El proceso de beatificación del arquitecto Antoni Gaudí (1852-1926) se impulsó hace 30 años por la Asociación para la probeatificación del máximo representante del modernismo catalán. Ahora, la Iglesia católica ha dado un paso importante en este sentido, ya que ha reconocido como “Venerable” a Gaudí, lo que representa el primer paso oficial para la beatificación.
El ‘arquitecto de Dios’ está hoy más cerca que nunca del cielo: el papa Francisco ha aprobado un decreto que reconoce las ‘virtudes heroicas’ del catalán Antonio Gaudí por su trabajo en el diseño de la Sagrada Familia de Barcelona. Ahora, 25 años después de que la Santa Sede diera el visto bueno a este trámite largo y complejo para ser declarado santo, se acerca el siguiente paso, su beatificación.
Pero empecemos por el principio. La idea de pedir al Vaticano que Gaudí fuera declarado santo surgía en los años noventa de la Asociación Pro Beatificación de Gaudí, fundada en 1992 y presidida por José Manuel Almuzara. Años después, en mayo de 1998, los obispos catalanes acordaron conceder la autorización para introducir la causa de beatificación. Sin embargo, el proceso como tal comenzó formalmente en marzo de 2000, cuando la Santa Sede autorizó su apertura.
Su fervor religioso hizo que el historiador del arte Manel Trens i Ribas lo bautizase como “el arquitecto de Dios” y hoy, el papa Francisco ha reconocido las virtudes heroicas de Antoni Gaudí nombrándolo Venerable. También han sido nombrados Venerables los tres sacerdotes Pietro Giuseppe Triest, Angelo Bughetti y Agostino Cozzolino, también por sus virtudes heroicas.
Gran devoto
Antoni Gaudí es uno de los arquitectos más célebres de España —y probablemente el más reconocido a nivel internacional— gracias a obras icónicas del modernismo catalán como La Pedrera (Casa Milà), el Palau Güell, la Casa Batlló y, por supuesto, su obra cumbre: la Basílica de la Sagrada Familia. Este templo, considerado el monumento más visitado de España, comenzó a construirse en 1882 y se prevé que se finalice en 2026, tras más de 140 años de trabajo, con la culminación de la Torre de Jesucristo, la más alta de las seis previstas. Actualmente, la Sagrada Familia recibe más de 13.000 visitantes al día. Concebida por Gaudí como una auténtica “Biblia en piedra”, la basílica refleja su profunda fe cristiana y su visión de la arquitectura como un acto de devoción.
Y es que una de las características que más se destaca de Gaudí es que aparte de ser un genial diseñador de edificios era un cristiano devoto, algo que queda palpable en los edificios que creaba. No en vano, tras morir atropellado por un tranvía el 10 de junio de 1926 cuando se encaminaba para continuar su trabajo en la Sagrada Familia, los homenajes, misas y la propia celebración de su entierro, fueron multitudinarios. El mundo entero se volcó para mostrar su admiración y cariño en toda suerte de homenajes que siguen en pie a día de hoy.
Gaudí veía su trabajo como una misión divina y su estilo está repleto de simbolismo cristiano por todas partes. Rezaba con frecuencia y, para él, su trabajo era como una forma de vida espiritual que acompañaba con una vida muy austera y exenta de lujos.
Los últimos años de Gaudí
Tras la aprobación de esta petición por parte de la Santa Sede, se formó un tribunal eclesiástico en Barcelona para la recogida de pruebas, documentos y testimonios, que en 2003 envió al Vaticano un informe de 1.024 páginas para demostrar que Gaudí había llevado una vida ejemplar. A partir de entonces, el expediente se ha demorado más de dos décadas en el Dicasterio de las Causas de los Santos, el organismo vaticano que examina y valora todos los expedientes de candidatos a la santidad.
“Desde pequeño (Gaudí) fue un hombre que tuvo un gran respeto por la naturaleza, que trasladó incluso a su obra; llevó una vida de gran austeridad, que contrasta mucho en nuestra sociedad de bienestar, en la que a veces se va en contra de la sostenibilidad; fue un buen profesional que se empeñó en realizar un trabajo bien hecho; se quedó soltero, pero tuvo un gran amor por su familia, y proyectó toda su fe en Jesucristo y la palabra de la Iglesia en una gran obra como la Sagrada Familia”, explicaba entonces Lluís Bonet Armengol.
En los últimos años de su vida, Antoni Gaudí se entregó por completo a la construcción de la Sagrada Familia, al punto de abandonar cualquier otra ocupación y llevar una vida extremadamente austera. Se mudó a una pequeña habitación en el taller del templo y dejó de preocuparse por su aspecto personal: vestía con ropa vieja, desaliñada y siempre manchada de yeso o polvo de obra, lo que hacía que muchos lo confundieran con un mendigo.
De hecho, su apariencia era tan descuidada que, cuando fue atropellado por un tranvía el 7 de junio de 1926, nadie lo reconoció y fue llevado al hospital de la Santa Cruz como un indigente más y, tres días después, murió allí a los 73 años, dejando la Sagrada Familia inacabada, pero convertida ya en un símbolo eterno de su genio.
¿Qué significa ser venerable?
Este título es el que otorga la Iglesia católica al reconocer las “virtudes heroicas” de una persona fallecida. Representa un paso más para declarar santa a una persona. Con la aprobación de este decreto, el Vaticano reconoce “las virtudes heroicas del Siervo de Dios Antonio Gaudí i Cornet”, avanzando en el camino para convertir al arquitecto catalán en beato. ¿Cuál es el siguiente paso? El siguiente trámite para la canonización de este arquitecto será la certificación de un milagro.
Cuatro etapas para ser Santo
Este proceso de beatificación consiste de cuatro etapas, según recoge la Santa Sede por medio del Dicasterio de las Causas de los Santos:
- El Siervo de Dios, primera fase: el proceso comienza cuando se demuestra que la persona a santificar es un Siervo de Dios, es decir, si llevó una vida ejemplar y virtuosa. De recoger estas pruebas se encarga el obispo diocesano: testimonios de personas que le conocieron, textos escritos, peritaje de historiadores, etc. Será entonces, una vez, la Santa Sede examine el informe del obispo y dicte un decreto diciendo que nada impide iniciar el proceso canónico, cuando se pasa a la siguiente fase.
- Venerable, segunda fase: La documentación se presenta ante un tribunal donde un abogado los analiza y otro letrado defiende la causa. Para pasar de Siervo de Dios a Venerable, la Congregación para las Causas de los Santos deberá aprobar todas las pruebas documentales y los testimonios que prueban que la persona vivió “heroicamente todas las virtudes cristianas”.
- Beato, tercera fase: Para ser beatificado, normalmente se necesita que ocurra un milagro atribuido a su intercesión, después de su muerte que deben ser probados por médicos y teólogos. La beatificación lleva consigo la concesión de culto, es decir, se le puede rezar.
- Santo, cuarta fase: Para la canonización (declararlo santo), se requiere un segundo milagro ocurrido después de la beatificación.
Fuentes: 20 minutos, National Geographic