Por: Alejandro Gómez Tamez / @alejandrogomezt*
Los recientes indicadores económicos de China, que dan cuenta de su desempeño en 2020, nos hablan de una historia de “éxito” cuando la enorme mayoría del mundo desarrollado registró un desempeño terrible con caídas en su producción, comercio exterior, empleo, entre otros. Este es el punto abordado en un artículo de Stella Yifan Xie, Eun-Young Jeong y Mike Cherney, publicado en el Wall Street Journal el pasado 13 de enero, y titulado “La economía de China avanza mientras que el resto del mundo se tambalea”. El artículo es por demás ilustrativo e interesante, ya que no obstante que China es el lugar en el que se originó la pandemia de Covid-19 (y hay serias sospechas de que el virus es sintético y se filtró de uno de sus laboratorios), los autores dan cuenta de qué fue lo que hizo China para aprovechar la crisis mundial del Covid-19. En esta entrega lo analizamos.
El artículo comienza señalando que China terminó el año del Covid-19 más fuerte de cómo lo comenzó, en muchos sentidos, acelerando su posición para ser un jugador cada vez más importante en la economía global, que durante mucho tiempo ha sido dominada por Estados Unidos. Ahora en día, mientras que EE.UU. y Europa están a la expectativa de que la vacunación masiva les permita retomar la senda del crecimiento, China es la única economía importante que habría crecido en 2020, acercándose así a tener una economía del tamaño de la estadounidense.
En el 2020, China amplió su papel en el comercio mundial y reforzó su posición como fábrica mundial, a pesar de los años de esfuerzos de Estados Unidos para persuadir a las empresas de que ubiquen sus empresas en otros países. El mercado de consumo de China, impulsado por su rápida recuperación de Covid-19, sigue ganando impulso, lo que lo convierte en el motor más importante para las ganancias de las empresas globales.
Además, el país ha consolidado su posición como una fuerza en los mercados financieros globales, con una participación récord de ofertas públicas iniciales (OPIs) y cotizaciones secundarias en 2020, además de haber registrado grandes entradas de capital en acciones y bonos, y mantener el desempeño de índices bursátiles que superaron con creces al magnífico desempeño del mercado bursátil estadounidense.
El resultado del 2020 es un mundo que ahora depende más que nunca de China para crecer. De acuerdo con Moody´s Analytics, se espera que en el 2020 la economía de China haya representado el 16.8% del producto interno bruto mundial, ajustado a la inflación. Eso representa un aumento importante respecto del 14.2% que tenía en 2016, antes de que Estados Unidos y China entraran en una guerra comercial. Se espera que EE.UU. haya representado el 22.2% del PIB mundial en 2020, ligeramente por debajo del 22.3% observado en 2016. Tan sólo en el 2020, la participación de China en el PIB mundial aumentó en 1.1 puntos porcentuales, lo que significa el mayor incremento de participación relativa en un año, desde la década de 1970.
Las ganancias de China son resultado del éxito que tuvieron para contener la enfermedad del Covid-19 y hacer que sus negocios volvieran a funcionar. Los programas de estímulo del país, que eran más pequeños (como proporción del tamaño de su economía) comparados con los de EE.UU., se enfocaron en relanzar la producción industrial y evitar que las pequeñas empresas quebraran, además de que éstos implicaron poco apoyo directo para los consumidores (a diferencia de EE.UU. que ha gastado miles de millones en cheques de estímulo para los contribuyentes).
Esto implica una estrategia radical, ya que mientras que los consumidores estadounidenses siguieron gastando mucho (gracias a los estímulos), las fábricas chinas estaban listas para atender esa demanda de bienes. Eso ayudó a respaldar los empleos chinos y el propio gasto del consumidor de China durante el resto del año.
China también se benefició porque es difícil para las empresas manufactureras extranjeras reubicarse de país en el corto plazo, incluso después de que las interrupciones de la pandemia dejaron a muchos ejecutivos con el deseo de diversificar sus cadenas de suministro. Las empresas deben sopesar la pérdida de eficiencia al dejar de tener cerca a la mayoría de los proveedores de sus fábricas, así como los riesgos de mudarse a otro lugar después de que China ha demostrado a lo largo de muchos años que es altamente confiable. Contrariamente a lo que se piensa, en una encuesta de noviembre de HSBC Holdings PLC aplicada a más de 1,100 corporaciones globales, se encontró que el 75%, incluido el 70% de las empresas estadounidenses, esperan aumentar su presencia en la cadena de suministro en China durante los próximos dos años.
