testimonial. Si alguna vez se construye una alternativa a la hegemonía de Morena, será con la alianza de variadas fuerzas políticas y sociales en un proceso que requiere la organización, en uno o más partidos, de corrientes y grupos que han permanecido fuera de la política institucional.
Xóchitl Gálvez anunció su intención para encabezar la creación de un nuevo partido, aunque no es claro cuál sería el equipo que la acompañaría, ni cuáles los liderazgos que promovería. Su propuesta, que de esa manera constituye un deslinde respecto de los partidos que la apoyaron, es crear un partido sin la deshonestidad que considera hay en otras organizaciones.
Los promotores de México Libre, encabezados por la diputada Margarita Zavala y el expresidente Felipe Calderón, aparentemente quieren intentar de nuevo la formación de un partido. En 2020 México Libre fracasó cuando intentaba obtener su registro porque la información de sus finanzas tenía irregularidades que sus dirigentes no resolvieron. En agosto pasado, esa pareja se reunió en Madrid con Sandra Cuevas. La extravagante extitular de la alcaldía Cuauhtémoc dijo que fue a verlos para conversar sobre la creación de un nuevo partido.
La semana pasada el expresidente Calderón les reclamó a varios exconsejeros del INE la decisión de hace cuatro años para no registrar al partido que encabezaba su esposa. Si la familia Calderón Zavala y sus simpatizantes intentan reemprender la creación de un partido propio, no parece que la mejor vía sea comenzar ese esfuerzo con reproches y falsedades que muestran su falta de autocrítica y junto a personajes como la discutible y políticamente veleidosa Cuevas (que hace pocos meses fue candidata de Movimiento Ciudadano).
Por otra parte, hace varios meses se publicó que algunos exfuncionarios y exlegisladores que renunciaron al PRI podrían interesarse en crear otro partido. El promotor más notorio de esa iniciativa era el exsenador y exgobernador Miguel Ángel Osorio Chong. Si ese u otros antiguos priistas trabajan en una iniciativa política propia, tendrán que anunciarlo en las próximas semanas. Como en los otros casos, se puede decir que no basta con tener ganas. Un partido político nacional requiere de estructura, recursos y capacidad organizativa que no todos tienen. Además, aunque en los últimos tiempos de caudillismos y de pragmatismo ideológico parezca prescindible, hace falta un proyecto político distinto a otros.
El 23 de noviembre el Frente Cívico Nacional, FCN, que apoyó la candidatura presidencial de Xóchitl Gálvez y a los partidos que la postularon, anunció su propia iniciativa partidaria. Integrado fundamentalmente por ciudadanos hasta ahora sin partido, ese Frente organizó las movilizaciones teñidas de rosa para defender al INE.
Transcurrida la elección y después del contundente triunfo de Morena, la unidad en la oposición ya no se mantiene, al menos por ahora. Es inevitable que se expresen diferencias que, antes de junio, eran soslayadas para favorecer la cohesión entre los grupos de la coalición opositora. La decisión del FCN para hacer un partido significa un deslinde respecto del PAN y el PRI, y en ella hay miembros del hoy legalmente desaparecido PRD.
Guadalupe Acosta Naranjo, el dirigente más notorio del FDN, dijo en el Encuentro Nacional en donde se anunció formalmente esa iniciativa que él y sus compañeros no están satisfechos con la actuación “de las actuales formaciones políticas” y por eso quieren construir una nueva. Admitió que la oposición es diversa: “No somos los únicos en este país que somos oposición. Por eso queremos convocar a dos grandes encuentros en los próximos meses. Uno, para que los que quieren construir una fuerza política (hay más de 70 agrupaciones que han manifestado de alguna manera que quieren construir otro partido) podamos dialogar”.
También anunció un diálogo con otros partidos de oposición: “No nos gusta todo lo que hacen, pero tenemos enfrente a un enemigo muy fuerte. No hay que confundirnos de adversario. Nuestro adversario no está en los costados. Nuestro adversario está enfrente”.
El Frente Cívico se mantendrá como tal, “en el ámbito ciudadano…habrá gente que quiera seguir luchando con nosotros por causas, pero que no querrá dar el paso hacia un partido”.
