Las cifras no engañan. Según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Columbia, las personas con un trabajo poco exigente a nivel cognitivo muestran un 37% más de probabilidad de padecer demencia en edades avanzadas.
Así lo afirma la autora del artículo publicado en la revista Neurology, la doctora Trine Holt Edwin, investigadora en el Hospital de la Universidad de Oslo, en Noruega. Aunque también insiste en dejar muy claro es que este estudio no prueba que el trabajo estimulante prevenga el deterioro cognitivo, sólo muestra una asociación.
Sin embargo, estos resultados pueden servir como base para futuros proyectos, puesto que las conclusiones son fruto de una concienzuda investigación en la que han realizado un seguimiento de 17 años a más de 7.000 trabajadores noruegos.
En cada uno de los 305 distintos puestos de trabajo que ocupaban los voluntarios se potenciaban una serie de actividades u otras. Algunos trabajos estaban basados en tareas manuales repetitivas; otros en actividades cognitivas rutinarias, como las actividades contables; y otras requerían de actividades analíticas no rutinarias, así como relaciones interpersonales.
El trabajo que protege la salud cerebral
Como pudieron observar al realizar los estudios, dependiendo de las actividades que se desarrollan en el trabajo, algunas de estas personas que realizan actividades más repetitivas tienen un mayor riesgo de padecer demencia al llegar a edades avanzadas. “Nuestros hallazgos muestran que tener un trabajo que requiera un pensamiento más complejo puede ayudar a mantener la memoria y la capacidad de razonamiento en la vejez”, indica Trine.
Según indican en el estudio, entre los trabajos con una mayor exigencia cognitiva destacan aquellos relacionados con la enseñanza, mientras que, en el extremo opuesto se encuentran el de celador o el de cartero. Como explica Trine: “Examinamos las exigencias de varios trabajos y descubrimos que la estimulación cognitiva en el trabajo durante diferentes etapas de la vida –durante los 30, 40, 50 y 60 años– estaba relacionada con un menor riesgo de deterioro cognitivo leve después de los 70 años”.
Vegard Skirbekk, doctor y profesor de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública Mailman de Columbia y del Centro de Envejecimiento de Columbia, que inició el proyecto, también subraya que su estudio pone de relieve la importancia de realizar tareas que supongan un reto mental para mantener el funcionamiento cognitivo en la vejez. Pero tras los trabajos exigentes, Skirbekk también destaca el nivel de educación como otro posible factor protector ante la demencia.
Las proteínas, un posible indicador
Para tratar de establecer la causa de este aumento de riesgo en el desarrollo de demencia, otro equipo investigador del Instituto Karolinska realizó lo que se denomina en biomedicina un screening de proteínas. Es decir, tomaron muestras de sangre de 13656 pacientes que habían participado en estudios como el anterior y observaron los cambios que ocurrían en 4953 de las proteínas que se pueden hallar en este fluido.
El resultado es una enorme matriz que permite detectar variaciones en algunas de estas proteínas entre los distintos grupos. Como explica Serhiy Dekhtyar, uno de los autores, la variación en general no era perceptible en la mayoría de las proteínas, pero sí que observaron que algunas de ellas se expresaban más o menos en personas con trabajos de distinta exigencia.
Concretamente, al comparar los grupos, observaron que algunas de las proteínas como SLIT2, AMD y CHSTC, que juegan un papel importante en la creación de los axones y las sinapsis neuronales, se encontraban alteradas. Estas proteínas están directamente involucradas en la creación del cableado que permite al cerebro crear nuevas conexiones. Por tanto, si no se encuentran en las concentraciones adecuadas, pueden dar lugar a una cierta desorganización en las neuronas, una característica asociada a demencias como el alzhéimer.
¿Qué puedo hacer si mi trabajo es poco estimulante?
Aunque correlación no indica causalidad, los niveles más bajos de estas proteínas podrían indicar que el cerebro que no está siendo estimulado se “relaja” en su crecimiento y no crea más conexiones. Es decir, tiene lógica pensar que siguen el principio biológico de “Si no se usa, se pierde”. Por tanto, la forma de combatirlo es clara: usarlo.
Realizar actividades de ocio que también suponen un desafío cerebral permite mantener la mente despierta y puede ayudar a combatir la demencia en adultos. Bien sean deportes que requieran de coordinación, actividades artísticas, juegos de mesa o videojuegos complejos, o dedicarle unas horas al día a aprender un nuevo idioma, son actividades que ayudan a estimular el cerebro para fomentar la creación de nuevas conexiones entre neuronas.
De todas formas, los autores de ambos artículos piden prudencia con los resultados obtenidos, ya que se trata todavía de un campo en el que hay pocos estudios y, por tanto, se necesitan más investigaciones para que los resultados sean lo suficientemente robustos.
Fuente: National Geographic. Gráfico: Portafolio