Un grupo de científicos especializados en clima y cambio climático ha propuesto una nueva categoría para clasificar los huracanes (la 6) ante los cada vez más intensos y destructivos fenómenos meteorológicos y con el fin de no subestimar los riesgos.
La escala actual que clasifica los huracanes (la llamada escala Saffir/Simpson) abarca cinco categorías: desde el 1, que suele causar daños mínimos con vientos de hasta 82 nudos (150 kilómetros por hora), hasta el 5, que puede ocasionar daños catastróficos con vientos que alcanzan los 135 nudos (250 kilómetros por hora).
Los científicos Michael Wehner, del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (Berkeley Lab), y James Kossin, de la First Street Foundation, se han preguntado si la categoría 5 es suficiente para comunicar el riesgo real de los huracanes más destructivos ante un clima que cada vez se calienta más, y han sugerido en un artículo publicado en la revista PNAS la introducción de esa nueva categoría.
Plantean los investigadores que se abra una nueva categoría para los huracanes y tormentas en los que es previsible que se alcancen vientos superiores a los 300 kilómetros por hora.
Calentamiento global ‘amenaza’ la temperatura del océano
Los científicos han subrayado que el calentamiento global antropogénico ha aumentado significativamente las temperaturas superficiales del océano y del aire troposférico en regiones donde se forman y propagan los huracanes, ciclones tropicales y tifones, lo que está proporcionando energía térmica adicional que está intensificando las tormentas.
Cuando realizaron un análisis de datos históricos de huracanes desde los años 1980 y 2021, encontraron hasta cinco tormentas que podrían haber sido clasificadas como de “categoría 6″, y han comprobado que todas ellas ocurrieron en los últimos nueve años de registro.
Los huracanes, las tormentas tropicales y los tifones son esencialmente el mismo fenómeno meteorológico; su diferencia de nombre es puramente geográfica: las tormentas de los océanos Atlántico Norte y Pacífico Nororiental se denominan huracanes, los fenómenos del Pacífico Noroccidental se denominan tifones, y los que se producen en los océanos Pacífico Sur e Índico, ciclones tropicales.
Además de estudiar datos históricos, los investigadores hicieron simulaciones para estudiar cómo afectaría el calentamiento del clima a la intensificación de los huracanes.
Sus modelos han revelado que, con dos grados centígrados de calentamiento global por encima de los niveles preindustriales, el riesgo de tormentas de categoría 6 aumentará hasta un 50 por ciento cerca de Filipinas y se duplicará en el Golfo de México, y que el mayor riesgo de estas tormentas tan intensas y destructivas se va a dar en el sudeste asiático, Filipinas y el Golfo de México.
“Incluso con los objetivos de calentamiento global relativamente bajos del Acuerdo de París, que pretende limitar el calentamiento global a sólo 1.5 grados por encima de las temperaturas preindustriales para finales de este siglo, el aumento de las probabilidades de tormentas de categoría 6 es sustancial en estas simulaciones”, ha señalado Wehner en una nota de prensa difundida por los centros de investigación.
A juicio de los investigadores, añadir una sexta categoría a esa escala no resolvería este problema, pero sí podría ser efectivo para concienciar sobre los peligros del aumento del riesgo de grandes huracanes debido al calentamiento global.
Examinaron las observaciones de tormentas pasadas y descubrieron que cinco de ellas son atípicas en relación con las tormentas de categoría 5 del pasado: El tifón Haiyan en 2013, el huracán Patricia en 2015, el tifón Meranti en 2016, el tifón Goni en 2020 y el tifón Surigae en 2021.
Algunos temen que una nueva categoría sea contraproducente
Aunque la idea de una tormenta de categoría 6 pueda tener una base científica, no todos los meteorólogos apoyarán su adopción. Después de todo, una tormenta de categoría 5 causa daños “catastróficos” que pueden hacer una zona “inhabitable durante semanas o meses”, según la descripción del Centro Nacional de Huracanes.
“Me resulta difícil imaginar la necesidad de transmitir una amenaza más allá de esto, incluso si un hipotético ciclón tropical tuviera vientos máximos que constituyeran una categoría 6 (como quiera que se defina esto)”, dijo en un correo electrónico Michael Fischer, científico adjunto del Laboratorio Oceanográfico y Meteorológico del Atlántico de la NOAA.
Y añadió que existe el riesgo de que la designación de categoría 6 sea contraproducente. “Si se estableciera una categoría 6, ¿disminuiría la amenaza de una tormenta de categoría 5, puesto que ya no es la calificación más grave?”. añadió Fischer.
Incluso sin la introducción de una categoría 6, la escala Saffir-Simpson ya se enfrenta a críticas por considerar únicamente la velocidad del viento y no los peligros de las mareas tormentosas, las inundaciones o los tornados. Para ser considerados huracanes, los ciclones tropicales deben tener vientos sostenidos de al menos 120 kilómetros por hora; los huracanes “mayores” tienen vientos de al menos 178 kilómetros por hora.
