El Molino

Por Fidel Ramírez Guerra / @periodistafrg

El sereno de los amaneceres es más fresco que los atardeceres. Y cada madrugada es distinta por todo. Un nuevo día está por comenzar. El de ayer, atrás quedó y lo que queda es la memoria.

Los alrededores del caserío y del camino son distintos, como el leve bullicio de la madrugada: los grillos aún, el cantar del gallo y el ladrar de los perros. Un individuo en el camino, mujer, jóvenes, también madrugadores.

Aunque por el rancho pasan vendedores de tortillas de máquina, algunas mujeres continúan con la tradición de llevar el nixtamal al molino antes de que ilumine el sol.

El molinero empieza desde la madrugada. Tiene años haciéndolo y no solamente conoce a las mujeres que tienen años acudiendo a la molienda sino las cubetas y los botes de cada una de ellas.

Siempre hay una madrugadora, sea por la cercanía de su casa al molino o por madrugadora.

Las mujeres se conocen muy bien. Tienen años de conocerse, muchos años. En ocasiones llega una nueva o una de aquí se va.

El molino es el ágora, la pequeña plaza pública para el intercambio de los últimos acontecimientos de la comunidad.

El rancho alejado de aquellos años quedó atrás. La electricidad, que llevó a la televisión, a la radio. Hoy las redes sociales, el camino y el transporte, han integrado en el tiempo más a las rancherías con las ciudades hasta convertirlas en una nueva sociedad rural.

Más mujeres llegaron esta madruga. Es lunes y empieza la semana con mucha actividad y, aún con las prisas, se dan los tiempos para hablar de lo último:

-Que ya vienen las elecciones. Que ahora qué nos irán a dar y que por quién hay que votar.

El molinero no pierde de vista el maíz cocido y la masa que sale. Va apretando tuercas según el caso y pone agua.

Él y las mujeres cotidianas ya están acostumbradas a “chuc-chac-chuc-chac” de la máquina.

En ocasiones hay debates por las posiciones políticas. Por las candidatas, candidatos.

En ocasiones los temas son públicos. Otros temas son más en corto y de todo tipo. En el molino hay grupitos.

Aquí se repasa el acontecer internacional en la medida de sus alcances. El nacional y regional.

Solo Dios sabe cómo las mujeres saben todo y se enteran de todo.

Va saliendo una a una con su respectivo pago por la molienda.

Al salir, el bote o la cubeta, va a la cabeza y a andar de regreso por el camino, con los rayos del sol apareciendo.

La masa fue puscua. La puscua fue maíz, que fue mazorca, que estuvo en caña y en surcos. En una milpa.

Todo fue un grano de maíz que en ocasiones da la vuelta y en ocasiones se convierte en tortilla. En tamal. En gordita, en pozole. Atole.

“Esta madrugada y estos rayos del sol que me dan en la frente, en mis ojos es diferente. Los intensos calores de estos días nos llevan a preguntarnos si irá a llover porque el temporal del año pasado nos fue mal, muy mal.”

“Ya no sabes que hacer por tanto calor. El agua no alcanza para las plantitas. Anda el mal del virus y el dinero menos alcanza … por lo pronto un día más y a joderle: no hay de otra”.

El sol comienza a alzarse. La gente de aquí, para allá.

Esta comunidad ya está en la lista de los partidos y de las votaciones.

Ya hay personas de aquí que serán representantes de la casilla que estará en la escuela.

También los adultos mayores ya están en listas para la vacunación.

Esta mañana, aunque cotidiana, es distinta. Un día más …

Aún se respira el fresco. Los niños, en su pequeño aparatito, se preparan para las tareas. Se oye la música de los trabajadores que pasan.

Unos perros toman el sol y comienzan a lamberse.

En un rato esta masa será tortillas con chile y frijoles.

Más tarde hay que preparar el maíz para mañana.

-Adiós, señora, buenos días.

-Que le vaya muy bien, buenos días

… Las mujeres van por donde llegaron.

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