Tensiones comerciales
Para el resto del mundo, el éxito de China es un arma de doble filo. Por un lado, la demanda por parte de china ha sido una bendición para las empresas que venden a ese país, incluidos los productores de materias primas, así como los fabricantes de automóviles y las empresas de artículos de lujo que perdieron ventas en otros lugares. Pero por el otro, la renovada fuerza de China también ha dejado a las empresas más expuestas a un país cuyos líderes han dejado en claro que quieren reducir la dependencia de China de las empresas extranjeras y ahora buscan construir más corporaciones propias.
En Estados Unidos, los aranceles que la Administración Trump le aplicó a China tenían como objetivo el atacar los desequilibrios en la economía global y “nivelar el campo de juego” entre los dos países. Sin embargo, se espera que en 2020 China registre el mayor superávit en su cuenta corriente, la medida más amplia de las transacciones de un país con el resto del mundo, en la historia de cualquier país, según Capital Economics, una firma de investigación.
No obstante lo anterior, China continúa enfrentando grandes desafíos económicos, incluido el envejecimiento de su población y el aumento de los costos laborales, que encarecen la fabricación. Una reciente ola de incumplimientos crediticios por parte de empresas estatales se ha sumado a las preocupaciones de hace varios años respecto del manejo de su deuda. Por su parte, el impulso que ha tenido su manufactura podría disminuir este 2021, si otras partes del mundo echan a andar con fuerza sus aparatos manufactureros. Además, algunos economistas dicen que el modelo económico liderado por el estado del país ha debilitado la innovación del sector privado, la cual sin duda es vital para el futuro de China.
Sin embargo, desde que surgió Covid-19, la economía de China ha sido resistente, reforzando la creencia de los líderes de Beijing de que su sistema ofrece una alternativa más confiable al capitalismo democrático occidental, especialmente durante tiempos de crisis.
No obstante todo lo anterior, no podemos dejar de reconocer que Estados Unidos sigue siendo la economía número uno del mundo, con el mercado de consumo más grande, un nivel de vida mucho más alto y una moneda cuya importancia eclipsa a la del yuan chino. El PIB nominal de Estados Unidos sigue siendo 50% mayor que el de China.
¿Qué esperar en 2021? Es bien sabido que Estados Unidos también está lidiando con un estrés político extremo. Este año, se espera que su PIB crezca entre un 3% y un 4%, pero es probable que su economía no vuelva a su tamaño de 2019 hasta la segunda mitad del año, según las previsiones de algunos economistas. Por su parte, se espera que China crezca hasta un 9% en 2021, según estimaciones de Morgan Stanley.
Fabricas reabiertas
Durante años, los economistas han advertido que los crecientes costos laborales de China, la profundización de la deuda y la disminución de las ganancias de productividad, pondrían en peligro su condición de fábrica mundial. La guerra comercial y los aranceles más altos redujeron aún más las ventajas de China. Pero la participación de China en las exportaciones mundiales de bienes sigue creciendo. Según Oxford Economics, fue del 15.4% en noviembre, el mes más reciente para el que se dispone de datos al momento de escribir etas líneas, cifra que se compara favorablemente con la participación de 13.7% observada a finales de 2019. Este incremento en la participación relativa fue impulsada en parte por la rápida transformación manufacturera de China para vender equipos de protección personal, como máscaras y respiradores, cuyas ventas aumentaron durante la pandemia.
De acuerdo con los autores del artículo, Beijing intervino enérgicamente para contener el Covid-19 y ayudar a mantener abiertas las fábricas y negocios. Cerró gran parte del país e impidió que la gente saliera de sus hogares por períodos prolongados. Estas medidas son difíciles de implementar en países con más libertades. De acuerdo con cifras del Ministerio de Salud de China, alrededor de 4,600 personas han muerto en ese país como resultado de la pandemia, aunque algunos investigadores creen que el número real es mucho más alto. En contraste, en Estados Unidos, el número de muertos se acerca a los 380 mil.
