En México y el mundo estamos inmersos en un modelo cada vez más digital, lo que conlleva el riesgo de compartir información personal sin siquiera saberlo o ser conscientes de ello, advirtió José Luis Piñar Mañas, delegado de Protección de Datos de Diversas Entidades Públicas y Privadas de España.
Adentrarse en temas como protección de datos personales e Inteligencia Artificial resulta incierto y es por ello que la ciudadanía debe contar con autoridades de control independientes, investigadores y usuarios con alta experiencia en ciberseguridad a fin de dar certeza para seguir avanzando en dicha materia.
En el 1er Congreso Internacional de Protección de Datos Personales e Inteligencia Artificial que organizó el Instituto de Acceso a la Información Pública para el Estado de Guanajuato (IACIP), el especialista habló también sobre la Inteligencia Artificial.
Advirtió que en varios países aún no existen leyes que la regulen, sin embargo, apuntó que en España, por ejemplo, existe un reglamento, cartas y Códigos de Buenas Prácticas y la Ley Española que regula los derechos digitales aunque carece de acciones vinculantes.
Además, reconoció que no ha sido tan fácil generar la normativa por la complejidad de regular este campo de la informática y tecnología.
“El Reglamento General de Inteligencia Artificial recientemente aprobado en el Diario Oficial de la Unión Europea aborda el tema de la inteligencia artificial que no existía para ser regulado en los primeros textos; el tema se incluyó en los últimos textos para adaptarlo a una realidad totalmente nueva; hace dos meses que se publicó, ya empieza a estar anticuado”, dijo.
En su ponencia explicó sobre la incertidumbre mundial del ejercicio de los neuroderechos, pues cada vez más existen empresas multinacionales que invierten millones de dólares para estudiar el cerebro humano a través de implantes que controlan el cerebro y su potencialidad.
“Imaginen que supieran lo que están pensando, esto sería terrible; en China ya hay experimentos que se llevan a cabo con niños que les implantan diademas para empezar a controlar las emociones. Esto sería acabar con el último reducto de la privacidad”, subrayó.
“Estamos ante una situación realmente confusa, realmente es difícil para un jurista, sociólogo, filósofo, archivista o cualquier profesional enfrentarse a lo que se viene, debemos tener los principios (de protección de datos e inteligencia artificial) como lo único que nos va a permitir preservar los derechos fundamentales ante las situaciones del futuro que aún no conocemos”, concluyó.