Juan O´Gorman fue un hombre comprometido con la arquitectura y el arte en México y para México. Sus murales encierran mensajes sobre aspectos que nos son propios, de los cuales debemos estar orgullosos; ejemplo de ello es la Biblioteca Central, en Ciudad Universitaria, su obra de mayor importancia y la más conocida.
“Además de ser el edificio más fotografiado del país, es reconocido en cualquier lugar del mundo, como la Torre Eiffel, y es para sentirnos orgullosos, tanto de nuestro pasado prehispánico y del europeo”.
Así lo afirma la secretaria técnica del Comité de Análisis para las Intervenciones Urbanas, Arquitectónicas y de las Ingenierías en el Campus Ciudad Universitaria y los campi de la UNAM, Luisa Noelle Gras Gas, con motivo del 42 aniversario luctuoso del arquitecto y pintor mexicano, que se conmemora el 18 de enero.
“Todo el tiempo hay estudiantes que van a tomarse fotos enfrente de la Biblioteca Central, con su título. Tiene un gran atractivo y un significado muy especial para la UNAM: es el centro del conocimiento”, añade la también investigadora del Instituto e Investigaciones Estéticas de esta casa de estudios.
Además de su atractivo visual, los murales -que suman más de cuatro mil metros cuadrados- contienen una amplia cantidad de datos y mensajes “que hacen que uno se sienta en la Universidad Nacional. Es parte de nuestros elementos identitarios, igual que la Rectoría”, agrega la experta.
Detalla que O’Gorman realizó un trabajo “fenomenal”, pues preparó los muros para que recibieran los mosaicos de un metro por un metro, con los dibujos que él trazó y armó apoyado con algunos trabajadores, colocando piedras de colores que buscó por todo México.
Previamente investigó a profundidad los códices prehispánicos y la historia europea, de los cuales tomó elementos para plasmarlos en los murales. “La cara sur representa la cultura europea; la norte a la cultura prehispánica; la del oriente simboliza el México de hoy; y el poniente a la Universidad, con su escudo”, explica la especialista en arquitectura contemporánea mexicana.
Planeó realizar murales que duraran, no necesitaran repintarse, que pudieran estar en el exterior sin sufrir deterioro mayor. “Hay que restaurarlos por la lluvia ácida, porque con el tiempo el cemento va perdiendo fuerza, pero han durado muchísimo”, comenta al recordar que para el proyecto arquitectónico de la Biblioteca el artista se asoció con Juan Martínez de Velasco y Gustavo Saavedra.
Dibujos y piedra
La experta de la UNAM asegura que el pintor Diego Rivera fue quien inició la técnica de elaborar dibujos con piedras, y lo aplicó en el Anahuacalli, ubicado al sur de la Ciudad de México, donde albergaría sus colecciones de arte.
El muralista mexicano le pidió ayuda a O’Gorman para realizar los planos de la obra, obtener el permiso de construcción y poder edificarla. Como no contaba con bastante dinero, decidió usar las piedras que había en el terreno, ubicado en el sur de la Ciudad de México.
Cuando Juan O’Gorman planeó edificar la Biblioteca Central en Ciudad Universitaria, propuso un recinto de muros cerrados que protegiera los acervos del aire, el sol, el polvo, la lluvia, pero también buscó que no pareciera “como una caja” y por ello, debía decorarla.
La especialista en arquitectura contemporánea mexicana también relata que el pintor y arquitecto mexicano construyó aproximadamente 20 escuelas públicas en la Ciudad de México, con gran funcionalidad, y resaltan su compromiso con el país.
En 1932 Narciso Bassols fue nombrado secretario de Educación Pública y durante una visita a la casa de Diego Rivera consideró que las escuelas mexicanas deberían tener una arquitectura similar a esta, ya no debían ser grandes establecimientos y de estilo colonial, sino edificios modernos con un costo menor y para más alumnos.
Fue así que invitó a O’Gorman a realizar planteles para lo que entonces era la periferia de la urbe: Xochimilco, Coyoacán, Azcapotzalco. Con un presupuesto mínimo reparó otras y se preocupó porque las aulas estuvieran bien orientadas y recibieran luz natural, que tuvieran ventilación adecuada, entre otros aspectos.
“Él había estudiado una serie de temas de higiene, pues en la década de los 30 había muchas enfermedades, en particular la tuberculosis. Por ello, era importante que los salones estuvieran ventilados, algunos tienen aberturas circulares para que pasara el aire y en todas las escuelas dispuso una hilera de lavabos afuera de las aulas, para que niñas y niños se lavaran las manos.
“Hoy en día, después de pasar la experiencia del COVID-19, entendemos que efectivamente los niños tenían que llegar a lavarse las manos para evitar contagios”, recuerda.
Esas edificaciones siguen en función, incluso una de ellas, ubicada en el centro de Coyoacán, fue declarada en años recientes Monumento Artístico Nacional. En algunos de estos inmuebles, artistas como Ramón Alva de la Canal también pintaron murales.
Louise Noelle Gras Gas menciona que Juan O’Gorman fue del primer grupo de alumnos de arquitectura que además de cursar Composición, estudió Teoría de la Arquitectura con José Villagrán García, considerado el padre de la arquitectura moderna en México. “Fueron arquitectos brillantes que llevaron la modernidad más allá de lo que Villagrán había hecho, a un nivel más radical, más profundo”.
Ejemplo de sus obras son las casas que edificó de 1930 a 1932 en San Ángel, y que hoy son parte del Museo Casa-Estudio de Diego Rivera y Frida Kahlo. “Fue un escándalo esa modernidad en este pueblo colonial, de calles empedradas. Hubo muchas críticas, pero es una maravilla que se hayan conservado. Fueron muy bien restauradas por el arquitecto Víctor Jiménez, quien incluso ganó reconocimientos por ello”.
Realizó otras más, entre ellas una para el pintor Julio Castellano y otra para el historiador del arte colonial, Manuel Toussaint. En 1936 O’Gorman decidió dejar la arquitectura y dedicarse a la pintura, sobre todo al muralismo, que vivía su gran momento en el país.
Gras Gas rememora que el artista mexicano tenía conocimientos de pintura, que obtuvo mientras estudiaba arquitectura en la Antigua Escuela de San Carlos y que albergaba también los estudios de Artes Plásticas. Además, su padre fue un pintor miniaturista.
Aunque Juan O’Gorman fue amigo de Diego Rivera, no tomó clases con él. Elaboró retratos, obra de caballete, paisajes. “Investigaba a fondo el tema que iba a pintar: qué bandera llevaban los revolucionarios o independentistas; qué retratos había, por ejemplo de Morelos, para no pintar uno inventado sino lo más cercano a algún retrato de la época. Todo siempre lo hizo con gran precisión”, concluye la investigadora.
Con información de la UNAM.