Manuel Acuña fue un escritor que inquieta y atrae al público lector, a los intelectuales, investigadores, reporteros y poetas por el misterio de su personalidad, sus amores, sueños, las fatalidades de su vida, pero principalmente por los motivos que lo llevaron a quitarse la vida con cianuro a los 24 años.
Autor de 96 obras: 80 poemas amorosos, patrióticos, humorísticos, descriptivos y de circunstancias; una obra de teatro; tres artículos y 12 cartas.
Hijo de Francisco Acuña y Refugio Narro, nació en Saltillo, Coahuila el 27 de agosto de 1849. Recibió de sus padres las primeras letras e ingresó luego al Colegio Josefino de su ciudad natal para realizar los estudios secundarios.
A los 16 años, en 1865, se mudó a la capital del país y se inscribe como alumno interno en el Colegio de San Ildefonso donde cursó matemáticas, francés y filosofía.
En enero de 1868 ingresó a la Escuela de Medicina. Fue un estudiante distinguido pero inconstante. En los primeros meses de sus estudios médicos vivía en un humilde cuarto del Ex Convento de Santa Brígida, de donde se trasladó al cuarto 13 del corredor bajo del segundo patio de la Escuela de Medicina.
Allí se reunían muchos de los escritores jóvenes de la época: Juan de Dios Peza, Javier Santamaría, Juan B. Flores, Agustín F. Cuenca, Gerardo M. Silva, Juan B. Garza, Gregorio Oribe, Francisco Ortiz, Vicente Morales y otros.
En 1868 inició su breve carrera literaria.
Sus primeros pasos se dieron al mismo tiempo que fundó la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl porque parte de su obra más destacada fue desarrollada en tertulias convocadas por esta sociedad.
Sus primeros poemas, entre los que destacan La Brisa o La Ausencia y el olvido (1868) fueron publicados en la revista El Anáhuac (1860) y en un folletín del periódico La Iberia (1869). Este folleto se considera una de las más importantes obras de Manuel Acuña, ya que contiene, además de los trabajos de otros escritores, 11 poemas y un artículo en prosa suyos.
También fue colaborador de revistas y periódicos: El Renacimiento (1869), El Libre Pensador (1870), El Federalista (1871), El Domingo (1871-1873), El Búcaro (1872) y El Eco de Ambos Mundos (1872-1873).
En su obra se identifican cuatro figuras femeninas: la no identificada Ch, a quien están dedicados algunos poemas de 1868; Soledad o Ceci, una mujer del pueblo, lavandera, constante devota suya; Laura Méndez, la poeta, y Rosario de la Peña y Llerena, fue la musa inspiradora de muchos de sus amigos intelectuales, según el Fideicomiso del Centro Histórico de la CDMX su belleza atrajo a Manuel Acuña, quien le dedicó “Nocturno”, una de las poesías más conocidas de la lengua castellana.
Dicen que murió a causa de su amor no correspondido de Rosario de la Peña
Acuña se suicidó el 6 de diciembre de 1873, luego de ingerir cianuro de potasio.
De acuerdo con su carta póstuma, la idea del suicidio rondaba su mente desde mucho tiempo atrás, sin embargo, el miedo al infierno había evitado que lo consumara. Su poema Ante un cadáver es considerado el mejor escrito en México durante el siglo XIX.
Cuenta una de las versiones más sonadas sobre la muerte del artista, ahora convertida en leyenda, que éste decidió quitarse la vida luego de que la destinataria de su célebre obra “Nocturno a Rosario” le reclamara por llamarla su “santa prometida” al mismo tiempo que Acuña sostenía otros romances con una joven lavandera, conocida como “Celi”, y con la escritora Laura Méndez Lefort, con quien procreó un hijo.
Otras versiones, incluyendo la de la misma Rosario, desmienten que el suicidio haya sido por su causa. Hay quienes refieren que el estado del poeta era de por sí melancólico y buscaba la muerte. Otras incluso aseguran que no se trató de un suicidio.
Antes de morir, Acuña dejó cinco cartas. En una de ellas pide que su cuerpo no sea mutilado al realizarle la autopsia. Además, de acuerdo con el testimonio de sus compañeros, tanto su habitación como sus labios desprendían “el olor de las almendras amargas” del envenenamiento con cianuro.
Sus restos inicialmente fueron enterrados en el Cementerio de Campo Florido, en la CDMX, y después sepultados en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores y allí permanecieron hasta 1917, cuando fueron trasladados a Saltillo y depositados en la Rotonda de los Coahuilenses Ilustres del Panteón de Santiago.
En la intersección de las calles República de Brasil y República de Venezuela del Centro Histórico de la CDMX se encuentra una placa que indica el lugar donde se suicidó.
Fuentes: Gobierno de México, https://www.gob.mx/cultura/prensa/manuel-acuna-el-ultimo-gran-poeta-del-romanticismo-en-mexico-marco-antonio-campos / El Diario de Coahuila. México Desconocido. Gaceta de la Facultad de Medicina.