Por: Alejandro Gómez Tamez / @alejandrogomezt *
Existe un gran debate respecto de lo que sucederá con el valor del dólar estadounidense. Hay un grupo de analistas le cree al Banco de la Reserva Federal (FED) en su compromiso en la guerra contra la inflación y por lo tanto su voluntad para seguir aumentando su tasa de interés, aunque esto implique el colapso del mercado de bonos del Tesoro. Otro bando cree que la FED terminará salvando el mercado de bonos (y la riqueza de millones de personas) por lo que antes de que concluya este año comenzaremos a ver esquemas de compra de bonos y baja de tasas de interés, aunque esto signifique incrustar elevadas tasas de inflación en el mediano y largo plazos.
A este respecto, en un artículo de Matthew Piepenburg titulado “El momento Gettysburg de Powell, el Waterloo del dólar estadounidense y la locura de hoy”, publicado el 25 de febrero en GoldSwitzerland.com, se expone un panorama obscuro para el dólar estadounidense. El autor lo hace examinando la interacción histórica de guerras perdidas después de grandes victorias, egos acorralados, monedas que se derrumban y mayores controles gubernamentales.
La historia importa
La historia importa, y con esto Piepenburg se refiere a todos sus maravillosos y feos matices (y lecciones). La historia, por supuesto, está llena de cifras y épocas desesperadas, muchas de las cuales implican economías desesperadas seguidas de guerras igualmente desesperadas y puntos de inflexión que surgen de la desesperación.
Guerras perdidas desde el principio
Napoleón Bonaparte, que había ganado previamente innumerables batallas desde Rivoli hasta Austerlitz, se encontró temblando en Rusia en 1812 después de perder la mayor parte de su ejército ante el General Invierno Ruso. En ese entonces le comentó a uno de sus generales que “hay solo una delgada línea entre lo sublime y el ridículo.”
Tres años más tarde, en Waterloo en 1815, los días “sublimes” de Napoleón (y el número incontable de pérdidas humanas causadas por él) terminaron para siempre.
En los Estados Unidos, en la Guerra Civil, el ejército de los Estados Confederados era talentoso y aunque era enormemente superado en número, bajo el mando de Robert E. Lee, humilló a las fuerzas de la Unión en las batallas de Manassas 1 y 2. Pero en Gettysburg, Pensilvania, el 3 de julio de 1863, fue derrotado y el campo de batalla fue sembrado de moribundos y muertos pertenecientes a sus otrora valientes divisiones. Fue aquí cuando la Guerra Civil de EE.UU. llegó a un punto de inflexión matemático.
A pesar de la carnicería de Gettysburg, la guerra se prolongó durante 2 horrendos años más (generando innumerable cantidad de víctimas), debido a que se ignoraron las duras matemáticas de la disminución del número de tropas, suministros, cañones y caballos que hacían imposible la “victoria” del Sur.
Menos de un siglo después, esta vez cerca de Stalingrado en el invierno de 1943, la aparentemente invencible Wehrmacht alemana, después de haber conquistado Polonia, Francia, el norte de África y grandes franjas del este, se encontró (y el general von Paulus) frente a la realidad igualmente matemática de lo que alguna vez parecía una derrota imposible.
Según todas las métricas, los alemanes, habiendo provocado una guerra en los frentes Occidental y Oriental, estaban acabados; pero la guerra (y el número incontable de bajas) continuaría durante dos años más sin sentido.
Políticas financieras destinadas al fracaso desde el principio
La interacción superpuesta del ego humano, las duras matemáticas y las estrategias fallidas condenadas desde el principio, tienen su lugar tanto en la historia militar como en la financiera.
Por ejemplo, hubo una vez (alrededor de 2008) que nuestros banqueros centrales en general, y la Reserva Federal de EE.UU. en particular, tuvieron la terriblemente mala idea de que los bancos centrales podían usar irrestrictamente dinero fiduciario creado de la nada para salvar bancos comerciales que habían hecho mal las cosas, vencer recesiones, gestionar la inflación, monetizar la deuda, ganar un premio Nobel de Economía (Ben Bernanke en 2022) y lograr el pleno empleo con un clic de un mouse de computadora.
