La posibilidad de que la Vía Láctea choque dentro de miles de millones de años con la galaxia gigantesca de Andrómeda se ha reducido a aproximadamente la mitad, según nuevos cálculos informáticos anunciados este lunes.
Y en todo caso, ese fenómeno intergaláctico ocurrirá mucho después de que, por la expansión del Sol, se haya extinguido toda la vida en la Tierra.
La Vía Láctea y la aún más grande galaxia de Andrómeda se acercan entre sí a 100 kilómetros por segundo, y los científicos han predicho durante mucho tiempo que colisionarán en unos 4.500 millones de años.
Las investigaciones previas habían sugerido que muchos sistemas estelares podrían acabar en el centro de esta nueva galaxia fusionada “Milkomeda” y ser absorbidos por su agujero negro supermasivo. Alternativamente otros podrían ser expulsados al vacío intergaláctico.
Sin embargo, “las proclamaciones sobre la inminente desaparición de nuestra galaxia parecen ser muy exageradas”, según un nuevo estudio publicado en la revista Nature Astronomy.
Solo hay aproximadamente un 50% por ciento de probabilidad de que la Vía Láctea y Andrómeda choquen entre sí en los próximos 10.000 millones de años, determinó el equipo internacional de astrofísicos.
“Básicamente es como lanzar una moneda al aire”, dijo a AFP el autor principal del estudio, Till Sawala, de la Universidad de Helsinki.
¿Cómo llegaron a esta conclusión?
Una colisión sería devastadora para ambas galaxias, que quedarían destruidas, dejando tras de sí una masa esferoidal de estrellas conocida como galaxia elíptica. Las dos galaxias se acercan actualmente a una velocidad de unos 100 kilómetros por segundo.
El equipo realizó 100,000 simulaciones de ambas galaxias basándose en los datos observacionales más recientes. Esto incluyó el efecto del satélite más masivo de la Vía Láctea, la Gran Nube de Magallanes (GMM), y, lo que es más importante, por primera vez, la inclusión de incertidumbres en los observables. El estudio se ha publicado en la revista Nature Astronomy.
Una fusión de galaxias en los próximos 5.000 millones de años es “sumamente improbable”, dijo Sawala.
Es mucho más probable que las galaxias pasen relativamente cerca una de la otra–digamos, un poco menos de 500.000 años luz de distancia.
Solo en la mitad de las simulaciones la materia oscura terminó arrastrando finalmente a las dos galaxias hacia un abrazo cataclísmico.
Pero esto probablemente solo ocurriría en unos 8.000 millones de años–mucho después de que el Sol se haya transformado en una moribunda enana blanca.
“Así que podría pasar que nuestra galaxia termine destruida”, dijo Sawala. “Pero también es posible que nuestra galaxia y Andrómeda orbiten mutuamente durante decenas de miles de millones de años, simplemente no lo sabemos”.
El destino de la Vía Láctea “sigue completamente abierto”, resumió el estudio. Los investigadores enfatizaron que sus hallazgos no significan que los cálculos anteriores fueran incorrectos, solo que usaron observaciones más nuevas y tuvieron en cuenta el efecto de más galaxias satélite.
Una nueva serie de datos surgidos del telescopio espacial Gaia, recientemente retirado, así como del Hubble, podrían proporcionar una respuesta definitiva a esta pregunta en la próxima década, predijo Sawala
En poco más de la mitad de los escenarios simulados, la Vía Láctea y Andrómeda experimentan al menos un encuentro cercano, antes de perder suficiente energía orbital para finalmente colisionar y fusionarse, pero en un plazo de ocho a diez mil millones de años, no de cinco.
El Sol se habrá extinguido antes
En esa escala de tiempo, el Sol ya se habrá extinguido. En la mayoría de los demás casos, las dos galaxias pasan a una distancia tan grande que continúan evolucionando prácticamente sin perturbaciones durante mucho tiempo.
Aunque esta nueva investigación cuestiona el destino previamente aceptado de nuestra galaxia, los autores del estudio afirman que es muy difícil hacer una predicción precisa.
El autor principal, el Dr. Till Sawala de la Universidad de Helsinki, enfatizó que las nuevas conclusiones no implican un error en los cálculos anteriores, sino que el equipo pudo incluir más variables en sus simulaciones gracias a los datos modernos de los telescopios espaciales.
Fuentes: DW, El Economista.