La investigadora del Instituto de Biología (IB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ivonne Garzón-Orduña, descubrió una nueva especie de polilla medidora, “Ofelia jaliscana”, la cual es originaria del bosque tropical seco de Chamela, Jalisco.
“Este suceso amplía nuestro conocimiento sobre la biodiversidad y subraya la importancia de conservar los bosques secos, uno de los ecosistemas más frágiles del planeta”, dijo Garzón-Orduña.
La historia de esta nueva polilla es curiosa. Se descubrió al revisar una muestra de polillas recolectadas en 1980, es decir, hace 45 años, y que era parte de la colección de insectos del IB de la UNAM.
A diferencia de otras polillas, la “Ofelia jaliscana” tiene un tamaño más pequeño, de aproximadamente dos centímetros de ala a ala. En la parte dorsal su coloración es críptica, es decir, se camufla bien en la naturaleza. En la parte ventral (“de abajo”) tiene manchas de color café sobre un fondo mostaza, que la hacen llamativa.
“En sus características internas está la parte que la hace aún más única y merecedora de su propio género: los genitales del macho “no los hemos visto en ningún otro grupo de polillas medidoras”, apuntó Garzón-Orduña.
Al confirmar que pertenecían a una nueva especie, se les asignó un nuevo género y un nombre. En honor a la madre de la investigadora y a la entidad donde se encontraron, se les bautizó como “Ofelia jaliscana” y se publicó en la revista “Zootaxa”.
Diversidad por miles
Las polillas, explicó Garzón Orduña, son insectos que tienen un desarrollo completo, es decir, que pasan de huevo a oruga, etapa en la cual son herbívoros (se alimentan de plantas) y después entran en un capullo, en el que crecen como pupa (el estadio intermedio) hasta convertirse en adultos que usualmente se alimentan del néctar de las flores.
Los lepidópteros, en sus diferentes etapas de metamorfosis, tienen distintas funciones ecológicas: evitan que proliferen en abundancia algunas plantas –porque se alimentan de ellas cuando son orugas–, y a su vez sirven como fuente de alimento para grupos de animales como aves y otros insectos; pero uno de sus roles más significativos es la polinización, abundó.
En el mundo existen más de 160 mil tipos de polillas y mariposas (estas últimas son un grupo particular de polillas, que vuela durante el día); en México se estima que son 15 mil, “pero esos censos ya tienen algunos años, hace falta trabajo de campo”.
Aunque dichos insectos habitan en todo el territorio nacional, hay regiones, por ejemplo Chiapas y Oaxaca, que tienen mayor abundancia y endemismos.
Las polillas medidoras reciben ese nombre porque cuando son orugas se mueven como si estuviera midiendo una superficie, debido a que tienen menos patas que otras.
Ofelia jaliscana es diferente entre sus compañeras las medidoras; su tamaño es pequeño, de aproximadamente dos centímetros de ala a ala; en la parte dorsal su coloración es críptica, es decir, se camufla bien en la naturaleza. En la parte ventral (“de abajo”) tiene manchas de color café sobre un fondo mostaza, que la hacen llamativa.
Pero son sus características internas las que la hacen aún más única y merecedora de su propio género: los genitales del macho “no los hemos visto en ningún otro grupo de polillas medidoras”.
Descubrimiento paso a paso
A partir de 2019 Garzón Orduña es la curadora de la Colección Nacional de Insectos; una de sus labores es estudiar los ejemplares resguardados en ese acervo. Fue así como en 2024 encontró nueve especímenes de polilla que no se ajustaban a ningún grupo descrito hasta ese momento. “Eran de una especie tan diferente a lo que conocemos que tuve que asignarles un género”.
Aunque fueron colectados por Alfonso Pescador en 1980 en la Estación Chamela, no se había realizado el descubrimiento, porque la curaduría de la Colección estuvo a cargo de especialistas en escarabajos, abejas, avispas, pero no en lepidópteros, relató.
El trabajo taxonómico empieza viendo “algo” diferente a lo descrito en la literatura. “Al microscopio, uno realiza disecciones de la genitalia; entonces esta se compara con otras polillas para determinar si son parte de algún género que existe. Cuando no hay donde ‘acomodarlos’, surge la hipótesis de un nuevo género”.
En este caso, la descripción de la especie y del género se basó en caracteres morfológicos porque Garzón Orduña hizo esfuerzos infructuosos por obtener secuencias de ADN, degradado por el paso de las décadas.
Fuente: Once Noticias, UNAM.