Estos grandes planes, así como las promesas de los generales fallidos y las guerras dementes de Lebensraum, la gloire de l’empire o la “Causa del Sur”, fueron seguidos inicialmente por una serie de primeros “éxitos tipo Austerlitz” (es decir, burbujas de mercado) que trajeron euforia de corto plazo.
Desafortunadamente, esas victorias tempranas y logradas con un clic del mouse ignoraron las realidades de más largo plazo, a saber: desigualdad de riqueza históricamente sin precedentes, grotesca degradación del valor de las monedas, la muerte del descubrimiento de precios del libre mercado y el nacimiento de lo que equivale a poco más que el socialismo de Wall Street y el feudalismo de mercado disfrazado hoy como “capitalismo” de la Teoría Monetaria Moderna (MMT por sus siglas en inglés).
Tal “gloria” a corto plazo a expensas de la ruina a más largo plazo es un patrón demasiado familiar para aquellos que prestamos atención…
El autor se refiere al emperador Jerome Powell, quien por ejemplo, cree que puede “ganar la guerra contra la inflación”, pero al igual que Napoleón, Lee y von Paulus, todavía es incapaz de admitirse a sí mismo (o a nosotros) que su gran visión está condenada al fracaso en cualquier sentido que la tome.
Y así, continúa luchando desesperadamente por una causa perdida a expensas de innumerables monedas e inversionistas (víctimas) en todo el mundo.
¿Cómo podemos saber esto? Todo se reduce a matemáticas duras y malas opciones.
Como se detalla en anteriores entregas, las matemáticas hablan por sí solas: Los niveles de deuda global han superado su “momento Gettysburg” y no quedan victorias fáciles una vez que comenzamos a negociar en cifras de trillones de dólares (un trillón es un 1 con 15 ceros).
Ya sea que Powell continúe con el apretón cuantitativo (o monetario, también llamado QT) o cambie a un alivio cuantitativo (o monetario llamado QE), los soldados de a pie minoristas en todo el mundo enfrentarán una recesión/depresión económica o una inflación extrema.
Elige tu “victoria” o tu veneno. Si vemos ambos posibles resultados entonces hablamos de estanflación
Igualmente grave es la inevitable desaparición del poder adquisitivo del dólar en los Estados Unidos y su inflación exportada al resto del mundo, que el lento final de su hegemonía global.
El triste destino del dólar
Independientemente de si el USD (o el índice dólar DXY) sube o baja en el corto plazo, el resultado final es tan inevitable y matemático como la guerra de dos frentes de Alemania, la carga de Pickett en Gettysburg o el desastre de Waterloo de Napoleón.
Una vez que las burbujas de acciones y bonos alcanzan sus puntos de inflexión y comenzaron a estallar, la última burbuja en morir es siempre la moneda, que es precisamente donde nos han colocado los premiados (?) banqueros centrales.
En resumen, y como se muestra a continuación, la economía global y el USD, liderados por el General Powell, están a punto de cruzar esa línea infamemente fina que va de lo sublime a lo ridículo…
Los últimos momentos sublimes del USD
Sin embargo, como en cualquier guerra perdida, siempre hay quienes se aferran a la esperanza, incluidos aquellos que piensan que el USD nunca se rendirá. (En 2022, la libra esterlina, el yen y el euro cayeron)
Recientemente, por ejemplo, los titulares, los políticos, los mercados y los inversionistas alcistas permanentes estaban positivamente impactados por un informe de creación de empleos en EE.UU. más fuerte de lo esperado y los datos de nómina no agrícola. El índice dólar (DXY) subió fuerte.
Sin embargo, lo que fue igualmente más alto (de hecho 60% más alto…) de lo esperado fue la estimación de préstamos requeridos por el Tesoro de EE.UU. para 2023, también conocida como la cuenta del bar del Tío Sam, ¡$ 930 mil millones de dólares! –solo para el primer trimestre de 2023.
Cada uno de estos datos ha enviado al USD temporalmente al alza, junto con las expectativas de inflación, que ahora parecen estar incrustadas.
Entonces, la gran pregunta hoy es esta: ¿Se fortalecerá o debilitará el USD en 2023 y más allá?
