Por Fidel Ramírez Guerra / @periodistafrg
Vicente Fox se metió de la Coca Cola y a la política, en ambos casos, desde abajo, cimentando, para llegar más lejos.
Su abuelo ya venía del emprendedurismo en el bajío, manufacturando autos.
Su padre fue agricultor a gran escala.
Además de descendencia inglesa tuvo la española, por su madre.
El refrán español reza que “abuelo mercader, hijo caballero y nieto pordiosero”.
Así, VFQ venía de la escuela de empezar desde abajo, aunque estuvieras arriba.
Su consigna fue: desde abajo, en la empresa y en la política.
Fox fue supervisor regional de la refresquera y abrió nuevas rutas. Comió bolillos con queso y chiles envinagre al lado de operadores.
Como diputado federal cobró fama por recortar unas boletas electorales cruzadas en favor del PRI, como parte del fraude del 88 que llevó a Salinas a la presidencia.
Esas boletas fueron extraídas de urnas embarazadas en León y fueron llevadas a San Lázaro como prueba fiel.
Presumía que su fuerte era la mercadotecnia, el mensaje,
En el norte del país los empresarios incursionaron en el PAN – neopanismo – haciendo un lado a los tradicionales – doctrinarios – y se les nombró los bravos del norte.
Entonces, con la aparición de Fox y de Carlos Medina, comenzaron a llamarle los bravos del centro.
De mezclilla, con botas vaqueras y siendo diputado federal atrajo la atención de la prensa, pero no fue sino hasta el 91 cuando comenzó el fenómeno Fox, que nueve años más tarde llegaría a la presidencia de la república, pasando por la gubernatura de Guanajuato.