El Charrito Pemex

Aportación especial de Alberto Alvarado

Se llamaba Álvaro Sánchez Otelo, nació en Salamanca, Gto., era un hombre de poco más de un metro de altura, con una deformidad remarcada en las piernas. Parecía que se había bajado del caballo sin darse cuenta. Para muchos en la actualidad sería un estereotipo dañino del mexicano promedio.

Sin embargo, a finales de los años cuarenta, tras la expropiación del petróleo, se convirtió en una imagen institucional de una de las empresas nacionales más importantes del país. El Charrito de Pemex se convirtió durante años, en una mascota humana que terminó su vida en la mendicidad pidiendo limosna en las calles de la Ciudad de México.

El Charrito Pemex fue obrero de la Refinería de RIAMA y que representó a Petróleos Mexicanos por su simpática figura de baja estatura y de piernas arqueadas fue escogido para tomar el emblema de “El Charrito PEMEX” de la antigua paraestatal de Petróleos Mexicanos.

Don Álvaro contaba con un sueldo y apoyo de parte de Pemex para fungir como imagen de la empresa. También se asegura que se le veía vendiendo el producto que portaba –si no su imagen- algo parecido a ella.

¿Quién era este hombre?

En 1950 se inauguró la refinería de Pemex en Salamanca. Sin embargo, para 1948, se dice que el personaje de “El Charrito” ya comenzaba a hacerse un nombre a nivel nacional.

Históricamente el charro tricolor fue imagen de Pemex entre 1938 a 1976, cuando fue sustituido por un caracol.

Para ese entonces, ya funcionaban las plantas de Pemex en Azcapotzalco, Poza Rica, Tampico y Minatitlán.

¿Quién fue antes?

 

 

Es probable que el dibujo fuese diseñado primero y este sujeto haya aprovechado con gran astucia su parecido al dibujo que aparecía en toda la publicidad del queroseno –el combustible para quinqués y estufas de la época por excelencia- de la época. También existe la posibilidad de que este peculiar sujeto inspirase a algún poco virtuoso dibujante y guiase sus trazos hasta la conformación de una caricatura del mexicano.

A ciencia cierta, parte de la magia en la historia de “El Charrito de Pemex”, corre desde el desconocimiento del dato certero que ubique quién fue primero.

Queroseno, el combustible maravilla

Imagine una época en la que la electricidad era un lujo que pocos se podían dar en las casas, en la que las tecnologías aún no llegaban al grueso de la población y en la que los menos adinerados tenían que ingeniárselas para salir adelante día a día.

Aunque se sorprenda no le hablo del presente. Esto también ocurría en 1948 (y antes y después), por lo que la gente de menos recursos debía administrar de la mejor forma sus escasos recursos.

En ese entonces el líquido maravilla se llamaba queroseno, petróleo diáfano o morado. Este líquido servía igual para iluminar las estancias en las noches (en lámparas llamadas quinqués), para cocinar en estufas –que Pemex también ofrecía por 25.50 pesos-, para exterminar cucarachas, piojos e incluso, para trapear el piso.

Era un producto que Pemex expedía a la par de la gasolina. El litro costaba tan sólo 15 centavos, a diferencia de la Mexolina y Super Mexolina –exclusivas para los vehículos- de 45 y 55 centavos respectivamente.

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