Generación Z en México: la depresión es su problema crítico, señala experto de la UNAM

En 2024, en México se registraron 399 mil 874 consultas relacionadas con la depresión, lo que equivale a un promedio de 1,096 atenciones diarias, según cifras preliminares de la Secretaría de Salud (SSa).

Este trastorno mental, que afecta a 280 millones de personas en el mundo según la Organización Mundial de la Salud (OMS)puede tener consecuencias graves si no se trata a tiempo.

De acuerdo con dicho organismo, entre ellas se incluye el riesgo de desarrollar enfermedades físicas como la diabetes, el cáncer o problemas cardiovasculares, además de incrementar la posibilidad de ansiedad, abuso de sustancias o ideación suicida.

El caso de Mario González, estudiante de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ilustra cómo la depresión puede alterar profundamente la vida de una persona. En 2021, tras el fallecimiento de su padre, Mario comenzó a experimentar síntomas como aislamiento, agresividad, pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba y crisis de ansiedad.

“Dejé de platicar con mi familia, no era comunicativo con mi pareja de entonces. Comencé a ser agresivo, impulsivo e intolerante. Ya no disfrutaba con lo que antes me gustaba, como salir con amigos o tocar música”, relató el joven.

¿Cómo se puede manifestar?

De acuerdo con el psiquiatra Marco Antonio Solís Bravo, del Centro Médico Universitario de la Dirección General de Atención a la Salud (DGAS) de la UNAM, la depresión puede manifestarse como un sentimiento, un síndrome o un trastorno mental, y se caracteriza por síntomas como tristeza persistente, falta de motivación, dificultad para concentrarse, pensamientos de minusvalía, alteraciones en el sueño y el apetito, entre otros. Estos síntomas deben persistir al menos dos semanas para ser diagnosticados como depresión clínica.

Carlos Silva Ruz, jefe del Departamento de Salud Mental de la DGAS, explicó que los jóvenes, especialmente aquellos en la adolescencia tardía y la adultez temprana, son particularmente vulnerables a este trastorno debido a los cambios críticos que enfrentan en estas etapas de la vida. Factores como rupturas amorosas, la presión académica, la necesidad de desarrollar habilidades sociales y la pérdida de seres queridos pueden actuar como detonantes. Además, Silva destacó que la depresión puede tener causas biológicas, psicológicas y sociales, como la violencia, problemas familiares o predisposición genética.

En el caso de Mario, la depresión avanzó durante tres años, afectando su desempeño académico, sus relaciones personales y su salud física. “Me sentía agotado, con sensación de dolor y ganas de llorar en todo momento.

Dejé de comer, bajé 25 kilos en un mes, no salía de casa, dormía poco y cuando lo hacía intentaba alargar mis horas de sueño. Descuidé a mis amigos, a mi familia, mi personalidad y mi higiene. Me hice adicto al tabaco y al alcohol”, narró el estudiante.

A mediados de 2024, Mario decidió buscar ayuda en los servicios de salud mental que ofrece la UNAM. Allí comenzó un tratamiento psicológico y psiquiátrico que le permitió retomar sus objetivos personales y académicos.

“No fue fácil porque existe la creencia de que en esos sitios sólo te medican o te dopan, pero no es así. El tratamiento me ha permitido retomar mis objetivos académicos y personales”, afirmó.

Cada caso lleva su proceso para avanzar en la recuperación

El tratamiento de la depresión, según Solís Bravo, debe ser multidisciplinario e incluir intervenciones psicosociales como la psicoterapia, el ejercicio y, en casos moderados o severos, la farmacología. En 2024, la Dirección General de Información en Salud (DGIS) reportó que se brindaron 121 mil 734 consultas a pacientes de entre 15 y 29 años, de las cuales 35 mil 986 fueron primeras consultas y 85 mil 748 subsecuentes; las mujeres representaron el 79% de los casos atendidos.

Silva subrayó que la recuperación de la depresión no es un proceso lineal y que cada caso avanza a su propio ritmo. “Es un proceso de aprendizaje que permite entender el porqué de dicho estado anímico, cómo afrontarlo y que, si en el futuro se da algún evento que altere sus emociones, tendrán las herramientas para hacerle frente”, explicó.

Mario, quien continúa asistiendo a psicoterapia y llevando tratamiento psiquiátrico, destacó la importancia del apoyo de su familia y amigos en su proceso de recuperación. “Se cree que por ir con un especialista o tomar algún medicamento todo cambiará por arte de magia, aunque en realidad todo es diferente en cada caso. Yo he mejorado con el tiempo, pero sigo asistiendo a psicoterapias y llevo tratamiento psiquiátrico”, comentó.

La OMS advierte que más del 75 % de las personas con trastornos mentales en países de ingresos bajos y medios no reciben tratamiento debido a la falta de inversión en atención, la estigmatización y la escasez de personal capacitado. Por ello, especialistas como Solís y Silva enfatizan la necesidad de crear programas de prevención y educación socioemocional, así como de reducir factores de riesgo como la pobreza, la desigualdad y la violencia.

En la UNAM, los estudiantes pueden acceder a servicios como la DGAS, el programa Espora Psicológica y la Clínica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina. Para la población en general, existen opciones como el Programa de Atención Psicológica a Distancia de la Facultad de Psicología, las Unidades de Salud Mental y Adicciones del país y la Línea de la Vida (800 911 2000). Estos recursos buscan brindar apoyo y orientación a quienes enfrentan este trastorno, promoviendo una atención integral y oportuna.

Vía Infobae. Gráfico: Infosalus

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