China además le ordenó a los bancos estatales que detuvieran el cobro de deudas de las empresas e individuos afectados, al tiempo que ofrecían crédito fresco a las pequeñas empresas a tasas más baratas de lo habitual. Los funcionarios locales exigieron que los propietarios de las fábricas cumplieran con estrictos estándares para garantizar operaciones seguras, incluido, en algunos casos, el monitorear los desplazamientos de los trabajadores en las regiones afectadas.
En aras de mantener la manufactura de píe, muchos gobiernos locales, incluida la ciudad de Foshan, enviaron autobuses para llevar a los trabajadores migrantes varados en las aldeas de regreso a las fábricas una vez que el virus desapareció. Como ejemplo tenemos que algunos de los más grandes fabricantes, como Foxconn Technology Group, que ensambla productos de Apple Inc. en China, ofrecieron a los trabajadores bonificaciones de hasta 430 dólares por persona para que regresaran al trabajo.
Con los consumidores en Occidente pasando más tiempo en casa, los pedidos del extranjero aumentaron y las empresas manufactureras chinas se beneficiaron. Para muchas empresas, sus ventas en 2020 aumentaron alrededor de un 20%. Es así que desde principios de abril, más del 97% de las empresas más grandes de China habían reabierto, según Zhang Weihua, funcionario de la Oficina Nacional de Estadísticas de China.
Expandiendo los mercados de consumo
El gasto del consumidor en China se recuperó hacía el otoño de 2020. De acuerdo con la firma de investigación Euromonitor International, se anticipa que el mercado de artículos de lujo personales de China haya crecido un 7.6% en 2020, en un contexto en el que el mercado global de estos artículos se contrajo un 20%.
Por su parte, si bien la inversión extranjera directa en Estados Unidos y Europa se desplomó en la primera mitad de este año, se mantuvo en gran medida estable en China, donde de hecho aumentó un 6.3% en el acumulado de los primeros once meses de 2020, de acuerdo con cifras del Ministerio de Comercio de China.
Todo lo anterior se tradujo en que el dinero internacional siguió entrando a China de diversas formas, lo que dio impulso a su objetivo a largo plazo de construir importantes centros financieros nacionales. Los mercados chinos, incluido el de Hong Kong, representaron el 43% de las cotizaciones públicas del mundo el año pasado, según datos de Refinitiv.
Las tenencias extranjeras de bonos chinos alcanzaron un récord de 3.25 billones de yuanes, equivalentes a unos 503 mil millones de dólares, en diciembre, cifra 49% más elevada respecto a hace un año, según datos compilados por Bond Connect Co.
Finalmente, el índice MSCI China, que incluye las empresas chinas que cotizan en el país y las que cotizan en Nueva York u otras ubicaciones, subió un 27% en términos de dólares el año pasado. El índice MSCI AC World subió 14% en el mismo período, y el índice de referencia de MSCI en EE.UU. creció un vigoroso 19%.
¿Qué podemos aprender de la experiencia de China al lidiar con la crisis del Covid-19?
En primer lugar, que lo más importante no es mantener el consumo a flote, sino la capacidad productiva. Desde este espacio he sido un duro crítico de la estrategia del gobierno federal mexicano de no apoyar a los empleadores (empresas) y permitir una destrucción masiva de capital privado, fuente de empleos, ingresos y productividad.
No sé si esto haya sido un acto deliberado para debilitar al sector empresarial mexicano, pero la realidad es que México es de los países que habría salido peor librado por la pandemia. El resucitar las miles de empresas que cerraron sus puertas nos tomará años, mientras que los importadores no tendrán problemas en traer del exterior todo lo que no encuentren en el mercado doméstico. En 2021 comenzaremos a ver con mayor claridad los costos económicos de un pésimo manejo de la pandemia, en la que al cerrar la actividad económica, se condenó a muerte a miles de empresas mexicanas, mientras que las fábricas chinas estuvieron listas para cubrir la demanda mundial.
Director General GAEAP*
alejandro@gaeap.com