Hay dos campos en este debate estratégico, y dos consecuencias dependiendo de qué campo tenga razón. Ninguno de los dos es “victorioso”.
Escenario malo 1: las consecuencias de un dólar al alza
Si el USD se fortalece con más alzas en la tasa de interés, acabará con el valor de casi todas las clases de activos, excepto el propio USD.
Ya estamos viendo esta carnicería abierta en los mercados crediticios a medida que aumentan las tasas de interés y las políticas de dólar fuerte del General Powell paralizan las normas de préstamos y créditos del pasado.
Los funcionarios de crédito confirman un endurecimiento de la disponibilidad de éste (y una ampliación del spread entre tasa activa y pasiva de la actividad bancaria) a niveles que solo se vieron en recesiones anteriores, lo que agrega más peso a la afirmación actual del autor de que EE.UU. ya está en una recesión, a pesar de todos los intentos de Washington para redefinir, cancelar, ignorar o minimizar lo mismo.
El aumento igualmente sombrío en los índices de mora de los bonos de alto rendimiento agrega una prueba más de la muerte lenta (luego constante) de los bonos sangrantes debido a una tasa de interés al alza y una política de dólar fuerte.
Un USD fortalecido hará que el precio de los bonos baje más y, por lo tanto, los rendimientos y las tasas aumenten, lo que será deflacionario a medida que Estados Unidos, saturado de deudas, se empobrezca y los extranjeros se vean obligados a vender más bonos del Tesoro (UST por sus siglas en inglés) junto con una Reserva Federal más restrictiva que está haciendo exactamente lo mismo al disminuir su hoja de balance: venta masiva de bonos y creación de picos de rendimiento.
Escenario malo 2: las consecuencias de la caída del dólar
Sin embargo, si el USD se debilita, la inflación solo empeorará a medida que los déficits fiscales de más de $2 billones de dólares (trillions en inglés) anuales continúen con su ascenso constante hacia los $3 billones, $4 billones o incluso más de $5 billones de dólares para 2023 (como referencia, el PIB nominal de EE.UU. en 2022 fue de 25.5 billones de dólares).
Entonces, una vez más: ¿Se fortalecerá o debilitará el USD?
La respuesta radica en qué señales rastreas o en las que confíes: ¿la FED de Powell o el mercado de los bonos del Tesoro (UST)?
¿Creer en lo que Powell dice? Dólar fuerte adelante
Si, por ejemplo, crees en lo que dice la FED y su narrativa falsa, pero mortalmente seria sobre la inflación, entonces te verás atraído por el grito de guerra de Powell “debemos vencer la inflación”, que se reduce a un plan de batalla de suma cero de “alta inflación” es mala, baja inflación es buena. Debo vencer la inflación”.
Igualmente parte de este falso plan de batalla (Powell necesita inflación y tasas negativas…) es la valerosa idea de que “el aumento de las tasas mata la inflación”.
Bueno… sí, pero ¿a qué precio?
Si Powell gana la batalla de los titulares de prensa contra la inflación, pierde la guerra para salvar los mercados crediticios globales, las economías y la credibilidad política, cuya pérdida se atribuirá de inmediato al virus covid y al villano ruso, pero nunca a los banqueros centrales que nos empujaron al precipicio de la deuda.
Sin embargo, si vamos más allá de los titulares lineales y el pensamiento bidimensional de los banqueros centrales como Powell, rápidamente nos damos cuenta de que el mercado de bonos UST tridimensional es quizás el indicador real (y superior) de las probabilidades futuras.
O, ¿confíar en lo que sucede en los mercados de bonos?—Un dólar más débil por delante
Por lo tanto, en lugar de mirar a la FED, el autor está observando los mercados de bonos para obtener su brújula direccional: el norte en un mundo de política lleno de humo de cañón.
Como se ha dicho más veces de las que se pueden contar: el mercado de bonos es la cosa (The bond market is the thing).
Y en cuanto al mercado de bonos soberanos, se han visto 3 períodos de completa disfunción en los últimos años, a saber: 1) el pico de la tasa de recompra de septiembre de 2019; 2) la caída del “Covid” de marzo de 2020, y 3) la implosión dorada de octubre pasado generada por el aumento del USD. La suma de estos tres eventos recientes ha estado a punto de romper el delgado hielo que mantiene la economía global fuera de un escenario financiero apocalíptico.
