La flor de cempasúchil, que en nahuátl significa “20 flores” tiene uso ritual o decorativo en los altares de Día de Muertos, además ha tenido una función medicinal desde el siglo XVI.
Famosa por su intenso color, la flor de cempasúchil es un ícono de la cultura mexicana. Ha prevalecido por generaciones gracias a los agricultores mexicanos que en el mes de octubre exhiben sus brillantes y hermosas cosechas.
Se dice que la primera vez que se usó la flor de cempasúchil fue en Malinalco, Estado de México, donde adornaban las tumbas con ramos de estas bellas flores porque creían que poseían la habilidad de guardar en sus corolas el calor de los rayos del sol. Poco después los aztecas se apropiaron de esta tradición y con el paso del tiempo la popularizaron, convirtiéndola en la flor de los altares por excelencia.
Otros usos
Se ha usado como antimicótico, contra los hongos presentes en infecciones respiratorias, urinarias, pulmonares, entre otras. También se emplea como remedio casero para los cólicos estomacales, resfriados y parásitos intestinales, la cual se consume en forma de té.
Se le atribuyen otras propiedades, además de las curativas, se ha usado como plaguicida, insecticida y como pigmento.
¿Cuánto se vende?
El valor comercial de la cosecha del cempasúchil supera los 61 millones de pesos. Tan sólo en la Ciudad de México, alrededor de 700 productores cultivan la flor de muerto, en su mayoría en la delegación Xochimilco. Gracias a la popularidad de esta flor, la venta de cempasúchil en la capital del país asciende a 10 millones de pesos y genera más de mil 500 empleos directos y dos mil indirectos.
Leyenda de la flor
Esta leyenda narra la historia de su origen:
Resulta que en la época Xóchitl era una bella mujer que vivía en un valle; su belleza era tal que deslumbró al mismísimo dios del Sol, Tonatiuh.
Todos los días, el dios Sol recorría su camino en el cielo y pasaba por la casa de la joven, a quien miraba con amor mientras ellas se peinaba su larga cabellera.
Un día, Tonatiuh decidió adquirir forma humana para acercarse a su amada. El dios se cubrió con ropa y un sombrero, se acercó a la joven y la invitó a ver juntos el atardecer.
Xóchitl se enamoró del dios con forma humana. Y juntos pasaron 20 atardeceres llenos de felicidad, aunque a los enamorados se les partía el corazón tener que despedirse al amanecer.
Movida por la curiosidad, Xóchitl quiso saber el origen de su amado, así que una noche, después de despedirse de él, lo siguió.
Cuando el dios Sol llegó a una colina, se despojó de sus ropajes y emergió con todo su brillo. El resplandor de Tonatiuh cegó a Xóchitl, quien huyó asustada y sin rumbo. Al no poder ver, tropezó y cayó a un barranco, donde perdió la vida.
Tonatiuh descubrió el cuerpo de su amada, y con dolor lo acarició con sus rayos. La tristeza del dios provocó que derramara una lágrima, la cual al tocar el cuerpo de Xóchitl la transformó en una hermosa flor de pétalos amarillos y anaranjados, de color intenso.
Esta flor la conocemos como cempasúchil.
China e India mayores productores
China e India desplazaron a los agricultores mexicanos en la producción de cempasúchil, a pesar de que la producción media al año es de 15 mil toneladas, de acuerdo con la Conabio y la UNAM.
En un estudio del Instituto de Biología de la UNAM se expone que en México se utilizó esta flor como colorante de farmacéuticos y alimentos por una empresa, la cual se vendió a inversionistas de la India y ello provocó que se moviera la producción de cempasúchil a Asia.
En el documento de la UNAM se explicó que los productores mexicanos perdieron el liderazgo en la producción porque los países asiáticos utilizaron esta planta con otros fines más comerciales.
Fuentes: El Universal, Portal Político, Regeneración y Unión Puebla