Por: Israel López Chiñas
La amalgama de problemas de salud y la inseguridad con la inflación por el incremento de precios de los productos y de los servicios, están produciendo un escenario nacional “complejo” para los mexicanos durante el “proceso electoral 2023-2024”. Lo inesperado pues el Estado debió de prever mejor condición para las elecciones, pero la violencia y la impunidad sumaron más de 175 mil homicidios dolosos en el sexenio; y el alza del número de enfermos producidos por COVID-19; y la inflación anual que de acuerdo a INEGI creció 4,90% la mitad de enero.
Indistinto a la designación de candidatos a los diversos cargos de elección popular que están realizando los partidos políticos, y la multiplicación de las propagandas de los abanderados, las administraciones públicas federal, estatal y municipal, deberán de gobernar para de manera urgente atemperar los problemas que se vienen agrandando porque ni las justificaciones ni los impactos mediáticos, lo dicta la experiencia, no los resolverán.
Las promesas de campaña, aunque se produzcan por “mentes brillantes” requieren de la asunción al poder como de un tiempo perentorio, para sus aplicaciones, recursos necesarios como de la efectividad de sus aplicaciones conforme a los planes y los programas. No existe otra salida al momento para recrear un escenario que el Estado determine cumplir sus obligaciones mandatas por la Carta Magna porque el intento de cambiar las reglas es tomar una desviación con la finalidad de no gobernar.
Los mandatarios del signo, color o ideología política tanto de la Federación como de las entidades federativas no deberán de inmiscuirse en las elecciones concurrentes (diversos órdenes), máxime si la búsqueda del relevo corresponda inmediatamente a su posición pues tampoco se tendrá de aceptar la entrega de herencia. No existe razón ni explicación para que el gobierno en turno de los tres órdenes que exceda su mandato sea de un sexenio o trienio. La evaluación del ejercicio, la aplicación de recursos a los programas deberá revisarse rigurosamente.
No existen razones para que las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional, junto con los diferentes cuerpos policiacos estatal y municipal, no estén vinculados para cumplir con “celeridad sus obligaciones”; la inseguridad no se está atendiendo a pesar de la numeraria que las autoridades presentan para justificar que están superando las acciones delincuenciales porque un mes o dos, o tres consecutivos decrece los totales; sin embargo los hechos continúan con los avances del crimen organizado como constan en las revisiones de hechos y análisis de especialistas.
Aunque desde las mañaneras el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, viene pregonando que diariamente en las primeras horas se reúne con el gabinete de seguridad para el análisis de la situación nacional en la materia con la finalidad de atender con precisión el grave problema, en consecuencia, no existen las razones por las cuales persisten los crímenes de alto impacto para convertir este sexenio en el más sangriento ni que el crimen organizado domine parte del territorio nacional.
Para la atención de la crisis en seguridad pública el presidente López Obrador, quien se recluye en las entidades en cuarteles, no ha informado sobre los ajustes ni los cambios en la manera de atender los graves problemas de violencia e impunidad que manifiesta como un cuchillo de palo la numeraria de crímenes.
Sistema de salud
Ni INSABI ni el IMSS-bienestar sobre el cual Palacio Nacional, pretende erigir la estructura de salud para la atención de primer mundo a los mexicanos con Mega-Farmacia, no han mostrado capacidad para atender los efectos tardíos de la COVID-19 que viene provocando…
Tomado de Paralelo X