No se puede culpar a aquellos que siguen a la FED (y esto es completamente comprensible dado que la FED ES el mercado en esta pesadilla del nuevo papel de los bancos centrales posterior a 2008) por esperar que el USD se fortalezca por mayores ajustes de tasas de interés, mientras Powell “combate la inflación”.
Pero aquellos que le creen a la FED también están ignorando esas 3 grietas en el mercado de bonos arriba mencionadas. En opinión del autor, el hielo está a punto de romperse si tenemos un cuarto momento/grieta en los bonos soberanos.
Por lo tanto, en lugar de seguir a la Reserva Federal, sería más prudente observar el mercado de UST, que se dirige precisamente en esa dirección de peligro a menos de que alguien (¿es decir, Janet Yellen?) impulse otro episodio de liquidez (QE) más tóxico y, por lo tanto, un USD más débil.
Pero como se argumentó anteriormente, de cualquier manera el dólar está condenado…
Plan de batalla fallido 1: endurecimiento en una crisis de deuda (dólar más fuerte)
Primero el autor presenta el escenario actual de la Reserva Federal y argumenta que si nos fijamos solo en lo que dice la FED, y sigue endureciendo su postura, lo que por ahora parece ser el plan para el primer y segundo trimestre de este año, el USD se fortalecerá, los rendimientos y las tasas (de 5% a 5.25%) aumentarán aún más y el mercado de bonos del Tesoro UST vería tal ola de ventas (extranjeras e impulsadas por el QT de la propia FED), que será inevitable un cuarto momento de riesgo en el mercado de bonos soberanos, y sería un evento lo suficientemente probable no solo como para “romper el hielo” de los mercados de bonos globales, sino también ahogar a todos los que patinan encima de él.
Dadas estas realidades y riesgos en el mercado de bonos UST, riesgos que incluso un Jerome Powell totalmente acorralado entiende, no se ve un camino realista a seguir que no sea un USD más débil y, por lo tanto, un cambio de restricción monetaria (QT) a alivio monetario (QE).
¿Por qué? Porque esta es la información que se obtiene al analizar las señales del mercado de bonos, no de Powell.
Rastrear (y confiar) en Powell significa un Tesoro de EE.UU. hundido y tasas de interés peligrosamente elevadas, que es como kryptonita para el modelo “acomodaticio” estadounidense basado en la deuda.
Es así que lo más probable es que Powell se verá obligado a considerar estratégicamente el hecho de que esta guerra inflacionaria ha matado a su ejército de bonos UST y, por lo tanto, lo obligará (bajo la dirección de Janet Yellen) a cambiar de táctica.
O dicho de manera más simple, al igual que Napoleón, Robert E. Lee e incluso la Wehrmacht aprendieron que ningún ejército superado en número puede ganar una guerra prolongada, Powell descubrirá que ninguna política sostenida de aumento de las tasas puede terminar bien para los bonos/pagarés tóxicos que abundan en una nación en quiebra (Estados Unidos).
En resumen: a menos de que Powell debilite el USD e inyecte más liquidez QE en algún momento de 2023, su victoria sobre la inflación será a expensas de la sangre vital de Estados Unidos, a saber, el mercado de bonos UST.
Plan de batalla fallido 2: recurra a más “milagros” con un clic del mouse (dólar más débil)
Al final del día, y a pesar de toda esta retórica de “vencer la inflación” de Powell, el salvar al salvavidas que representan los pagarés del Tío Sam (es decir, el mercado de UST ) tendrá prioridad estratégica sobre “vencer la inflación”. Obviamente que esta es una opinión ciertamente contraria e impopular.
Sin embargo, parece ser una opinión compartida por nada menos que la mismísima Comandante del Cuerpo de Liquidez Tóxica: la Secretaria del Tesoro Janet Yellen.
En otras palabras, bajo este escenario, espere una capitulación eventual (no inmediata) en la política de subir tasas de interés y disminuir la hoja de balance de la FED, favoreciendo la creación de más dinero falso, también conocido como QE, es decir, “liquidez”.
