En noviembre del 2020, el Papa Francisco designó como su sustituto al obispo Hilario González García, quien llegará al relevo este viernes 29 de enero, así Raúl Vera se convertirá en obispo emérito.
En su última celebración dominical, del 24 de enero del 2021, como obispo titular de la diócesis de Saltillo, el obispo Raúl Vera López agradeció a todo el personal de la curia y a los fieles de la demarcación por su apoyo en los más de 20 años que sirvió al frente de la Iglesia local.
“Muchas gracias a todas y todos ustedes, aprendí mucho entre todos ustedes. Con el evangelio y con ustedes aprendí mucho, estén seguros de que nos seguiremos viendo, muchas gracias”, manifestó fray Raúl Vera.
Tras dos décadas de acompañamiento pastoral, el obispo Vera lamentó que aún persistan deudas históricas con la justicia social y la construcción del Reino en México; y elevó sus ruegos porque ninguno de los problemas de la ciudadanía y los pueblos de la región queden sin ser atendidos.
El párroco Plácido Castro destacó el trabajo que realizó el obispo Vera en Saltillo:
“Desde que llegó, su preocupación fue primero en que el evangelio llegue a todos, desde los más desprotegidos hasta los que en apariencia lo tiene todo. Su trabajo ha sido así, si el evangelio no se mete en la vida de la sociedad, en la política, arte, deporte; no estamos llevando a cabo la misión de la Iglesia”.
En junio del año pasado había presentado su renuncia
El pasado 1 de junio, Vera presentó su carta de renuncia al papa Francisco, luego de cumplir 75 años, edad que el derecho canónico establece como límite para renunciar al encargo de obispo; un par de meses más tarde, el pontífice designó a Hilario González como su sucesor.
En este periodo de transición sólo se lamentan los dos episodios de robo que sufrió la curia diocesana de Saltillo, asunto que deberá atender el obispo González a partir del viernes próximo cuando asuma las riendas del gobierno pastoral.
¿Quién es el obispo Raúl Vera?
De acuerdo a una nota publicada en El País, Raúl Vera, nació en Acámbaro (Guanajuato) en 1945, estaba destinado a vender líquidos por las fábricas por todo el país desde que logró estudiar Química en la UNAM. A lo más, cuando descubrió la religión, llegar a ser un “padrecito de olla”, como lo llama, pero terminó siendo hilo conductor por los más importantes acontecimientos de América Latina y México. De Tlatelolco a la Teología de la liberación, el levantamiento zapatista, las luchas homosexuales, la violencia del narcotráfico o la defensa de los emigrantes en tiempos de caravanas. En todo ello aparece Raúl Vera.
Su biografía es también la historia reciente de la Iglesia en América Latina. Vera es el último soldado de la Teología de la liberación, un movimiento ninguneado al que pertenecen brillantes teólogos como Gustavo Bueno, Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, Jon Sobrino, Ernesto Cardenal o Ignacio Ellacuría. O, en México, Samuel Ruiz y Miguel Concha Malo. Valientes religiosos, de los que quedan pocos con vida, que llegaron a la Iglesia cuando las misas eran en latín, de espaldas a los fieles y se van confesando en lenguas indígenas, despedidos entre lágrimas por transexuales, prostitutas y migrantes. Jóvenes de la tercera edad que pusieron a los marginados en el centro, hablaban de ecología y estaban más preocupados por la desigualdad que por la pobreza. En esa escuela, sin redes sociales ni YouTube, sino de encíclicas y rompedoras conferencias como Medellín (1968), Puebla (1979) o Santo Domingo (1992), creció Raúl Vera. “Aprendí en un ambiente donde la Iglesia no está sobre el mundo, ni es el centro del mundo, sino que interrelaciona con el mundo”, recuerda en una larga entrevista con EL PAÍS.
Momentos importantes en su formación
Los dominicos, Bolonia y el municipio de Amecameca. Los primeros se cruzaron en su camino cuando terminaba Ciencias Químicas en la UNAM: “Los dominicos nos predicaban el evangelio como de estudiantes que teníamos un compromiso en la transformación de nuestro país. Ellos nos hablaban del evangelio, pero de un evangelio vivo”.
Cuando las cosas se pusieron complicadas y comenzó la represión, los dominicos lo enviaron a estudiar a Bolonia (Italia). Tenía 25 años, y se enamoró de Santo Tomás de Aquino. “Bolonia estaba en pleno cambio y encontré un lugar donde aprender a Santo Tomás en diálogo con la teología contemporánea y los documentos conciliares. O sea, allí yo me sentí sumamente protegido. Allí yo me formé”, dice.
De vuelta a México, su primer destino es un pueblo indígena del centro del país donde descubre a los pobres. “Era un pueblo de campesinos del Estado de México que me dieron toda su confianza. Con ellos aprendí todo. Los dominicos me habían enseñado la Biblia y los pobres a leerla”, dice. América Latina era una caldera en ebullición y política y religión caminaban de la mano.
Desde su llegada al Vaticano en 2013, el papa Francisco ha acompañado su gestión de guiños restauradores a la Teología de la liberación. La humillación de Juan Pablo II en el aeropuerto a Ernesto Cardenal fue revertida con apapachos públicos al monje trapense antes de su muerte en marzo. El Papa también aceleró la beatificación de Óscar Romero, asesinado por paramilitares en 1980 en El Salvador, y reconoció lo que venía sucediendo desde mucho tiempo atrás, que las playeras con el rostro del Santo se vendían en los mercados populares de Centroamérica antes de que el Vaticano le abriera las puertas. Paralelamente desde la llegada del Papa argentino, instituciones como el Opus Dei o Los Legionarios de Cristo, fundada por el mexicano Marcial Maciel, han perdido fuerza y han ganado visibilidad movimientos de base.
Ha recibido varios reconocimientos por su trabajo en favor de los Derechos Humanos:
2000: Premio Nacional de Derechos Humanos “Don Sergio Méndez Arceo”
2000: Medalla Roque Dalton, otorgada por el Consejo de Cooperación con la Cultura y la Ciencia en El Salvador, A.C.
2007: Medalla al Mérito en la Ciudad de México por su trabajo en la defensa de los Derechos Humanos, otorgada por el Observatorio Eclesial y la Red Nacional de Derechos Humanos.
2009: Reconocimiento “Hijo predilecto de Acámbaro” por parte del Ayuntamiento de Acámbaro, Guanajuato
2009: Reconocimiento “Samuel Ruiz” en Coahuila, por la defensa y promoción de los Derechos Humanos en México
2010: Recibió el Premio Rafto 2010 por la Fundación Rafto en Bergen, Noruega en la sede nacional del teatro (den Nationale Scene) en Bergen, Noruega el domingo 7 de noviembre.
2011: Reconocimiento por el Centro de Derechos Humanos de las Mujeres en Chihuahua, Chih. En el mes de enero.
2011: Reconocimiento titulado “Voz por la Justicia”, por su valiente defensa del migrante, otorgado por Casa Anunciación en abril en El Paso, Texas.
2012: Reconocimiento por el Sistema Universitario Jesuita (SUJ) el 16 de marzo en el Auditorio San Ignacio de Loyola en la Universidad Iberoamericana de Torreón, Coahuila
Fuentes: Religión Digital, El País, Proceso, Vanguardia.