Descubren en Brasil la hormiga más antigua del mundo

Un fósil olvidado en el Museo de Zoología de São Paulo resultó ser un tesoro paleontológico, investigadores identificaron a Vulcanidris cratensis, la hormiga más antigua conocida, que vivió hace 113 millones de años en el noreste de Brasil. El hallazgo, publicado en Current Biology, revela un depredador con mandíbulas en forma de guadaña que usaba para ensartar presas, un diseño único entre los insectos.

Fue encontrada en la famosa Formación Crato, una zona rica en fósiles de excepcional conservación.

El espécimen pertenece a las extintas “hormigas infernales” (Haidomyrmecinae), cuyos fósiles solo se habían encontrado en ámbar. “Su morfología cambia lo que sabíamos sobre la evolución temprana de las hormigas”, explicó Anderson Lepeco, descubridor del fósil. Las tomografías mostraron que sus mandíbulas se movían verticalmente, a diferencia de las hormigas modernas, y que conservaba rasgos de avispas, su ancestro común.

Actualmente, se han descrito más de 12.000 especies de hormigas en todo el mundo. Sin embargo, hay expertos que estiman que podrían existir entre 20.000 y 22.000 especies en total. ​

Las hormigas habitan en casi todos los ecosistemas terrestres del planeta, desde selvas tropicales hasta desiertos, con la excepción de regiones como la Antártida, Islandia y algunas islas remotas.

Un eslabón perdido en pleno Cretácico

El descubrimiento retrocede 10 millones de años el registro fósil de hormigas y prueba que ya eran diversas antes de dominar el planeta tras la extinción de los dinosaurios. Phil Barden, experto del Instituto de Tecnología de Nueva Jersey, destaca que esta especie combinaba rasgos primitivos con adaptaciones depredadoras avanzadas.

Conservado en piedra caliza de la Formación Crato —famosa por sus fósiles excepcionales—, el insecto confirma que las hormigas infernales estaban globalmente distribuidas. Su extinción, aún misteriosa, dejó atrás un legado de innovación evolutiva: estrategias de caza que ninguna hormiga actual reproduce.

Una criatura con mandíbulas de pesadilla

Lo que distinguía a estas hormigas del infierno era su morfología: poseían mandíbulas orientadas hacia arriba, parecidas a guadañas, que usaban para atrapar y probablemente inmovilizar a sus presas contra unas protuberancias frontales de su cabeza. En lugar de cerrar sus mandíbulas como las hormigas modernas —de lado a lado—, las Vulcanidris lo hacían de abajo hacia arriba, como si fueran pequeñas catapultas mortales, señala Muy Interesante.

Este tipo de especialización sugiere que, ya en sus primeras etapas evolutivas, las hormigas no solo se habían diversificado, sino que habían desarrollado estrategias de caza increíblemente complejas y únicas en el reino de los insectos. A través de imágenes de microtomografía computarizada en 3D, los investigadores pudieron analizar con un nivel de detalle inédito la estructura interna de la cabeza y las mandíbulas de este fósil, revelando una maquinaria anatómica perfectamente adaptada a su rol depredador.

Hasta ahora, se pensaba que las primeras especies habitaban principalmente regiones de Laurasia —la antigua masa continental que incluía lo que hoy es Europa, Asia y América del Norte—. Pero este fósil sugiere que las hormigas ya estaban ampliamente distribuidas mucho antes de lo que creíamos, incluso en las tierras del sur de Gondwana, que incluía Sudamérica, África, India y Australia.

Este hallazgo implica que las hormigas no solo surgieron antes de lo esperado, sino que también tenían una capacidad de dispersión global sorprendentemente eficiente, algo que hasta ahora se atribuía a etapas evolutivas mucho más avanzadas. En otras palabras, las hormigas no solo aparecieron antes, sino que lo hicieron con fuerza, rapidez y diversidad.

El contexto ecológico de un depredador minúsculo

Reconstrucción del fósil de la hormiga infernal mediante escaneo por tomografía computarizada

La Formación Crato, donde se encontró este fósil, representa un ecosistema semiárido de lagos someros con una biodiversidad fósil notable, pero en la que hasta ahora los registros de hormigas eran escasos. La aparición de Vulcanidris cratensis en este contexto sugiere que estos insectos no necesitaban ambientes boscosos o húmedos para prosperar, y que ya entonces eran capaces de adaptarse a una variedad ecológica mucho mayor de lo que se creía.

Mientras en otras regiones los fósiles de hormigas del infierno se hallaban atrapados en resinas de árboles, en Brasil este ejemplar quedó impreso en roca caliza, lo que plantea nuevas preguntas sobre su modo de vida. ¿Vivían en el suelo, cerca de cuerpos de agua? ¿Eran más abundantes de lo que hoy sugieren los escasos fósiles?

El hecho de que se haya encontrado un ejemplar hembra alada también abre la posibilidad de que se tratara de una reina, lo cual añade otra capa de complejidad: ¿cómo era la estructura social de estas primeras hormigas? ¿Existían ya castas obreras? ¿O estamos ante especies aún no plenamente eusociales?

Un nuevo punto de partida para entender la evolución de las hormigas

Este descubrimiento es mucho más que un fósil: es una ventana abierta al pasado profundo de la evolución de la vida en la Tierra. Gracias a técnicas de escaneo avanzadas y al estudio sistemático de colecciones ya existentes —como la del Museu de Zoologia da Universidade de São Paulo, que albergaba este ejemplar sin clasificar—, la ciencia sigue demostrando que no hace falta ir muy lejos para encontrar respuestas que cambian el rumbo de lo establecido.

Además, este tipo de investigaciones refuerzan la relevancia de Brasil como enclave paleontológico mundial, especialmente en lo que respecta a fósiles de insectos. Es probable que este sea solo el primero de varios hallazgos que, con ayuda de la tecnología y un poco de fortuna, continúen revelando los secretos de una era en la que las hormigas ya comenzaban a dominar el planeta.

Fuentes: Futuro 360, Muy Interesante, Infobae,

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