Esto significa que, a pesar de los movimientos giratorios del dólar estadounidense y, por lo tanto, de las oscilaciones del índice dólar (DXY) hoy en día, la única dirección y opción a largo plazo para vencer una recesión y salvar los pagarés del Tío Sam es un dólar más débil, no más fuerte.
¿Juego final definitivo? Culpa, reinicio y control centralizado
Un USD más débil comprará tiempo (y UST) hasta que, en última instancia, las economías desarrolladas del mundo, que de hecho controlan los balances de las repúblicas bananeras, finalmente se den cuenta de que no queda nada para salvarlos, excepto un gran “reinicio”, es decir, una quiebra o Chapter Eleven global o un “Tratado de Versalles” económico.
Por supuesto, se culpará convenientemente de la necesidad de este “reajuste” a Putin y al Covid en lugar de a los banqueros centrales (generales fallidos) que causaron esta horrible guerra contra el dinero real, la deuda sostenible y el gasto fiscal sólido con el que los países desarrollados vivían hace años.
En ese momento, la historia nos recordará que las guerras perdidas y las políticas fallidas siempre se convierten en controles más centralizados disfrazados de “orientación” gubernamental, eficiencia de pago y liderazgo “democrático”, muy bien encapsulados en esa nueva dirección tóxica de las Monedas Digitales de los Bancos Centrales y un modelo de Nueva normalidad orwelliana…
¿Cómo posicionarse para no perder?
Cambiando de metáforas militares a ecuestres, el autor argumenta que los inversionistas, como los jugadores de polo, deben pensar hacia dónde se dirige la pelota, no dónde se encuentra actualmente.
Independientemente de lo que diga Powell hoy, la jugada real es de 3 a 4 movimientos por delante, que apuntan a un USD inevitablemente más débil y, por lo tanto, a un precio del oro que inevitablemente irá al alza.
Powell, por supuesto, es más político que economista, y los bancos centrales como la FED son cualquier cosa menos que independientes.
Como tal, Powell, los políticos en Washington, DC y los escritores creativos de matemáticas y ficción del Bureau of Labor Statistics (oficina responsable de medir la inflación en EE.UU.) continuarán haciendo lo que hacen todos los políticos (o los ejércitos perdedores) cuando las cosas van en su contra: mentir.
El autor asegura que por lo tanto, los escritores creativos de Washington DC continuarán manipulando, distorsionando y “ajustando” los datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) para informar erróneamente que la inflación real casi “supera las expectativas”, lo que permitirá a Powell salvar las apariencias en una “guerra contra la inflación” perdida, mientras que la teniente Yellen calladamente impulsa una narrativa en favor de un USD más débil para salvar el mercado de bonos UST (es decir, evitar más ventas masivas de UST extranjero).
Esta política para salvar las apariencias permitirá entonces que EE.UU. haga lo que mejor sabe hacer: seguir pidiendo prestado, gastar y profundizar las espirales inflacionarias causadas por sus déficits fiscales crónicos y acumulación de deuda.
El molesto factor humano y conclusiones
Matthew Piepenburg concluye señalando que con base en la Realpolitik del mercado de bonos, las probabilidades apuntan hacia un punto de inflexión para regresar la liquidez que eventualmente generará un USD más débil a largo plazo.
Pero la historia también nos recuerda que a las figuras ebrias de poder no les gusta admitir la derrota. Sus egos se interponen en el camino de las decisiones racionales.
Jerome Powell, que desea desesperadamente ser recordado como un Paul Volcker napoleónico en lugar de un Arthur Burns cómico, no es una excepción a esa estrechez de miras humana demasiado humana.
No dispuesto a aceptar un momento Gettysburg, que se originó con el coronel Alan Greenspan, el general J. Powell podría presionar demasiado y durante demasiado tiempo con tasas de interés en aumento, lo que ocasionará un USD más fuerte y precios de bonos hundidos hasta que la inflación y el valor de todos los demás activos financieros se destruya.
Sólo podemos esperar y ver.
Director General GAEAP*
alejandro@gaeap.com