Su legado sirvió para que las mujeres tuvieran acceso a la educación profesional.
Matilde Montoya Lafragua (1859-1938), fue la primera mujer en México en obtener el grado académico de médica. Desde que era muy chica empezó a demostrar interés por el estudio, gracias al apoyo y las enseñanzas que su madre le dio. Fue una excelente alumna y se dice que fue precisamente su mamá, la que la influyó para convertirse en una doctora.
Con tan sólo 12 años, Montoya Lafragua intentó presentar su examen como profesora de enseñanza elemental, lo que le fue negado, debido a que era muy pequeña para incursionar en dicho ámbito. Aunque esto significó un tropiezo, no fue un derrota, ya que Matilde buscaría otras opciones.
Un par de años después, cuando tenía 14 años años, logró aprobar el examen como partera en Cuernavaca, Morelos, y estudió durante un año la materia en la Nacional de Medicina, aunque tuvo que abandonar sus estudios por el fallecimiento de su padre y por la falta del apoyo económico para continuar con su carrera.
En aquel momento ser partera no equivalía a ser médica y ella, sin duda, estaba empeñada en conseguir este título, cosa que no resultaría tan fácil ya que en aquella época no había mujeres cursando la carrera de medicina, aún así, Matilde decidió regresar a la ciudad y solicitar su ingreso a la Escuela de Medicina en 1882 a los 24 años.
La decisión del entonces director, el doctor Francisco Ortega de aceptarla en la carrera estuvo llena de críticas y desacuerdos por parte de un gran grupo de la comunidad médica, y gente de la sociedad que se empeñó en difamarla, a través de una serie de publicaciones en su contra. De hecho, existió un artículo que titularon “Impúdica y peligrosa mujer pretende convertirse en médica”.
Las publicaciones femeninas y un amplio sector de la prensa la apoyaban, pero gran parte de la población estaba en desacuerdo y opinaban que “debía ser perversa la mujer que quiere estudiar medicina para ver cadáveres de hombres desnudos”.
Dicho sea de paso, Montoya Lafragua nunca se dio por vencida en sus objetivos, ya que también fue maestra de nivel básico.
Sin importar sus amplios conocimientos y el reconocimiento que había obtenido, en 1875 fue objeto de las difamaciones y envidias por parte de los médicos de Puebla, ya que no era bien visto que una mujer fuera protestante y simpatizante de la masonería.
Como mujer de convicciones y de constante preparación, Montoya Lafragua se matriculó en Puebla en la Escuela de Medicina y Farmacia, pero para obtener su título necesitaba de la aprobación del gobernador y una orden del entonces presidente Porfirio Díaz, por lo que obtuvo ambas. Y el mismísimo presidente fue quien le entregó el título de Médico Cirujano Partero.
La lucha y la incansable búsqueda de conocimiento y oportunidades por parte de Matilde Petra Montoya Lafragua sirvió como precedente para que muchas mujeres emprendieran sus estudios, no sólo en la medicina, sino en otras áreas que hasta ese momento estaban dominadas por los hombres.
Con información de: El Heraldo de México y mxcity