En el marco de las celebraciones del los 500 años de la Conquista, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, se pronunció en contra de la estigmatización histórica de la Malinche, del pueblo de Tlaxcala y de los otros pueblos originarios que, durante el proceso de conquista se aliaron en contra de la dominación del pueblo mexica.
Además solicitaron a la Secretaría de Educación Pública fomentar el pensamiento crítico en la enseñanza de la historia nacional, para superar los prejuicios sobre el papel de las comunidades originarias que se aliaron en contra de la dominación mexica y de la Malinche.
La senadora de Morena Ana Lilia Rivera Rivera, expresó que tuvieron que pasar 500 años para que, por unanimidad, todos los Grupos Parlamentarios aprobaran cambiar la relatoría de la historia de Tlaxcala.
Destacó que se llevarán a cabo acciones encaminadas a recuperar y a superar mitos arraigados en la historia nacional, que sólo han dado lugar a la división, prejuicio y discriminación entre las y los mexicanos.
“A 500 años de dicho acontecimiento histórico, los tlaxcaltecas no hemos dejado de padecer el injustificable estigma histórico de traidores, haciéndonos víctimas de múltiples actos discriminatorios en nuestro propio país a lo largo de la historia”, aseguró.
La legisladora de Morena advirtió que un caso similar es la figura histórica de la Malinche, que es una interpretación errónea de una invención racista y discriminatoria que se fraguó en el Siglo XIX y persiste hasta nuestros días.
Aclaró que la memoria nacional no perdona el nombre de la Malinche; ya que surgió el término “malinchismo”, que erróneamente define la Real Academia de la Lengua Española, como la actitud de apego a lo extranjero y desprecio de lo propio.
Ante ello dijo que con el acuerdo se reconoce que en este año en que se conmemoran cinco Siglos de la Conquista, es necesario que el Estado promueva acciones para poner fin a la estigmatización injustificado que ha sufrido el pueblo de Tlaxcala.
Se deben “desterrar los prejuicios sobre la actuación de los pueblos originarios”
La senadora del PRI, Claudia Ruiz Massieu, aseguró que la identidad cultural de los tlaxcaltecas se debe al orgullo, al deseo de persistir y defender colectivamente sus derechos.
“La caída de Tenochtitlán es una lección histórica muy dolorosa para todos los pueblos mesoamericanos”.
Hacemos votos porque el conocimiento de la historia y la antropología de los hechos del Siglo XVI en el Valle de Anáhuac, nos permita desterrar los prejuicios sobre la actuación de los pueblos originarios en esos momentos cruciales para nuestra patria e impulsar el respeto y la defensa de nuestras raíces indígenas, subrayó Ruiz Massieu.
Por su parte, la senadora del PAN, Xóchitl Gálvez Ruíz pidió desmitificar el papel de los tlaxcaltecas y de Malintzi en la historia de México, en los acontecimientos.
Es importante, dijo, volcar la atención sobre la situación de los pueblos indígenas descendientes de aquellos guerreros, sacerdotes y nobles, porque en pleno Siglo XXI, aún persisten condiciones de marginación y falta de reconocimiento de derechos.
La Comisión Permanente exhortó al gobierno de la Ciudad de México para que se erija un monumento a la Malinche, en representación a la figura de la mujer indígena y de los pueblos originarios de Mesoamérica en la conformación de la nación mexicana.
¿Quién fue La Malinche?
Doña Marina no solo estuvo al servicio de Cortés como mensajera y consejera, sino también como amante con quien procreó a Martín Cortés, quien es el primer mexicano mestizo conocido con nombre y apellido.
De origen azteca, su nombre indígena era Malintzin, que mal pronunciado por los españoles, se transformó en Malinche. Al ser bautizada se le impuso el nombre de Marina. Por el relevante papel que desempeñó en la conquista de México como traductora de los idiomas maya y azteca y como mediadora entre españoles e indígenas, al nombre cristiano se le antepuso el tratamiento de doña.
Fue entregada al ejército de Hernán Cortés por los caciques de Tabasco el 15 de marzo de 1519, tras la batalla de Centla, junto con otras diecinueve jóvenes indias, formando parte de un presente compuesto por piezas labradas en oro, ricas mantas bordadas y objetos suntuarios de plumería, con el que los tabasqueños sellaron su alianza de paz con los españoles tras la victoria de éstos en la batalla. Después de bautizadas, Cortés repartió a las veinte indias entre sus capitanes, entregando a la Malinche a Alonso Hernández de Puertocarrero. Más adelante, el bilingüismo de ésta, cuya lengua materna era la azteca, habiendo aprendido el maya durante su estancia en Tabasco, hizo que se convierta en instrumento indispensable para los conquistadores.
Cortés la hizo su amante cuando ella tenía 15 años.
“De una condición noble a la de esclava, abandonada y negada por su padres, pasa a muy temprana edad a manos de desconocidos, violada por los invasores castellanos en la pubertad”, describe el historiador Juan Antonio Flores Farfán.
En su travesía hacia la toma del Imperio azteca, entre 1519 y 1521, la mujer dejó de ser Malintzin y Marina, y se encumbró en lo más alto de la avanzada conquistadora como Doña Marina.
Tanto los documentos de los cronistas de la época como los códices indígenas muestran cuál era la alta posición que alcanzó la joven indígena apenas salida de la adolescencia entre los conquistadores.
“Doña Marina tenía mucho ser y mandaba absolutamente entre los indios en toda la Nueva España (…). Sin doña Marina no podíamos entender la lengua de Nueva España y México”, decía el cronista Díaz del Castillo, quien la veía como una mujer “entrometida y desenvuelta”.
Sin embargo, su posición iba más allá de ser una simple traductora con los emisarios de los pueblos, incluidos los del imperio azteca.
Fuentes: 24 Horas. Observatorio Informativo, Real Academia de la Historia y BBC.