El Centro Nacional de Huracanes probará pronto una nueva versión de su cono de previsión, ampliamente utilizado, que pretende comunicar que los peligros de los vientos de una tormenta se extienden mucho más allá del punto en el que se prevé que su ojo toque tierra.
Pero las investigaciones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) demuestran que los peligros relacionados con el agua son las amenazas más mortíferas de los huracanes, según Deirdre Byrne, oceanógrafa de la NOAA que estudia el calor oceánico y su papel en la intensificación de los huracanes.
Aunque añadir una categoría 6 “no parece inapropiado”, dijo, combinar la escala Saffir-Simpson con algo como una clasificación de la A a la E para las amenazas de inundación podría tener un mayor impacto. “Eso podría salvar aún más vidas”, dijo Byrne.
En un comunicado, el Director del Centro Nacional de Huracanes, Michael Brennan, secundó esas preocupaciones. Dijo que los meteorólogos de la NOAA han “tratado de dirigir la atención hacia los peligros individuales”, incluyendo mareas de tempestad, lluvias torrenciales y peligrosas corrientes de resaca, en lugar de hacer demasiado hincapié en la categoría de la tormenta, y, por extensión, sólo en las amenazas del viento. “No está claro que fuera necesaria otra categoría aunque las tormentas fueran más fuertes”, dijo.
¿Qué es la escala Saffir-Simpson?
La escala de Saffir-Simpson es una clasificación del 1 al 5 basada en la velocidad máxima sostenida del viento de un huracán que calcula, además, los posibles daños materiales, explica el Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.
Fue ideada a principios de la década de 1970 por el ingeniero Herbert Saffir, y el meteorólogo Robert Simpson, quienes idearon una escala para describir los efectos probables que los huracanes pueden tener en una zona.
Tal como aclara un documento publicado en 2021 por el NHC, la escala no tiene en cuenta el potencial de otros impactos relacionados, como las mareas de tempestad, las inundaciones provocadas por las lluvias y los tornados. Y se debe tener en cuenta que las descripciones generales de los daños dependen en cierta medida de los códigos de construcción locales vigentes.
Aunque todos los huracanes producen vientos que ponen en peligro la vida, los ciclones de categoría 3 o más se conocen como huracanes de gran intensidad y pueden causar daños devastadores e importantes pérdidas de vidas humanas debido a la fuerza de sus vientos.
¿Cuáles son las categorías?
De acuerdo con el documento de 2021, la escala cuenta con 5 niveles y, en general, los daños se multiplican por cuatro por cada aumento de categoría.
Nivel 1, los vientos tienen una velocidad de entre 119 y 153 kilómetros por hora (km/h). Esta condición puede generar algunos efectos negativos, como daños en los techos y las canaletas de las viviendas. Asimismo, las ramas grandes de los árboles pueden partirse y caer, al igual que los árboles con raíces poco profundas. Sumado a eso, los postes y líneas eléctricas suelen dañarse y generar posibles cortes de energía. La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México indica que estos vientos generan leves afectaciones a la infraestructura y la vegetación.
Nivel 2: los vientos son de entre 154 y 177 km/h, lo cual conlleva daños importantes: las casas con estructura bien construida usualmente sufren daños importantes en el techo y el revestimiento. Algunos árboles con raíces superficiales son arrancados de raíz y bloquean numerosos caminos. En tanto, la pérdida de energía es casi total y los cortes pueden durar desde varios días hasta semanas.
Nivel 3: se caracterizan por vientos de entre 178 y 208 km/h, lo que produce daños devastadores incluso en las casas con estructuras bien construidas. Muchos árboles se parten o son arrancados de raíz y bloquean numerosas carreteras. En cuanto a servicios, la electricidad y el agua no suelen estar disponibles durante varios días o semanas después de que finaliza la tormenta.
Nivel 4: consta de vientos de entre 209 y 251 km/h. Estos generan daños catastróficos: “Las casas bien construidas pueden sufrir daños graves y pierde la mayor parte de la estructura del tejado y/o algunas paredes exteriores”, explica el NHC. La mayoría de los árboles y de los postes eléctricos se caen y dejan aisladas algunas zonas residenciales. Los cortes de electricidad son duraderos y, como consecuencia final, la mayor parte de la zona probablemente queda inhabitable durante semanas o meses.
Nivel 5: los vientos superan los 252 km/h. Cuando el ciclón llega a este nivel de la escala, un alto porcentaje de viviendas con estructura queda destruido, con rotura total del techo y derrumbe de las paredes. Al igual que en la categoría 4, algunas zonas residenciales se ven aisladas, los cortes de electricidad duran varias semanas o incluso meses y la mayor parte de la zona queda inhabitable durante mucho tiempo.
Fuentes EFE, Infobae, National Geographic.