Los dirigentes de ese partido no serán candidatos a cargos de elección popular: “Nadie nos va a acusar de que estamos formando esta nueva fuerza política para ver dónde nos acomodamos. Los que queramos estar en la dirección del partido nos vamos a quedar allí y los candidatos no pueden ser dirigentes”. Ese compromiso contrasta con la endogamia y la autocomplacencia del PAN y el PRI, en donde cargos directivos y candidaturas se han repartido entre unos cuantos. Pero si se mantiene como regla inexorable, el nuevo partido se puede atar las manos al momento de elegir candidatos.
Para Acosta Naranjo, los candidatos de la oposición en las elecciones recientes tendrían que haber sido ciudadanos como “Paty Aguayo [vocera de los trabajadores del Poder Judicial], o Betty la madre buscadora [Betty Ramírez, creadora de un grupo de familiares de desaparecidos en Chihuahua], los que lucharon contra el ecocidio allá en Yucatán y Quintana Roo, los doctores que dieron la lucha contra el covid… las feministas, la gente de cultura, la gente de causas”. En vez de ello, “se acomodaron exclusivamente las burocracias partidistas”. Se puede considerar que tales reclamos podrían haber sido más eficaces antes de las campañas electorales de este año, cuando los partidos definían sus candidaturas. El Frente Cívico quedó atrapado entre el ventajismo de los partidos, que excluyeron a ciudadanos que no militaban en ellos, y la necesidad de mantener la cohesión de las oposiciones.
Los candidatos en ese partido saldrán de elecciones primarias. Quienes quieran ser postulados, dijo Acosta, deberán hacer “la chamba abajo… dejar el trabajo de café, de cabildeo, para ir al trabajo territorial”. Ese partido, se dijo también, tendrá un fuerte componente local (“de los estados, al centro. Se debe acabar el chilangocentrismo”) y de jóvenes. Es fundamental ir a la sociedad. Pero ojalá que ese indispensable intento no signifique desprecio por la elaboración intelectual, tan frecuentemente escasa como necesaria en nuestra vida pública, ni por la negociación política.
El dirigente del nuevo partido resalta la descomposición de la democracia que se extiende con tanta rapidez en nuestro país: “Hasta los más pesimistas nos quedamos cortos ante el tamaño de la destrucción institucional que estamos viviendo”. La actitud de la presidenta Sheinbaum, al negarse expresamente a dialogar con la oposición, “se acerca a pensamientos fascistas”.
La suposición de que Sheinbaum discrepa de López Obrador, que tanto ha recorrido conciliábulos y columnas políticas, es falsa. “Quítense la esperanza —dijo Acosta—. No hay diferencia entre Claudia y Andrés, son exactamente lo mismo. No va a haber divorcio, no hay tal pugna… Ella está contenta siendo vicepresidenta de México”.
“Que no haya ilusionados para que no haya desilusionados”, dijo Acosta Naranjo aludiendo a la conocida frase de Manuel Gómez Morín, quien habló de ilusos y desilusionados en 1940. Ese podría ser un guiño al PAN, pero sobre todo recuerda los errores de la oposición cuando hipoteca sus decisiones a las pugnas que aparentemente hay en el poder.
Falta todo en ese nuevo partido: militantes, estructura, programa (“hay que construirlo, dialogarlo con los sectores sociales”), alianzas. Pero no deja de ser significativo que menos de medio año después del ramalazo que fue el resultado electoral de junio, haya ciudadanos que no desfallecen ante al excluyente y en ocasiones intimidante predominio de Morena y sus dos líderes, la presidenta y el expresidente.
Acosta Naranjo recordó que, incluso antes de anunciarlo, el nuevo partido es descalificado por el grupo gobernante (“me da un timbre de orgullo saber que desde el poder presidencial no nos quieren en la boleta”). Este lunes 25 la dirigente de Morena, Luisa Alcalde, volvió a la simplista retórica obradorista en un intento para desacreditar al nuevo partido (que todavía ni siquiera se constituye) y a sus promotores.
Raúl Trejo Delarbre
Investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Sus libros más recientes son: Posverdad, populismo, pandemia y Adiós a los medios.
Columna tomada de Nexos. Publicada el 27 de noviembre del 2024.